BERLÍN.- Los obispos alemanes han decidido que la apostasía fiscal
lleva añadida una apostasía espiritual, de modo que quien no pague el
correspondiente impuesto a la Iglesia no podrá recibir la comunión,
bautizarse o casarse por el rito católico, ni siquiera trabajar en
instituciones católicas, como escuelas u hospitales. Se calcula que cada
año, unos cien mil alemanes causan baja en la Iglesia católica para no
pagar el impuesto.
Todos los alemanes que se declaran oficialmente católicos,
protestantes o judíos están obligados a pagar aproximadamente un 8%
sobre el total de sus impuestos anuales. Hasta ahora, muchos ciudadanos
no declaraban pertenecer a ninguna confesión pero seguían participando
de las actividades de la Iglesia.
La Conferencia Espiscopal alemana ha aprobado un decreto,
respaldado por el Vaticano, para acabar con esas situaciones, en el que
queda claro que «no se puede separar la comunidad espiritual de la
Iglesia de la Iglesia institucional». A partir de ahora, quien no
declare su afiliación religiosa y pague no podrá trabajar en
instituciones católicas ni recibir los sacramentos, excepto la bendición
antes de la muerte y el entierro religioso si la persona da muestras de
arrepentimiento.
No será una excomunión automática. Los afectados serán invitados por
un párroco a una reunión para que reconsideren su negativa a contribuir
económicamente a los gastos eclesiásticos. En Alemania hay 24 millones
de católicos. En 2010, la Iglesia católica recaudó en impuestos unos
8.000 millones de euros.
El detonante del decreto es la reclamación de jurista jubilado de la
Universidad de Friburgo, experto en temas religiosos, Hartmut Zapp,
quien renunció a pagar el impuesto pero considera un derecho seguir
siendo miembro de la Iglesia católica. Un Tribunal administrativo tiene
que resolver ahora la demanda presentada por el obispado.
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