Después de más de siete años en los que Zapatero, Rubalcaba, Solbes y MAFO desataron la mayor catástrofe económica, social, política y moral de nuestra larga historia, el PP y Mariano Rajoy aparecieron como la gran esperanza
que arreglaría o, al menos, revertiría una situación que nos llevaba al
abismo. En julio de 2011, y por segunda vez en un año, los mercados se
cerrarían a la deuda española, lo que significaba que España estaba
quebrada, y, ante esta situación desesperada, la UE en vez de intervenirnos
-que hubiera sido la opción correcta porque nuestro problema es la
clase política y no la economía; es de gestión y no de recursos- hizo lo más cómodo: más madera.
El BCE empezó a comprar masivamente deuda española a cambio de limitar
el déficit, fijado en una Constitución que nadie respeta. Además, solo
se pondría límite al déficit estructural, es decir, al déficit de pleno
empleo; y si no existe pleno empleo la regla no es de obligada
aplicación y la juerga puede seguir mientras el BCE continúe pagando.
Y desde entonces seguimos igual, endeudándonos hasta las orejas. Según el BdE, a finales de 2011 teníamos una deuda pública de casi un billón de euros, sin contar 100.000 millones de avales ni lo que Griñán
y otros puedan haber escondido bajo de la mesa. Si el julio pasado nos
hubieran intervenido la salida de la crisis habría sido sencilla; a
finales de 2012, con 300.000 millones más de deuda, un millón y medio de
parados más y unos intereses de la deuda inasumibles la salida será
dramática. Y en este escenario, con España colgando del abismo con la
barra libre del BCE como único salvavidas, con la economía desplomándose
y el paro subiendo, Zapatero perdió las elecciones, unas generales que
Rajoy ganó solo porque estaba ahí. Si en su lugar hubiera estado el Pato
Donald también habría ganado, y con 30 escaños más.
Un Gobierno incoherente con la mentira por bandera
Después
de siete años en la oposición, después de un año en que la victoria del
PP era evidente, la mayoría suponíamos que Rajoy tenía una estrategia
clara de salida de la crisis. Pero no era así, no tenía absolutamente
nada. ¿Y a qué ha dedicado tan largo periodo? Pues seguramente a
relajarse, porque trabajar le cansa mucho. Y a consolidar su poder, lo
único que le importa. Y, sin embargo, a la hora de dirigir el PP había
demostrado que no daba la talla. Si fue incapaz de poner orden y
gestionar su propia casa, ¿cómo iba a poder gestionar España?
Desde
el principio ha sido un puro fraude. Si su discurso de investidura fue
pura demagogia, el debate trajo el final de cualquier esperanza. Amable y
dialogante con todos, Rajoy se puso como una pantera con Rosa Díez,
quien le pidió el cambio de un modelo de Estado insostenible y corrupto
y una nueva ley electoral que evite que los votos de los nacionalistas
valgan cinco veces los de los no nacionalistas. Rajoy negó la mayor.
Según él, la corrupción política (la mayor lacra de nuestra democracia)
es una falsedad, el modelo de Estado (la esencia de nuestra ruina) no es
ningún problema y la ley electoral (que consagra la desigualdad entre
los españoles) es perfecta. Demostró, más allá de toda duda razonable,
que o es un imbécil o es un falsario consumado.
Después diseñó una
auténtica chapuza de Gobierno. Dividió la economía en dos partes
irreconciliables, un dislate total consecuencia de su incapacidad para
zanjar la riña entre De Guindos, su niño bonito, y Montoro.
Resultado: enfrentamientos, contradicciones e ineficacias en un área
clave asegurados. Montoro mantuvo a De Guindos completamente al margen
de la redacción de los Presupuestos. Más tarde, el resto de ministros fueron elegidos entre amiguetes y leales, completos desconocedores de las carteras asignadas.
Los titulares de Educación y Sanidad se enteraron del recorte de 10.000
millones por los periódicos; a la ministra de Fomento le pegaron un
recorte mortal sin consultarla siquiera; y, después, Cospedal, ávida de
poder, ignoró sus compromisos y multiplicó por tres el déficit
permitido. ¿Es éste el Gobierno que va a sacar a España de la crisis?
Más tarde llegaron las medidas, todas contrarias a lo anunciado
anteriormente: “Subir impuestos significa más paro y más recesión y eso
es inaceptable”; “Jamás implantaré el copago”; “No se subirá el IVA”,
etc. Es más, todas ellas son contrarias a lo necesario, expolian
salvajemente a la economía productiva y a las familias. El problema de
España es otro: desmesura de estructuras inútiles, gasto público disparatado e improductivo y sistema financiero quebrado.
No es que Rajoy no recorte, es que lo mantiene íntegro. A Valencia le
prestaron 1.022 millones en enero para no quebrar y, como era
insuficiente, 1.678 millones más. Este mes necesitará 472 millones
adicionales, y solo ha reducido el gasto hasta ahora en 108 millones.
