domingo, 11 de noviembre de 2012

El "volcán de la desigualdad", reto del nuevo Gobierno chino

PEKÍN.- Mientras Pekín se prepara para la transición de poder que realiza cada década en el Congreso del Partido Comunista, que comenzó el jueves en Pekín, el mundo exterior asiste a un crecimiento inexorable de su poder económico: China es ahora la mayor exportadora del mundo, la segunda economía más grande y controla unos 3,2 billones de dólares (unos 2,5 billones de euros)en reservas de divisas extranjeras.

Sin embargo, la desconexión entre esos números y las vidas de familias se encuentra en el centro de los problemas más desconcertantes para los nuevos líderes: cómo sostener el crecimiento económico, combatir la corrupción, reducir la brecha de riqueza y preservar la legitimidad del partido ante las crecientes quejas provocadas por décadas de gobierno con puño de hierro.
La mayoría de los economistas coinciden en que las reformas serán vitales para evitar el estancamiento y problemas socioeconómicos mayores. Lo que no está claro es cómo de agresivos serán los nuevos líderes con las políticas.
El 13 por ciento de los 1.300 millones de chinos siguen viviendo con menos de 1,25 dólares al día, según el Programa de Desarrollo de Naciones Unidas, y Ghizhou tiene los ingresos por cabeza más bajos del país.
En los últimos cinco años, Pekín ha apartado 415.000 millones yuanes para financiar pensiones mínimas para los más necesitados, mientras que la cobertura de la seguridad social, que incluye un seguro básico de salud, se ha ampliado para cubrir a casi el 95 por ciento de los hogares, y también se han extendido los cupones gratuitos para escuela primaria.
Sin embargo, la buena voluntad de esas medidas ha sufrido por las profundas sospechas de corrupción. En torno a medio millón de funcionarios locales han sido castigados en los últimos cinco años por sobornos y otras "violaciones de disciplina".
En toda China, la percepción de la corrupción rampante aumenta las demandas de la gente de pedir responsabilidades a las autoridades, y que el partido a menudo ignora.
Una sensación de impotencia está extendida, y algunos analistas creen que supone una amenaza para la apreciada estabilidad del partido.
Tan enorme como la disparidad de ingresos entre ricos y pobres - Pekín no ha publicado estadísticas oficiales de desigualdad durante más de una década, pero Naciones Unidas estima que la brecha ha crecido de manera constante en ese tiempo - el maltrato de los ciudadanos chinos por los funcionarios puede ser un punto de inflamación más peligroso.
"El desafío principal no es la desigualdad de ingresos, es la desigualdad de poder, y es mucho más difícil de manejar", dijo Martin Whyte, un sociólogo de la Universidad de Harvard y autor de un libro sobre China y sus disparidades.
Incluso en las zonas más prósperas de China, las presiones sobre el sobre el Gobierno de abajo a arriba no son menos implacables. Hace dos años, en la ciudad industrial de Xiaolan en el delta del río Perla - la fábrica de China para el mundo - los trabajadores de un fabricante de piezas para el coche Honda Lock se declararon en huelga, cansados de sus bajos salarios y duro trabajo.
Su acción - un caso raro en una multinacional china - se propagó rápidamente por las redes sociales. E inspiró a otros trabajadores de fábricas de todo el país, y obligó a muchas compañías y autoridades locales a responder elevando los salarios mínimos y beneficios.
En Honda Lock, el salario se ha incrementado un 30 por ciento desde 2010, incluido la subida de las ayudas de vivienda y transporte.
El ejército de trabajadores inmigrantes de China- una fuerza de 150 millones de personas - en su mayoría siguen siendo ciudadanos de segunda clase, a los que se les niega los beneficios sociales que perciben los habitantes de las ciudades a través de un sistema de registro de familias (o "hukou"), una política obsoleta de la era Mano que originariamente intentaba controlar el éxodo rural.
El sistema significa que los hijos no pueden tener educación gratuita.
Hasta ahora, las autoridades locales han rechazado peticiones para una subvención de construcción de 5.000 yuanes que normalmente tienen derecho la mayoría de los habitantes. Algunas familias pagan primero 1.000 yuanes para agilizar la solicitud y luego esperan meses y meses sin respuesta.

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