martes, 12 de junio de 2012

Los alardes de Rajoy no gustan fuera de España / Asier Martiarena

La lectura que el Gobierno de Rajoy ha querido hacer del rescate de España está empezando a levantar ampollas. Primero fue el hecho de que el propio presidente no diera la cara el mismo sábado para explicar los pormenores del asunto. Después, que se vendiera como un éxito político, ya que en lugar de rescate se trata de una "línea de crédito", y finalmente el hecho de que Rajoy se haya impuesto a sí mismo una medalla señalando que fue él quien presionó a Europa y no al revés. Más que formas, lo consideran alardes.
Tal despliegue de explicaciones no ha gustado al propio presidente de la Comisión de Europa, José Manuel Durao Barroso, quien ha dado una nueva versión sobre quién y cómo se decidió el rescate a la banca española. El portugués ha señalado que fue él quien convenció "a un reacio" Rajoy a través de una llamada telefónica hecha la semana pasada.
Algo similar opinan en Alemania. El gobierno teutón confirmó haber estado presionando al español para que aceptara un rescate de la Unión Europea. Lo dijeron hace siete días, e incluso se quejaron de la actitud de Rajoy. "No quieren. Son demasiado orgullosos. Es una arrogancia fatal", señalaron fuentes de Berlín.
En esa línea también se ha situado la prensa internacional, quien en las últimas horas arremete en sus portadas y editoriales contra el presidente Mariano Rajoy por vender como "una victoria" el rescate a la banca española aprobado el sábado.
El Financial Times se centra en la falta de carisma de Mariano Rajoy y le reprocha que hiciera una rueda de prensa "apresurada", antes de ir a ver el fútbol obviando "el acontecimiento más significativo y alarmante en la crisis de la eurozona en los dos últimos años".
En su editorial, el The New York Times, realiza un retrato de Mariano Rajoy en el que destaca que ascendió a la cumbre del partido "por mantener silencios ambiguos en momentos cruciales".
El diario The Guardian critica que "Rajoy se ha embarcado en una campaña para presentar el acuerdo como una victoria nacional, con España recibiendo un préstamo barato sin que los socios europeos pidieran nada a cambio, más allá de los pagos periódicos de intereses".
Por su parte, The Washington Post subraya que la "lección de humildad, para un país de 47 millones que buscó eludir la vergüenza de un rescate durante meses, se produjo al enfrentar Madrid la creciente presión internacional para ceder y solicitar liquidez".

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