Además, 14 CCAA no cumplirán ya el objetivo de déficit. ¿A qué espera el
pusilánime de Rajoy para intervenirlas? En lugar de ello, va a entregar
30.000 millones a los despilfarradores. Rajoy ha enloquecido.
Este
año, Montoro ha señalado que necesitaremos un endeudamiento adicional
neto de 114.000 millones… ¡un tercio del gasto las AAPP, un 50% más de
lo que ingresamos y todo para gasto corriente! Y Bankia que acabará
costándonos 50.000 millones, más los 16.000 de CAM y los 8.800 de Caixa
Cataluña. Y lo que venga, porque los pisos en España siguen siendo un 57% mas caros que en EEUU.
¿Cómo va a sobrevivir España si estamos en manos de una casta política
insensata? Y para desinformados o sectarios, que siguen afirmando que el
problema es la deuda privada, que sepan que empresas no financieras y
familias ya han hecho el ajuste: de un déficit de 120.000 millones en
2007 han pasado a un superávit de 37.000 en 2011.
Necesitamos el rescate ya, antes de que sea tarde
Dice la casta política y su legión de palmeros que
no se puede reducir el déficit con tanta rapidez porque ello colapsa el
crecimiento e incrementa el desempleo. Esto, que depende de la
estructura de cada país y de las causas de sus déficits, es rotundamente
falso en el caso de España. El problema no es la reducción rápida del
déficit, el problema es que se está realizando exclusivamente a costa de
la economía productiva y las familias -la última ha sido expoliarnos
4.000 millones en peajes en autovías que ya habíamos pagado con nuestro
dinero- mientras se mantiene íntegro el despilfarro. Eso sí colapsa el
crecimiento.
Lo que no se puede es despilfarrar 34.000 millones de
euros en duplicidades entre administraciones y no hacer nada; 22.000
millones en Diputaciones inútiles y no hacer nada; 12.000 millones en
subvenciones innecesarias empezando por sindicatos de pesebre y partidos
políticos y no hacer nada; 10.000 millones en Ayuntamientos duplicados;
más de 50.000 millones en empresas públicas inútiles, televisiones
sectarias dedicadas a cantar las loas del cacique de turno; tener más embajadas que
España; más coches oficiales que EEUU; 500.000 políticos viviendo del
cuento y más de un millón de familiares y amigos colocados a dedo y no
hacer absolutamente nada. Cada puesto de trabajo en el sector público
destruye 2,8 puestos en el sector privado. Y cada puesto de trabajo
eliminado permitiría crear 2,8 puestos de trabajo en el sector privado.
Por cierto, la cifra desestacionalizada de afiliación a la Seguridad
Social muestra una caída de 73.000 personas en abril, 267.000 desde
enero. El recorte de las pensiones será el siguiente: hasta un 40% de media como muestran todos los estudios actuariales.
Mientras tanto, el capital extranjero huye de España al ritmo de 20.000 millones de euros al mes desde enero, unos 80.000 millones en conjunto.
Y para acabar de arreglarlo, estos necios establecen controles a pagos
en efectivo y a las cuentas exteriores, algo que no ha hecho ni Grecia.
La impresión más extendida es que España ha entrado en una deriva
económica ingobernable, somos portada de FT y WSJ cada
poco y nuestro desprestigio es ya mundial. Porque esto no es solo una
crisis económica, es mucho más. Tenemos la clase política peor y más
corrupta en 200 años, que ha hundido en el lodo el nombre y el prestigio
de España, con unas instituciones totalmente desacreditadas y
moralmente perversas, empezando por el Constitucional. Nos ha convertido
en ejemplo de incompetencia, despilfarro y corrupción. Hay que acabar
con esta casta política parasitaria que nos lleva a la ruina,
necesitamos el rescate ya y gestores profesionales antes de que sea
tarde.
No obstante, si creíamos que solo se trataba de defender
los privilegios de la casta política y de la oligarquía financiera nos
equivocábamos. Rajoy prometió por activa y por pasiva que sería
implacable con los terroristas, y aseguró que exigiría el cumplimiento
íntegro de las penas. De golpe, ha decidido acercar el máximo de
terroristas al País Vasco para luego traspasar las competencias
penitenciarias al Gobierno Vasco y que éste tome la decisión de
excarcelar. Después el Gobierno central se lavará las manos diciendo que
ya no es competencia suya. Una autentica felonía.
Bajo el certero título de Sin perdón,
la líder de UPyD Rosa Díez explicó que “si por la mañana me sentí
engañada al conocer la noticia, cuando he leído las explicaciones del
ministro me he sentido completamente traicionada como ciudadana”.
“Cuando renuncian a exigir que los terroristas pidan perdón, cuando
renuncian a exigir a los terroristas que colaboren con la Justicia para
esclarecer crímenes impunes, cometen un acto de alta traición”. ¿Qué le
va a decir Rajoy a sus nietos cuando le pregunten por qué lo hizo? Nunca
olvidaremos y jamás perdonaremos a los traidores.
(*) Catedrático de Economía de la Universidad Politécnica de Madrid
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