lunes, 26 de noviembre de 2012

El supervisor único tendrá un órgano de preparación y otro de ejecución de decisiones

MADRID.- El director general de Servicios Jurídicos del Banco Central Europeo (BCE), Antonio Sáinz de Vicuña, ha avanzado este lunes que el supervisor único bancario europeo tendrá un órgano de preparación de las decisiones y otro de ejecución y que, según el borrador del reglamento en el que actualmente se está trabajando, las decisiones se tomarán por silencio positivo del Consejo de Gobierno.

   Durante su intervención en la jornada 'El sistema financiero español: crisis y reforma' organizada por Linklaters en la Bolsa de Madrid, Sáinz de Vicuña ha resumido los orígenes de la crisis financiera europea y la sucesión de decisiones adoptadas tanto por las instituciones comunitarias como por los estados miembros para hacerle frente.
   Así, ha señalado que el proyecto de reglamento de la supervisión bancaria única prevé una "separación entre la preparación y la ejecución de las decisiones, culminando en el único órgano de decisión que será el Consejo de Gobierno (del BCE) que, a su vez, será contrarrestado por un Consejo de Supervisión", un órgano en el que habrá representación de los supervisores bancarios nacionales, de la Comisión Europea y de la autoridad bancaria europea.
   "El Consejo de Supervisión será un foro, el centro de gravedad, de la supervisión europea, y preparará las decisiones del Consejo de Gobierno, con un sistema de silencio positivo, donde las decisiones se van a entender adoptadas a menos que el Consejo de Dirección decida rechazarlas o enmendarlas. En la parte de ejecución (de las decisiones que se adopten), el Consejo supervisor coordinará y controlará cómo se hace por parte de las autoridades nacionales", ha apostillado.
    Con respecto a la guía temporal de entrada en vigor de esta nueva autoridad comunitaria, Sáinz de Vicuña ha adelantado que la idea es que el reglamento base se apruebe a principios de enero, dado que el 1 de marzo del próximo ejercicio el Banco Central Europeo tiene que decidir qué entidades financieras serán objeto de supervisión directa --en principio, "todas las que tienen riesgo sistémico"---.
   En 2014 deberá comenzar a funcionar Basilea III, que se aplicará sobre las más de 6.300 entidades de la UE. En cualquier caso, Sáinz de Vicuña ha precisado que estas fechas pueden cambiar en virtud de las negociaciones que actualmente tienen lugar en Bruselas.
   La unión bancaria se entenderá completada cuando se cree el Fondo de Garantía de Depósitos Europeo y el Fondo de Reorganización y Resolución Bancaria, "en ambos casos con la posible necesidad de modificar los tratados". El responsable del BCE ha recordado asimismo que las entidades en las que se inyecten fondos europeos podrán ser supervisadas por el BCE "en cualquier momento".
   Según Sáinz de Vicuña, la decisión de crear una supervisión única en la UE está "justificada" por varias razones, comenzando por la "necesidad de asegurar" que "los euros que el BCE banca emite tengan el mismo valor que los que emiten los bancos centrales nacionales", para lo cual "hace falta que el sistema no discrimine entre bancos de un país y otro, porque forman parte de la unión monetaria".
   Además, también es necesario "controlar centralmente los flujos de liquidez en el conjunto de la zona monetaria, porque la crisis ha demostrado que en momentos determinados la liquidez fluye de un país a otro y crea burbujas y desequilibrios en la balanza de pagos" a la par que "deterioros en la calibración del riesgo bancario", lo que conduce a que parte de la banca se quede con "activos deteriorados".
   La idea también es que la supervisión común ayude a "superar la segmentación del mercado interbancario" que, con la crisis, "ha disminuido hasta quedar prácticamente congelado" dado que "apenas hay operaciones transfronterizas".
   Sáinz de Vicuña también ha alegado que, desde la puesta en marcha de mecanismos de rescate y recapitalización bancaria europeos, hace falta un supervisor común que garantice a los países que prestan los fondos que se protegerá el interés europeo y no el interés nacional. Lo mismo hace falta para las futuras medidas contracíclicas que se puedan adoptar cuando entre en vigor Basilea III.
   "Se dice que la supervisión única del BCE romperá el mercado único, pero no cambiara para nada el escenario de reglamentación común para los 27. Además, buscará armonizar la supervisión en todos los países. Lo único que cambia es cómo se aplican las normas, y ahí la supervisión del BCE suplanta, sustituye y complementa lo que hacen los supervisores nacionales", ha zanjado, equiparando el nuevo sistema al modo de funcionamiento de otras entidades como la Reserva Federal estadounidense.
   Sáinz de Vicuña ha recordado que "la salida de la crisis requiere que el sistema financiero vuelva a funcionar con normalidad" y ha defendido que, para lograrlo, hace falta que toda esta nueva normativa bancaria de la UE "dé mayor confianza" en el mercado.
   Sin embargo, en paralelo es necesario, a su juicio, avanzar en la solución de otros "defectos estructurales", tales como la "excesiva intermediación bancaria en la financiación de las empresas", el fomento de los mercados de capitales o el cumplimiento de las nuevas estipulaciones para el control de las finanzas públicas.
   Con ello, se podrá avanzar en la "coordinación de las emisiones de deuda pública, que puede permitir diversos grados --productos conjuntos, sincronización de emisiones" y que llevaría, "al final del trayecto, a los eurobonos". "Pero primero hace falta la OHIO-rule: 'own house in orden'", ha matizado el dirigente del BCE.
   Finalmente, Sáinz de Vicuña ha defendido las decisiones tomadas por el organismo emisor desde el estallido de la crisis --emisiones de deuda, mantenimiento y reducción de los tipos, ampliación de los plazos de financiación, eliminación de límites cuantitativos en las subastas, etc.-- porque, sin afectar a la inflación, permitieron que los bancos europeos accedieran a fondos y "se consiguió evitar el problema de liquidez en gran parte del sector", especialmente en los países periféricos, donde los bancos desconfían para redepositar los excesos de financiación.

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