viernes, 19 de octubre de 2012

La línea de crédito preventivo que pide Rajoy en Bruselas está pensada para países sin fuerte impacto de la crisis financiera

MADRID.- La línea de crédito preventivo que pide Rajoy en Bruselas está pensada para países sin fuerte impacto de la crisis financiera y las cuentas bien encaminadas. Si una decisión política salva los escollos, las condiciones para la compra de bonos por el BCE provocarían la restricción del crédito para contener la inflación.

Y como puede hacerlo, no tendrá que acudir a ese dinero que le han prestado que, como no se requiere, los socios no tienen que desembolsar ni dar explicaciones de a dónde ha ido. Lo dicho, ideal. Pero este tipo de rescate no está pensado para cualquier Estado, es para aquellos que cumplen unas premisas. Y España no es uno de ellos.

El reglamento del Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE) establece que la asistencia financiera preventiva, o PCCL (Precautionary Conditioned Credit Line), será para contribuir al apoyo de políticas macroeconómicas y financieras sólidas y para prevenir crisis financieras en aquellos países que aún no las han sufrido con dureza, cuyos índices se mantienen dentro de una cierta estabilidad. Y ese no es el caso de España. No entra en esa definición, como tampoco en algunos de los criterios específicos que hay que satisfacer para obtener el PCCL.


El primero es cumplir con el Pacto de Estabilidad y Crecimiento, aquel que fijaba para 2013 un déficit del 3% para España. Ya no: se retrasó a 2014 por la imposibilidad de cumplirlo. Y aún se especula que se tenga que retrasar más. Al haberlo retrasado, España sí aprobaría este punto, como sucede con el segundo: mantener una deuda pública sostenible. Se prevé que llegue al 80% del PIB este año y estaría en la media europea.


‘Acceso a los mercados internacionales en condiciones sostenibles’ es el cuarto punto. El quinto, que la posición externa sea también sostenible… España se plantea pedir el rescate, sea el que sea, porque no tiene ‘acceso a los mercados internacionales en condiciones sostenibles’. Ha llegado a pagar el 6% por colocar su deuda y si su interés está reduciéndose al 4% es por la convicción de que pedirá ayuda a Europa para sostenerse.


El último condicionante se refiere a la banca: ‘Ausencia de problemas de solvencia en el sistema financiero’. Ese fue el motivo final, el ‘casus belli’, de la situación en la que se encuentra España y por la que pidió un rescate parcial de 100.000 millones para el sector financiero. Finalmente, según una auditoria encargada por el Banco de España por petición del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el BCE, se limitará en 59.300. Contando con la inyección de ese dinero, que aún no se ha realizado, la banca española podría ser solvente.


“Objetivamente España no cumple los requisitos, es verdad”, admite Juan Fernando Robles, profesor del Centro de Estudios Financieros, “pero se van a interpretar de una manera política, se va a entender que sí se cumplen o se está en ello y se concederá el rescate preventivo. Ya está madura la negociación, los ciudadanos empiezan a estar hartos y los líderes no pueden demorarse mucho porque el mercado puede rebotar si empieza a desconfiar. Por eso van a conceder esta ayuda y la prima de riesgo acabará en doscientos y pico”.


Se pueden saltar las condiciones, se puede conceder la ayuda a España porque, en principio, de las diferentes opciones de rescate, es la más barata para Alemania: no hay que poner dinero porque España se compromete a que no lo va a pedir. Hay que enseñarlo, decir que está ahí, pero no sale de la cartera: no va ni al bolsillo de España ni a la de ningún fondo común.


“Pero hay un problema”, advierte Moisés Martín, especialista en Desarrollo Internacional, Crecimiento y Competitividad: “La compra de bonos, que es lo que se haría en este tipo de rescate, puede generar tensiones inflacionistas y eso es algo que odian en Alemania. Y ahí es donde se juega la batalla, en evitar la inflación.


Las condiciones que se le impongan a España irán en ese sentido, en tratar de evitar la inflación. Existen varias formas de hacerlo. Una es establecer un calendario a España para cumplir con las condiciones, y si no llega se corta la compra de bonos. Una de esas ‘condiciones’ puede ser cumplir con el déficit y para eso tendría que recortar en pensiones y subsidios de desempleo. Y otra pasa porque el BCE esterilice la compra de bonos”. Al comprar bonos se inyecta liquidez en el mercado, eso provoca inflación. Se puede controlar la inflación si el BCE exige mantener o aumentar el dinero en las reservas de los bancos, lo cual, de hacerse, restringiría el crédito porque habría menos dinero para prestar.


“Condiciones va a ver”, asegura Victoria Torre, analista de Self Bank: “El BCE no va a comprar deuda a cambio de nada como hizo en 2011. Confió en los Estados, en que hicieran reformas y estos no acometieron ninguna en profundidad. Ahora no va a pasar por lo mismo. Nosotros apostamos porque independientemente del modelo, va a haber condicionalidad. Cómo se articule, que sea más o menos dura… pues ya se verá. Pero el Gobierno ya ha adoptado muchas medidas que podrían considerarse condiciones en una negociación de este estilo. Y debemos dejar de ver la condicionalidad como algo negativo. Si trae reformas estructurales, bienvenidas sean”.


Sea cual sean las condiciones a las que lleguen los países, se añadirán a las que ya fija el PCCL, que se acuerdan por el simple hecho de pedir esta ayuda: mantener informado al Fondo de todo lo relativo al gasto público y los ingresos fiscales; auditar las finanzas y de la metodología para contabilizar deuda y déficit; informar periódicamente del sistema financiero y realizar ‘stress test’ sobre la banca por la Autoridad Bancaria Europea. Estos dos últimos son innecesarios porque ya se están realizando.

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