PEKÍN.- Mientras Pekín se prepara para la transición de poder que realiza
cada década en el Congreso del Partido Comunista, que comenzó el jueves
en Pekín, el mundo exterior asiste a un crecimiento inexorable de su
poder económico: China es ahora la mayor exportadora del mundo, la
segunda economía más grande y controla unos 3,2 billones de dólares
(unos 2,5 billones de euros)en reservas de divisas extranjeras.
Sin embargo, la desconexión entre esos números y las vidas de
familias se encuentra en el centro de los problemas más
desconcertantes para los nuevos líderes: cómo sostener el crecimiento
económico, combatir la corrupción, reducir la brecha de riqueza y
preservar la legitimidad del partido ante las crecientes quejas
provocadas por décadas de gobierno con puño de hierro.
La mayoría de los economistas coinciden en que las reformas serán
vitales para evitar el estancamiento y problemas socioeconómicos
mayores. Lo que no está claro es cómo de agresivos serán los nuevos
líderes con las políticas.
El 13 por ciento de los 1.300 millones de chinos siguen viviendo
con menos de 1,25 dólares al día, según el Programa de Desarrollo de
Naciones Unidas, y Ghizhou tiene los ingresos por cabeza más bajos del
país.
En los últimos cinco años, Pekín ha apartado 415.000 millones
yuanes para financiar pensiones mínimas para los más necesitados,
mientras que la cobertura de la seguridad social, que incluye un seguro
básico de salud, se ha ampliado para cubrir a casi el 95 por ciento de
los hogares, y también se han extendido los cupones gratuitos para
escuela primaria.
Sin embargo, la buena voluntad de esas medidas ha sufrido por las
profundas sospechas de corrupción. En torno a medio millón de
funcionarios locales han sido castigados en los últimos cinco años por
sobornos y otras "violaciones de disciplina".
En toda China, la percepción de la corrupción rampante aumenta
las demandas de la gente de pedir responsabilidades a las autoridades, y
que el partido a menudo ignora.
Una sensación de impotencia está extendida, y algunos analistas
creen que supone una amenaza para la apreciada estabilidad del partido.
Tan enorme como la disparidad de ingresos entre ricos y pobres -
Pekín no ha publicado estadísticas oficiales de desigualdad durante más
de una década, pero Naciones Unidas estima que la brecha ha crecido de
manera constante en ese tiempo - el maltrato de los ciudadanos chinos
por los funcionarios puede ser un punto de inflamación más peligroso.
"El desafío principal no es la desigualdad de ingresos, es la
desigualdad de poder, y es mucho más difícil de manejar", dijo Martin
Whyte, un sociólogo de la Universidad de Harvard y autor de un libro
sobre China y sus disparidades.
Incluso en las zonas más prósperas de China, las presiones sobre
el sobre el Gobierno de abajo a arriba no son menos implacables. Hace
dos años, en la ciudad industrial de Xiaolan en el delta del río Perla -
la fábrica de China para el mundo - los trabajadores de un fabricante
de piezas para el coche Honda Lock se declararon en huelga, cansados de
sus bajos salarios y duro trabajo.
Su acción - un caso raro en una multinacional china - se propagó
rápidamente por las redes sociales. E inspiró a otros trabajadores de
fábricas de todo el país, y obligó a muchas compañías y autoridades
locales a responder elevando los salarios mínimos y beneficios.
En Honda Lock, el salario se ha incrementado un 30 por ciento
desde 2010, incluido la subida de las ayudas de vivienda y transporte.
El ejército de
trabajadores inmigrantes de China- una fuerza de 150 millones de
personas - en su mayoría siguen siendo ciudadanos de segunda clase, a
los que se les niega los beneficios sociales que perciben los
habitantes de las ciudades a través de un sistema de registro de
familias (o "hukou"), una política obsoleta de la era Mano que
originariamente intentaba controlar el éxodo rural.
El sistema significa que los hijos no pueden tener
educación gratuita.
Hasta ahora, las autoridades locales han rechazado peticiones
para una subvención de construcción de 5.000 yuanes que normalmente
tienen derecho la mayoría de los habitantes. Algunas familias pagan
primero 1.000 yuanes para agilizar la solicitud y luego esperan meses y meses sin respuesta.
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