LISBOA.- Los problemas de Portugal no acabaron cuando el 6 abril de 2011 pidió el rescate financiero, y un año después los intereses de su deuda están lejos de recuperar los niveles de entonces y la recesión y el desempleo se han disparado.
No obstante, los 78.000 millones de euros que la Unión Europea (UE) y el Fondo Monetario Internacional
(FMI) concedieron a cambio de un duro programa de austeridad y
reformas, le han permitido al Estado luso financiarse con fondos que
paga a intereses cercanos al 4 %.
Cuando pidió ayuda, el bono luso a diez años se pagaba casi al 9 % y,
aunque siguió subiendo hasta llegar, nueve meses después del rescate,
al 17 %, se ha mantenido a la baja desde febrero y ahora no llega al 12
%.
El Gobierno socialista de José Sócrates pidió el rescate tras haber
renunciado ya al cargo a raíz del rechazo a su último plan de ajustes
económicos por la oposición conservadora, que dos meses después ganó con
mayoría absoluta las elecciones anticipadas.
La presión de los intereses de la deuda
lusa, que la especulación y la desconfianza de los mercados dispararon,
obligaron al país a seguir los pasos de Grecia e Irlanda.
Los bancos no fueron un problema para Portugal aunque, según
revelaron varios medios lusos, presionaron al Gobierno de entonces para
que pidiera el rescate por sus dificultades para financiarse a los altos
intereses que exigía el mercado.
El dinero del rescate luso reservó una partida de 13.000 millones de
euros para necesidades de capital de la banca que no se ha usado hasta
ahora.
Esta misma semana, los tres mayores bancos lusos solicitaron, como ya
se esperaba, 6.600 millones de euros en total para cumplir las nuevas
exigencias comunitarias de solvencia.
Al igual que ocurrió con los intereses de su deuda, que siguieron
subiendo pese al rescate, la ayuda externa a Portugal tampoco le salvó
de nuevos descensos de nota de las agencias de calificación, que han
llevado al país, sus empresas y bancos a los más bajos escalones del
bono basura.
Sin embargo, los últimos descensos de nota no se han hecho ya con el
argumento de los problemas financieros, sino de la debilidad y las malas
perspectivas de la economía por el esfuerzo de austeridad exigido en el
rescate.
En medio de una generalizada subida de impuestos,
recortes del gasto público y descensos salariales, el desempleo se ha
disparado en Portugal hasta rondar niveles históricos del 15 % y este
año se espera una caída del PIB del 3 %.
El principal objetivo del rescate, que Portugal pueda financiarse
solo en el mercado a mediados de 2013, está cuestionado por los
analistas, las agencias de calificación y los informes de la troika
sobre la evolución del país.
Pero tanto la UE como el Ejecutivo luso han expresado que hay el
compromiso de que el país siga recibiendo ayuda si los intereses de su
deuda no bajan lo suficiente, aunque eso equivaldría a un segundo
rescate.
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