La situación de la economía española es
observada con gran preocupación también fuera de nuestras fronteras.
Para muchos España es el último dique ante el caos económico. Por este
motivo desde el BCE y la UE se miran con lupa todos los ajustes
destinados a reducir el déficit en nuestro país. Esta preocupación se
traduce en continuos avisos dirigidos al actual Gobierno español. Angela
Merkel, Jose Manuel Durao Barroso, Mario Draghi, Hermann Van Rompuy y
un desfile de comisarios de la UE han manifestado diversas opiniones
sobre el futuro de nuestra economía. Pero todos coinciden en la
importancia de sanear el sistema financiero español y reducir el déficit
público.
Es evidente que un país no puede soportar
niveles de deuda tan elevados durante mucho más tiempo. Un elevado
porcentaje de economistas no discuten que el déficit público se deba
reducir, pero manifiestan que no se puede realizar un ajuste tan radical
en un espacio de tiempo tan corto. La medicina del recorte puede acabar
matando al paciente, como por otra parte estamos comprobando en los
últimos meses.
Por si la preocupación que genera la
economía española en el seno de la UE no fuera suficiente, se atisba en
el horizonte una serie de acontecimientos que siembran de incertidumbre
el futuro más próximo.
El 31 de Mayo se celebrará en Irlanda un
referéndum sobre el Tratado de estabilidad. Existe cierto temor en la UE
a que los ciudadanos lo interpreten como un referéndum sobre los
ajustes efectuados por el del Gobierno conservador de Enda Kenny. En los
sondeos el Sí parte con ventaja pero el porcentaje de indecisos es muy
elevado, además se debe recordar que los irlandeses ya rechazaron en
referéndum el Tratado de Lisboa en 2008. Un No alejaría a Irlanda del
Mede (Mecanismo Europeo de Estabilidad) y significaría otro revés a la
agenda de la UE.
La victoria de François Hollande puede
ocasionar la introducción con menos timidez que hasta ahora de
argumentos a favor de promover políticas de crecimiento, arrinconando en
parte el "dogma de fe" que ha significado la reducción del déficir
público sobre todo lo demás. De momento, aunque tímidamente, algo parece
estar cambiando en la UE. La "Agenda del crecimiento para Europa" que
Angela Mekel quiere presentar en junio parece el principio de un giro en
las decisiones políticas para afrontar la crisis. La cuestión es si la
Canciller está realmente convencida de apostar por el crecimiento sobre
la austeridad, o simplemente es un guiño a las voces críticas. Otros
analistas plantean que Angela Merkel puede instaurar en el mes de junio
una nueva dirección que sume al control del déficit una batería de
estímulos para el crecimiento económico en la eurozona. Merkel necesita
el apoyo del SPD para aprobar el Pacto Fiscal en el Bundestag y los
socialistas conscientes de esto han dejado caer algunas condiciones. El
establecimiento de un impuesto sobre las transacciones financieras,
inversión de los fondos estructurales europeos en proyectos de
crecimiento, refuerzo del Banco Europeo de Inversiones y emisión de
deuda europea vinculada a proyectos concretos.
Alemania pretende impulsar un plan de
crecimiento sin aumentar demasiado el gasto o recurrir al crédito pues
esta opción generaría más deuda. A priori parece complicado que se
consiga crecer sin invertir previamente.
Pero la preocupación por un eventual
derrumbe de la economía española ha traspasado las fronteras de la UE.
Según The Washington Post "si la crisis de España agrava la recesión en
la UE puede llevar a toda la economía mundial a una depresión
persistente". Este hipotético escenario mermaría las posibilidades de
reelección de Barack Obama en los comicios de Noviembre. Probablemente
ante el temor a que ese escenario se transforme en realidad Obama y
Mariano Rajoy se reunirán en el mes de junio. Es por tanto muy probable
que el presidente de EEUU intente presionar a la canciller Angela Merkel
para incluir nuevas directrices centradas en el crecimiento y el apoyo a
los países periféricos de la UE. Eso si no lo ha hecho ya.
Hasta ahora, las únicas certezas son la
incapacidad para resolver los problemas de la deuda soberana (los
eurobonos aún son un tabú) y la ausencia de mecanismos para resolver las
crisis bancarias o frenar la especulación.
Los días pasan, las decisiones clave no
terminan de llegar, los pasos no parecen estar claros y el margen del
Gobierno español si todo continúa igual cada vez es más estrecho. Sobre
todo si sumamos la posibilidad de que Grecia abandone el euro si el
resultado de las elecciones que se celebrarán el 17 de junio vuelve a
dejar fuera de juego a los partidos favorables al plan de rescate, Nueva
Democracia y PASOK. Los problemas económicos de los países periféricos
se agravan sin que se adviertan soluciones en el horizonte.
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