ROMA.- La Organización para la Alimentación y la
Agricultura (FAO), el Fondo Internacional para el Desarrollo Agrícola
(FIDA) y el Programa Mundial de Alimentos (PMA) han pedido este martes
que la comunidad internacional lleve a cabo una acción "rápida y
coordinada" para evitar una nueva crisis alimentaria mundial como la
sufrida entre 2007 y 2008.
En un comunicado conjunto, esos tres organismos de la ONU han
advertido de que la situación actual en los mercados de alimentos,
caracterizada por fuertes incrementos en los precios del maíz, el trigo y
la soja, hace temer la posibilidad de que se repita la historia.
"Tenemos que actuar rápidamente para asegurarnos de que estos
incrementos en los precios no derivan en una catástrofe que afecte a
decenas de millones de personas durante los próximos meses", han
subrayado el director general de la FAO, José Graziano da Silva; el
presidente del FIDA, Kanayo F. Nwanze; y el director ejecutivo del PAM,
Ertharin Cousin.
Según estos organismos, hay dos problemas a los que hay que hacer frente, uno a corto plazo y otro a largo plazo.
Por un lado, el alto precio de ciertos alimentos, que "puede
afectar seriamente a los países que dependen de las importaciones y a
las personas más pobres", y por otro, la forma de producir, comerciar y
consumir alimentos en un momento en que la población y la demanda están
creciendo y se sienten los efectos del cambio climático.
"Para responder a estos desafíos, estamos más preparados ahora que
hace cinco años" porque "hemos desarrollado nuevas políticas y nuevos
instrumentos", dice el comunicado.
La población más pobre y la que vive en países dependientes de las
importaciones se encuentra en una situación más vulnerable ante el
aumento de los precios de las materias primas a nivel internacional
porque en los mercados locales eso significa que la gente destina la
mayor parte de sus ingresos a comprar comida.
Los tres organismos proponen un "enfoque dual" que consiste en
"apoyar inversiones a largo plazo en agricultura, sobre todo los
minifundios" y, al mismo tiempo, establecer "redes de seguridad para
ayudar a los consumidores y productores pobres a evitar el hambre, la
pérdida de activos y la espiral de la pobreza".
"Unas redes de seguridad asequibles, predecibles y transparentes
son algo totalmente necesario como protección frente a los recurrentes
picos en los precios y a las crisis", han señalado la FAO, el FIDA y el
PMA en referencia a los sistemas de protección social.
También consideran necesario que los pequeños productores de
alimentos dispongan de herramientas mejores para aumentar su
productividad, aumenten su acceso a los mercados y estén menos expuestos
a los riesgo. Además, la gente necesita "empleos y sueldos decentes"
para poder obtener la comida que necesitan.
En cuanto a lo que no se debe hacer, los tres organismos
recomiendan que los países eviten "comprar compulsivamente" e imponer
restricciones a las exportaciones. Asimismo, recuerdan la importancia de
actuar sobre las causas del aumento de los precios de los alimentos.
En los últimos cinco años ha habido tres momentos en que se ha
registrado un importante incremento. A veces se debió a las condiciones
meteorológicas, otras a desastres naturales como inundaciones y en otros
casos al uso cada vez más frecuente de reservas de alimentos para fines
distintos de la alimentación o a la especulación financiera.
"Somos vulnerables porque, incluso en un año bueno, la producción
mundial de cereales apenas alcanza para satisfacer la creciente demanda
de alimentos, pienso y combustible en un mundo en el que cada año hay 80
millones de bocas más que alimentar", han explicado las tres agencias
de Naciones Unidas.
"Estamos en riesgo porque solo unos pocos países son grandes
productores de alimentos básicos, y cuando se ven afectados, todos los
demás lo están también", han agregado.
Por eso ven necesario "promover una producción de alimentos
estable en los países pobres que importan comida", para que haya más
alimentos disponibles en los mercados locales y se generen puestos de
trabajo e ingresos, especialmente en las zonas rurales, donde viven el
70 por ciento de los pobres del mundo.
"También debemos abordar el hecho de una tercera parte de los
alimentos que se producen se pierden porque se deterioran o se dañan",
han destacado.
Por último, el comunicado recomienda "revisar y ajustar" las
políticas que promueven usos alternativos de los cereales, por ejemplo
reduciendo la producción de biocombustible cuando el suministro de
alimentos está en riesgo.
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