LONDRES.- En
los noventa fue un ardiente defensor de la creación del euro, como
consejero delegado de IBM Europa (1993-94) y como presidente de la
todopoderosa Federación Industrial Alemana (BDI). «Fue el mayor error de
mi vida», nos confesaba esta semana en Londres Hans-Olaf Henkel,
profesor de la universidad de Mannheim y uno de los firmantes de un
recurso en Alemania contra los rescates en la zona euro.
Como
explicó en un acto del «think-tank» Open Europe, no cree que vayan a
servir para nada. Ni ve futuro a un euro a 17. Defiende la escisión de
los países que mantienen la calificación crediticia «triple A»
(Alemania, Austria, Finlandia y Holanda) en un «euro del norte», y que
el Banco Central Europeo mantenga sus poderes sobre el resto, pero con
un euro devaluado. En su país le acusan de «populista» y de
«antieuropeo». Él lo niega, con argumentos tan provocadores como
sólidos, en esta entrevista con Abc, de Madrid.
—¿Cuándo se convirtió el euro en el «sistema de infección» que denuncia? ¿No son responsables los mercados?
—Nunca
hay que culpar a los mercados. Si decides hacer unos huevos revueltos
con 17 huevos, y uno está viejo, tienes que tirar todo el plato. La
culpa es el de euro. No habíamos visto nunca que un problema en Portugal
afecte a la bolsa en Fráncfort. Luché mucho por la creación del euro.
Fue el mayor error de mi vida.
—
¿Y por qué dice que se convertirá en un «sistema de irresponsabilidad
organizada»? ¿No es el pacto fiscal un acicate para las reformas?
—Ahora
sí, porque un país como España no disfruta todavía de la socialización
de la deuda. No tenemos todavía el Mecanismo Europeo de Estabilidad
(MEDE) ni eurobonos. Pero en cuanto mutualicemos la deuda, todo el mundo
será responsable de la deuda de todo el mundo, lo que hará que nadie
sea responsable de la deuda. Así ha ocurrido en Alemania, que es también
una unión de transferencias donde solo tres «länder» de 16 ahorran. Si
Baviera ahorra un euro, las demás regiones se llevan 97 céntimos. Y si
Bremen gasta un euro, recibe 97 céntimos del mecanismo de compensación.
Al final, ni Baviera, que es un estado que da, ni Bremen, que recibe,
tienen un incentivo para ahorrar. Es un sistema de irresponsabilidad
organizada. En Estados Unidos tienen una moneda única desde hace 200
años y Texas no está ayudando a California, que tiene un gran déficit.
—¿Dónde deja a Irlanda o Bélgica?
—Por
ahora seguirían en el euro y, una vez que estén preparados para cumplir
con los criterios de Maastricht, podrían pasar al «euro del norte». De
la misma manera, cualquier país que está en el «euro del norte» que no
es capaz de sostener las reformas puede pasar al euro y beneficiarse de
una devaluación. Esto es un mecanismo flexible con el objetivo
estratégico de reunificarse algún día.
—¿No es más fácil dejar que Grecia salga del euro?
—Sería
arriesgado. No sabemos si, en caso de salida de Grecia, los españoles
correrían a los bancos para sacar el dinero y guardarlo bajo el colchón.
El riesgo de infección es alto. Además, si salen, ya has aceptado que
los países pueden abandonar la moneda única, lo que resultaría en un
«euro del norte» pero a la inversa y de forma caótica y descontrolada:
sale Grecia, luego Portugal, luego España, luego Italia, y luego
Francia.
—¿Usted quiere entonces salvar el euro?
—Creo
que hay una oportunidad de mantener el euro, pero devaluado tras sacar a
los países del «euro del norte». No creo que España tenga ninguna
oportunidad de ser competitiva con la actual estrategia basada en el
ahorro. No hay nada en el programa de reformas y recortes que vaya a
hacer a España más competitiva. El euro se ha convertido en demasiado
caro para España.
—¿Por qué no volver a la peseta?
—Sin duda la vuelta a las monedas nacionales es una alternativa mejor que dejar las cosas como están.
—¿No
fueron Francia y Alemania los primeros en incumplir los criterios de
Maastricht, mientras España era un alumno aventajado del euro?
