WASHINGTON.- Cuatro
años después del pico de la crisis financiera, que se tradujo en una
reducción drástica de los salarios, Estados Unidos se reencuentra con el
favor de los empresarios industriales y aventaja así a otras zonas de
producción como Asia o Canadá.
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, ha hecho de esta
situación uno de sus argumentos de campaña para convencer a los
electores de que la economía estadounidense está mejorando: "Hacer
negocios cada vez es más difícil en China" donde "los salarios
aumentan", así "como los costes de envío", aseguró en mayo. "Durante
este tiempo, los trabajadores estadounidenses se han hecho cada vez más
productivos" y, "para muchas empresas, comienza a ser lógico traer
empleos" a Estados Unidos, añadió Obama.
El presidente hacía referencia especialmente a un estudio de la
consultora BCG que afirmaba que el 48% de las empresas que poseen una
cifra de negocios de más de 10.000 millones de dólares contemplan
trasladar su producción de China hacia Estados Unidos.
Esta tendencia a la "relocalización" comenzó "con la perspectiva de
la recuperación en Estados Unidos", para estar así más cerca de los
clientes y evitar con ello los grandes costes de transporte desde China,
por ejemplo, tal y como subraya Adam Fleck, economista del centro de
investigación Morningstar.
Todo ello, sin contar con las perspectivas de energía abundante y a
buen precio derivada del 'boom' del gas de esquisto en Estados Unidos.
En este sentido, Fleck cita como ejemplo a los proveedores de
materiales para la construcción como Terex, que fabrica plataformas y
grúas, o el constructor de maquinaria agrícola Agco.
Gigantes como General Electric (GE) y Caterpillar, pese a no
disminuir su producción en China, tienden a desarrollar cada vez más su
producción en Estados Unidos en comparación con su actividad de hace
unos años. GE "está construyendo 15 nuevas plantas en Estados Unidos y,
sólo en 2011, creó 10.000 nuevos empleos", subrayó el portavoz del
conglomerado estadounidense, Sébastien Duchamp.
Por otro lado, el alto nivel del yen y los riesgos que implica la
distancia geográfica en el desarrollo de la cadena de producción, como
se pudo comprobar durante el terremoto que sacudió Japón el pasado año,
condujeron igualmente a los constructores de automóviles estadounidenses
y japoneses a aumentar sus capacidades de producción en Estados Unidos.
Caterpillar también "redujo sus capacidades de producción en Japón
para relocalizarlas (especialmente) en Texas" (sur de Estados Unidos),
resaltó Fleck.
En el mismo sentido, los sacrificios salariales consentidos en
numerosos gremios para preservar empleos, principalmente en el sector
automovilístico, incitan a los grandes grupos estadounidenses a
repatriar su producción en Canadá hacia el sur de la frontera.
Así pues, los constructores de automóviles en Estados Unidos cerraron
algunas plantas en Ontario, mientras que los empleados de Ford y GM en
Canadá esquivaron nuevos cierres esta semana al aceptar nuevas
reducciones salariales. Por su parte, Caterpillar, cerró también una
fábrica en Ontario a principios de 2012.
"¿Estados Unidos va a convertirse en una nación de bajo coste?",
ironizó Evariste Lefeuvre, economista de Natixis, en el libro 'El
renacimiento estadounidense', que aparecerá próximamente. Según él, repatriar a Estados Unidos la
producción de países como China, donde los obreros reciben sueldos de
"500 dólares al mes", no tiene ningún sentido.
Para Lefeuvre, la renovación de la producción estadounidense debería
centrarse más en la formación "de personal con técnicas modernas de
producción que permitirían reforzar el atractivo del territorio, lo que
tendría efectos multiplicadores sobre los empleos y los servicios
locales".
No hay comentarios:
Publicar un comentario