domingo, 5 de agosto de 2012

Francia dice adiós a la era fiscal de Sarkozy / Amílcar Morales*

Con la aprobación del nuevo presupuesto nacional, el Parlamento francés puso fin a una época de políticas fiscales instauradas por el ex presidente Nicolás Sarkozy, que beneficiaron a los sectores económicamente más fuertes del país.

  Desde su arribo al Palacio del Elíseo, el anterior jefe de Estado aprovechó la mayoría legislativa de su partido, la conservadora Unión por un Movimiento Popular (UMP), para impulsar varios programas, los cuales en su mayoría resultaron siempre favorables al sector empresarial.

El primero de ellos, inspirado en su lema de campaña "Trabajar más para ganar más", consistió en exonerar de todo tipo de impuestos al pago de las horas extraordinarias en las empresas.

Es verdad que con este mecanismo los trabajadores obtenían algunas ventajas, pero los verdaderos beneficiados fueron los patronos, a quienes les salía mucho más barato pagar tiempo extra, en lugar de contratar nuevo personal.

Incluso este sistema podía ser aprovechado por algunas firmas para despedir a una parte de su plantilla y compensar esa mano de obra con las horas complementarias ofrecidas al resto de sus empleados.

Esta es una de las razones por las cuales durante el quinquenio de Sarkozy (2007-2012) la tasa de paro se duplicó y llegó a rozar el 10 por ciento de la población en edad laboral, lo que equivale a casi tres millones de personas sin trabajo.

Otra medida muy polémica fue la imposición del denominado "IVA social", el cual consistía en incrementar el Impuesto al Valor Agregado a una serie de artículos importados desde países emergentes, como China, India y otros, los cuales se venden aquí a precios reducidos.

Los fondos obtenidos con este aumento estaban destinados a financiar el sistema de seguridad social francés.

El problema estuvo en que, al mismo tiempo, se rebajaron las contribuciones de los propietarios para mantener estos servicios.

Para los sindicatos y diversas organizaciones sociales, esto constituyó un regalo de Sarkozy a los patronos, cuyo precio lo debía pagar todo el país, de manera particular las familias de ingresos medios y bajos.

Además de eliminar ambas iniciativas, los legisladores llevaron a la práctica la promesa del actual presidente François Hollande de hacer pagar más a quienes poseen mayores recursos.

Con este propósito, fue creada una contribución excepcional para todos aquellos cuyo patrimonio exceda un valor total de un millón 300 mil euros.

Según el titular de Presupuesto, Jerôme Cahuzac, esta decisión precede a una reforma integral del denominado Impuesto Solidario sobre la Fortuna, la cual será discutida durante el próximo otoño cuando se analice el presupuesto de 2013.

En esa oportunidad también se pondrá sobre el tapete la cuestión de aplicar una tasa del 75 por ciento a todas las ganancias superiores a un millón de euros al año.

Este nuevo tributo es la piedra angular del programa de trabajo del gobierno de Hollande y le permitirá financiar la creación de miles de puestos de trabajo en el sector público e implementar programas de apoyo a la pequeña y mediana empresa.

La tarea no será fácil, pues ya en la reestructuración fiscal emprendida en las últimas semanas la derecha, aglutinada en torno a la UMP, hizo una fuerte oposición.

Por otra parte, el presidente Hollande no puede dejar de lado las difíciles condiciones económicas existentes hoy día en la Unión Europea por los efectos negativos de la crisis de la deuda y el abultado déficit fiscal en varios países que utilizan la moneda común.

Un reciente estudio realizado por el Observatorio Francés de Coyuntura Económica concluyó que en estos momentos no es posible aplicar al mismo tiempo rigurosas medidas presupuestarias y estimular el crecimiento de la economía.

Esto significa que el gobierno galo posiblemente deba escoger entre cumplir al pie de la letra su meta de reducir a cero el déficit fiscal en el 2017 o enfrentar el creciente fenómeno del desempleo.

Dicho en otros términos, si quiere cumplir sus programas sociales y elevar la calidad de vida de la población, debe relajar el rigor presupuestario y aceptar un déficit mayor del proyectado.

El gubernamental Partido Socialista no puede olvidar que justamente fue el descontento popular acumulado contra la UMP durante los últimos años uno de los factores fundamentales para su derrota en los comicios presidenciales y legislativos.

Por eso mucha gente observa con alivio cómo comienza a desmantelarse el tinglado fiscal levantado por Sarkozy y esperan de Hollande políticas distintas a la austeridad extrema.

Dos meses y medio del nuevo gobierno es poco tiempo para ver cuán profundos pueden ser los cambios, pero algo se ha movido ya y aunque no sea suficiente como para generar una oleada de optimismo, al menos infunde un hálito de esperanza.

(*) Corresponsal de Prensa Latina en Francia.

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