—Alemania
violó los criterios de Maastricht [máximo de 3% de déficit
presupuestario] por 0,4%, y critiqué al gobierno alemán en la época por
hacerlo. En estos momentos, el déficit alemán es del 1,5%, mientras que
en Francia es del 5%. En cualquier caso, la idea del «euro del norte» no
implica que los países que permanezcan en el euro vayan a quedar mejor o
peor. Comparemos Grecia, que es un desastre, con Turquía, que tiene
unas crecientes tasas de empleo, base fiscal e inversión extranjera.
Demuestra que un país que tiene el control de su propia moneda tiene
mejores opciones que uno atrapado en una sobrevaluada.
—¿No
cree que un país como España, embarcado en un camino de duras reformas y
fuertes recortes, pueda volver a ser un alumno responsable?
—España
solo lo logrará si el euro se devalúa severamente. Conozco mejor
Francia, y sé que tienen dificultades extremas. Su sector del automóvil,
por ejemplo, ha perdido su competitividad, y creo que España está en la
misma situación. Pero déjeme ponerlo en positivo. España tendría muchas
más posibilidades con un euro devaluado, una vez se hayan separado los
países de ese «euro del norte» que propongo. Ha habido muchos
aplazamientos de deudas soberanas, las últimas fueron Argentina y Rusia.
Y nunca ha ocurrido sin devaluación. Para España, es una tarea
extremadamente difícil seguir siendo competitiva solo con una
devaluación interna.
—¿Se equivocan entonces los gobiernos que adoptan medidas de austeridad?
—No,
hacen bien, pero no es suficiente con la devaluación interna, ya lo
estamos viendo de manera dramática en Grecia. ¿Dónde está el
crecimiento?
—Pues los alemanes parecen apoyar todavía la estrategia de Merkel...
—Sí. Pero no va a funcionar. En cuanto los políticos tengan acceso a financiación el impulso reformista desaparecerá...
—Quizás no...
—Mire,
en 1998 visité a José María Aznar y a Romano Prodi en Italia. Quedé muy
impresionado por el esfuerzo que ambos países hicieron para entrar en
el euro. Pero una vez que estaban en la moneda única, la motivación
reformista se detuvo, más en Italia que en España. Es la lógica básica
de mi posición: no me fío de que sigan con las reformas una vez tengan
acceso a financiarse.
—¿Cree que es realista la cirugía financiera que se está imponiendo a los países en crisis?
—No
es nada realista. Estamos intentando cambiar países para adaptarlos al
patrón de una moneda. Es mucho más realista cambiar la moneda. La
consecuencia del sacrifico que están pasando los españoles es que
tendremos una selección del fútbol del euro jugando la Eurocopa. La
consecuencia del paquete de rescate es una Europa centralizada, es el
sueño de quienes lo defienden. ¿Es lo que quieren los españoles? Yo,
desde luego, creo en la Europa de las naciones, que era la visión del
general de Gaulle, y no en una nación llamada Europa. Y una nación
llamada Europa es un requisito necesario para evitar una nueva crisis
del euro, como los Estados Unidos de América.
—Usted
apoya a los «Votantes Libres». ¿Son un «tea party» alemán de
libertarios de los mercados o una formación soberanista? Les acusan de
populismo...
—No
soy miembro del partido, pero les apoyo. Es un partido pro-europeo que
es el único partido en Alemania que se opone al MEDE, aunque el partido
Pirata –que no tiene nada de derechista tampoco— acaba de anunciar que
se opone también. Lo de populistas es por falta de argumentos. Yo
defiendo la entrada de Turquía en la UE, que es algo muy impopular en
Alemania. Además, mi «euro del norte» no es popular tampoco, lo popular
es el retorno al marco. Los «Votantes Libres» son caóticos y su programa
no es coherente. Tienen unos 280.000 miembros, muchos con experiencia
local, la mayoría ex militantes del partido democristiano (CDU) y el
socialdemócrata (SPD).
—¿Qué papel jugará una UE post crisis, salgamos como salgamos, en la economía globalizada de 2020 o 2030?
—Estaremos
dramáticamente por detrás del resto del mundo. Y los países del euro
estarán dramáticamente por detrás de los que hayan decidido no
integrarse en la moneda única. De los 10 estados miembros de la UE que
no están en el euro, solo la población de Rumanía sigue queriendo
entrar. El 91% de los suecos, el 94% de los checos, el 73% de los
empresarios suecos, la mayoría de los daneses e, incluso, la gente de
Bulgaria según sondeo reciente, son contrarios a entrar en el euro.
Algún problema debe haber.
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