VALPARAISO.- El hambre que soportan 49 millones de personas en América Latina se puede erradicar antes de 2025. Es posible, porque la región produce más alimentos de los que consume, y la agricultura familiar, como gran proveedora de comida y de empleos, debe ser uno de los pilares de ese logro, dice el ingeniero agrónomo español Ricardo Rapallo, coordinador de Iniciativa Amer.
Si bien los números indican avances -en 1990 había 65 millones de
personas con hambre o desnutrición- la pobreza es una de las causas que
impiden poner fin al problema. Además, para garantizar la seguridad
alimentaria es necesario adaptarse a las variaciones del clima. América Central y la región andina de América del Sur son las más vulnerables
a esos cambios, afirma Rapallo al que entrevistamos en la ciudad
chilena de Valparaíso.
¿Es posible erradicar el hambre en la región?
RR.- Las últimas cifras presentadas por la FAO indican que estamos en
torno de 49 millones de personas desnutridas, lo que representa el 10
por ciento de la población de América Latina y Caribe. Creemos que sí es
posible erradicar el hambre. Esta región produce más de lo que
necesita, no es un problema de producción y no es un problema técnico.
Los países han desarrollado capacidad, experiencia y tienen recursos
humanos y financieros. Pero, efectivamente, el desafío es grande,
seguimos en cifras que no corresponden con el grado de crecimiento
económico y de recursos que existen en la región.
América Latina es vista como una reserva alimentaria del mundo. ¿Cuáles son los problemas que nos impiden avanzar?
RR.- La región es productora y contribuye al sistema alimentario
mundial. Los problemas son diversos y cambian de país a país. Es la
región del planeta con mayor desigualdad que existe. Hay países que
además no disponen de capacidad fiscal o presupuesto para desarrollar
políticas públicas de la dimensión del problema, desde un enfoque de
derechos y para cambiar condicionantes estructurales, lo que daría
impulso a medio plazo para erradicar el hambre.
La reducción de la pobreza y la erradicación del hambre van juntas.¿Qué países han avanzado en la región?
RR.- Son dos factores que se alimentan. Donde hay pobreza hay
hambrientos y, cuando hay hambre, suele haber en general pobreza. En
este sentido, toda la política social se debe enfocar a la población
vulnerable, como también es imprescindible acompañarla de políticas de
educación y salud.
Nicaragua es un país que está avanzando en términos de los Objetivos
de Desarrollo del Milenio. La Guyana, en el Caribe anglófono, Brasil,
Perú también ha hecho avances importantes. Pero en los países que están
concentrados en el área del Caribe y América Central todavía hay que
trabajar, como Honduras, Guatemala, así como también en Bolivia y
Paraguay.
¿Cómo funciona la Iniciativa América Latina y Caribe sin Hambre?
RR.- La iniciativa fue promovida en 2005 por el liderazgo y visión
que tuvieron los entonces presidentes Óscar Berger de Guatemala y Luiz
Inácio Lula da Silva, de Brasil. Congrega al resto de los países de la
región en torno a la voluntad de erradicar el hambre en América Latina y
el Caribe en el período de una generación, para el año 2025.
Nació de la experiencia de esos dos países que han establecido el
tema del hambre como una prioridad política y un compromiso de Estado.
La FAO ejerce de secretaría técnica.
¿La experiencia de Brasil y de José Graziano con el programa Hambre Cero fue preponderante para que se creara esta iniciativa?
RR.- En 2005 el tema no era tan emergente en muchos países de la
región. Indudablemente, el espíritu de Brasil es fuerte en la
iniciativa, pues fue uno de los primeros en reconocer el problema y que
desarrolla una acción multisectorial para hacerle frente.
Desde que asumió Graziano la dirección general de la FAO, ¿cuáles son las nuevas directrices de la organización?
RR: La iniciativa está ahora en África
por impulso de Graziano. La FAO tiene una historia de 60 años y, en los
10 meses que lleva Graziano en la dirección general, comienza a haber
nuevas visiones y nuevas propuestas, muchas nacidas del modelo brasileño
y latinoamericano.
En diciembre, la FAO presenta sus cinco objetivos estratégicos,
reflejo de la visión que tienen los países emergentes del Sur para
enfrentar el hambre. La reducción de la malnutrición y la inseguridad
alimentaria, el compromiso político, la gobernanza y la política pública
de seguridad alimentaria son los tres grandes ejes.
¿Es posible relacionar el cambio climático y la seguridad
alimentaria? ¿Cuáles son los impactos que los cambios del clima pueden
tener en la malnutrición?
RR: Nuestro énfasis es entender cómo la variabilidad climática puede
afectar a las poblaciones más vulnerables. El pequeño productor suele
ser el más vulnerable pues vive con la incertidumbre en su planificación
de producción. La volatilidad en la tendencia de los precios afecta al
pequeño productor y al consumidor urbano pobre, quienes destinan gran
parte de sus ingresos al consumo de alimentos.
¿Cómo pueden adaptarse a esos cambios los pequeños productores y los agricultores familiares?
RR: Se están haciendo avances en la región con nuevas variedades y
tecnologías adaptadas, y hay que hacer mayor énfasis en los mecanismos
de adaptación tecnológica a estas variedades también para los pequeños
productores.
No hay comentarios:
Publicar un comentario