Durante los últimos meses la economía china ha desafiado las
expectativas y se ha desacelerado en forma mucho más dramática haciendo
temer que el aterrizaje no sea tan suave como estimábamos. El curso
seguido por el Shanghai Composite Index (en la gráfica) demuestra que
ésta ha sido una tendencia indeclinable y que China no escapa a la
pandemia que viven los países de occidente. En una breve síntesis: la
economía China comienza a dar cuenta de su debilidad para contener la
crisis que vive occidente y se desacelera más rápido de lo previsto.
En
los últimos años el gigante asiático creció a niveles más allá de lo
permitido. Pero esa tendencia ha decaído y ya no es solo la caída de los
índices industriales sino también la caída en los niveles de crédito y
en la construcción. El índice de la bolsa de Shanghai ha descendido a
los niveles de febrero de 2009 dando cuenta de una caída del 50%. La
desaceleración económica de China se profundiza a medida que la crisis
europea no da señales de recuperación y que la economía de Estados
Unidos se mantiene estancada. Ambos bloques representan casi el 60% del
PIB global.
Como adelantábamos en el post El impacto de la desaceleración de
China en la economía mundial, la ralentización de la economía china
tendrá un impacto global dado que afectará al comercio y las
exportaciones. Este impacto ya lo han comenzado a sufrir Australia y
Brasil con la caída de sus exportaciones de materias primas y minerales.
Esta
gráfica, nos permite captar los momentos expansivos y contractivos de
la economía China. La volatilidad de los últimos años da cuenta de la
incertidumbre y de la debilidad de la economía global desde el estallido
de la crisis. Esto ha llevado a China a un lento crecimiento del PIB
que en el segundo trimestre de 2012 alcanzó una tasa anualizada de 7,6
por ciento, la más lenta desde el primer trimestre de 2009. Es además,
el sexto trimestre consecutivo de caída en el crecimiento de este
indicador. Y como China representa el 20 por ciento de la producción
económica mundial, una caída de su crecimiento económico tendrá
repercusiones globales.
De ahí que no sea fácil el camino para la economía china. Este país
se enfrenta a una burbuja inmobiliaria con alzas en los precios de las
viviendas del 150 por ciento en el período 2007-2011, y una inflación
que tocó máximos el año pasado con el 6,4 por ciento. Los precios de las
propiedades han descendido durante el último año, pero dado el débil
crecimiento económico en China, los bancos aún se enfrentan a los
problemas de los malos préstamos inmobiliarios.
Esto malos préstamos han hundido el mercado de valores y son una de
las principales consecuencias de la caída en el indice de la Bolsa de
Shanghai. Además, la crisis de la zona euro ha afectado sus
exportaciones dado que éstas constituyen el 30 por ciento del PIB. El
gran peligro es que esta caída puede también hundir a muchos países que
hasta el momento habían sorteado la crisis por el crecimiento de sus
exportaciones a China, como los casos de Australia y Brasil, que ya
comienzan a sentir el flagelo de la recesión.
(*) Magister en Economía
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