MADRID.- El Premio Nobel de Economía Paul Krugman ha afirmado
hoy que la "única" esperanza para el euro es que el eje
Rajoy-Monti-Hollande, que califica como "la coalición del antiguo
Imperio Romano", exija a Alemania la compra masiva de deuda soberana por
parte del BCE este mismo año.
El premiado economista y
divulgador estadounidense observa un "riesgo de colapso" de la moneda
única, pero si antes de la cumbre europea de la semana pasada otorgaba
un porcentaje de supervivencia al euro del 50 por ciento, ahora le da un
60 por ciento de esperanza.
Así, que se haya abierto la vía a la recapitalización directa de la
banca y a facilitar el uso de los fondos europeos de rescate para
comprar deuda de países bajo presión en los mercados es "un paso en la
dirección correcta", aunque cree que "hacen falta otros veinte" pasos.
"Lo mejor que se puede decir es que tal vez la cumbre sea un augurio
de que está llegando el cambio en la política europea", decía Krugman
antes de conocerse que Finlandia amenaza uno de sus logros, con el
bloqueo de compra de bonos en el mercado secundario.
Según el premio Nobel de 2008, que se encuentra en España para
promocionar su obra "¡Acabad ya con esta crisis!" (Crítica), hace un año
hubiese sido impensable que la canciller alemana, Ángela Merkel,
hubiese hecho alguna concesión frente a sus políticas de austeridad.
Su diagnóstico es que los alemanes "han construido un mito sobre lo
que ocurre en el sur de Europa", a su juicio falso, ya que en España no
existían niveles tan altos de déficit y deuda pública, y aunque hubo una
burbuja inmobiliaria "fue culpa de todos y de nadie: las cajas de
ahorro dando muchos créditos, pero con liquidez de los bancos alemanes".
Berlín, según Krugman, tiene "una visión moral de la deuda y una
alergia a la inflación", si bien "fue la deflación de 1930-1932 lo que
llevó a la catástrofe política en Alemania" (el nazismo). Por ello
considera "un misterio" el por qué no ven la relación entre la situación
económica de entonces y la actual.
Pero ahora, cuando "la catástrofe es tan obvia" y los tipos de
interés que pagan países como España son "insostenibles", las dinámicas
de negociación europeas han cambiado "bastante" y la semana pasada entró
en acción "la coalición del antiguo Imperio Romano", con los
presidentes italiano y español, Mario Monti y Mariano Rajoy,
respectivamente, ejerciendo presión con la ayuda del francés François
Hollande.
"El Gobierno español no puede hacer mucho de forma individual, pero
los poderes combinados de los tres países están en una posición de
decir: no queremos que fracase el euro, tenemos que hacer algo".
Y para Krugman -defensor de las ideas keynesianas- hoy por hoy el
Banco Central Europeo (BCE) es la única institución que tiene la
posibilidad de actuar a gran escala y "cortocircuitar el círculo vicioso
de los mercados" comprando bonos en grandes cantidades, imprimiendo
dinero, bajando los tipos de interés y permitiendo subir la inflación
durante unos cinco años.
Pero el organismo que dirige Mario Draghi no puede actuar "retando" a
Alemania, un país que también puede ayudar a España a aumentar su
competitividad permitiendo que suban los salarios germanos y que
aumenten las exportaciones españolas, que observa como alternativa a la
construcción.
En el caso de España, Krugman cree que la austeridad y la disciplina
presupuestaria "por sí misma" no pueden resolver sus problemas -en
especial un paro cercano al 25 por ciento- aunque admite que es
necesaria en algún grado.
"Tengo mucha simpatía por los gobiernos de cualquiera de estos países
soberanos, porque no tienen una solución fácil. El mercado está creando
mucha presión para preocuparse con el déficit y al mismo tiempo tampoco
les gusta que un país no logre crecer. Lo que diría es que en España
debe haber la menor austeridad posible, pero tiene que haber alguna".
Sobre la conocida opinión del presidente Rajoy de que España es "como
una familia, que no debe gastar más de lo que ingresa", Krugman ha
opinado que esta metáfora sería "un desastre" en un país con moneda
propia, pero en este caso "es un poco más como una familia", en la que
en todo caso la austeridad por sí misma no resolverá los problemas.
Conocido euroescéptico, el Nobel estadounidense cree que el fin de la
moneda única sería un "desastre económico y político", también para
Alemania, aunque en el caso de Grecia lo contempla como una opción casi
inevitable.
La buena noticia en el caso español, según el Premio Nobel, es que
"si fracasa España fracasa el euro. El destino de España y el euro son
el mismo, y esto le da cierto poder".
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