martes, 6 de noviembre de 2012

España: ¿una engañosa mejora de competitividad?

MADRID.- El progreso experimentado en la productividad y competitividad española en los últimos años se ha debido más a la peor cara de la crisis económica que al esfuerzo del país por dirigirse hacia estándares mundiales más avanzados en ambas materias.

Desde una perspectiva macroeconómica, analistas creen que la mejora de la productividad del factor trabajo ha venido de la mano de la continuada erosión del mercado laboral de los últimos años, cuando el objetivo debe ser el crecimiento de ambas variables como síntoma de salud económica.
"En una buena medida la mejora en términos de productividad se ha debido a la parte más fea de la crisis. Hasta ahora, ha sido una consecuencia de la desaceleración de nuestra economía", dijo Santiago Sánchez Guíu, coordinador de economía del Instituto Flores de Lemus de la Universidad Carlos III.
Con la tasa de paro más elevada de la zona del euro, España ha destruido más de tres millones de puestos de trabajo netos desde que comenzara la crisis en 2008, cuya primera derivada ha sido un aumento de la productividad por trabajador. La productividad habría aumentado en España un 11 por ciento desde comienzos de 2008, según datos recogidos en un informe de BBVA Research, que destacaba un crecimiento de los salarios inferior a la productividad.
En base a datos de Eurostat de septiembre, España desplazó a Grecia en el primer puesto de países de la eurozona por tasa de paro al superar el 25,8 por ciento de su población activa.
Pero si la productividad es un elemento clave para la adecuada lubricación del engranaje económico de un país, no lo es menos para refrendar la sostenibilidad de su capacidad de competir en los mercados internacionales.
Hay consenso entre analistas de que la crisis de la economía global desatada por la quiebra de Lehman Brothers y el desplome del sector inmobiliarios español - principal motor de crecimiento del país hasta 2008 - reveló la vulnerabilidad de una economía que había crecido sobre unas bases muy endebles y, desde luego, yermos desde la óptica de su mejora competitiva.
"España ha avanzado mucho, pero su patrón de crecimiento en la última década ha resultado frágil e insostenible a largo plazo", según un informe de la Fundación BBVA-Ivie de 2011, titulado 'Trayectoria y Perspectivas de la Economía Española'.
El desplome del consumo privado en un contexto de fuerte recesión económica, ha llevado aparejado una drástica reducción de las importaciones españolas cuyo efecto más directo ha sido un salto comparativo de las exportaciones, mejorando el saldo de la cuenta corriente vía balanza comercial, principalmente.
Los últimos datos difundidos por el Banco de España mostraron una mejora de la balanza corriente gracias a la balanza comercial que, hasta agosto, arrojó un crecimiento de las exportaciones del 7,4 por ciento interanual, mientras las importaciones se contrajeron un 2,6 por ciento.
"Es evidente que las exportaciones han mejorado, pero no está tan claro si han mejorado más por un proceso maduro de ganancia de competitividad vía racionalización de costes y producción o por el efecto de la crisis", dijo un analista, que pidió la confidencialidad.
El crash económico español, que ha llevado al país a su segunda recesión en tres años, ha obligado a las empresas a buscar negocio en el exterior, que, junto con la depreciación del euro en el mercado de divisas, han supuesto factores de apoyo para las exportaciones domésticas indisociables a la crisis.
En ámbito cambiario, el euro ha experimentado una depreciación de un 25 por ciento frente al dólar entre marzo de 2008 y los cambios de este martes.
El último informe sobre el índice de tendencia de competitividad (ITC) -ajustado en función de los precios al consumo- divulgado este martes por el Ministerio de Economía, mostró una mejora de casi 15 puntos, es decir un 13,3 por ciento, en comparación con la OCDE sin incluir la Unión Europea desde 2008 hasta junio de este año.
En comparación con la OCDE incluyendo los socios europeos -que también se han beneficiado, obviamente, de la depreciación de la moneda única-, la mejora fue del 2,3 por ciento.
- Gráfico del euro/dólar desde 2008: link.reuters.com/kyz73t
- BBVA Research sobre economía, citando productividad: link.reuters.com/deb83t
Desde que se iniciara la crisis económica, España ha bajado sustancialmente su diferencial de inflación frente a la media de la zona del euro - su principal socio comercial - llegando incluso a ser negativo en meses recientes y suponiendo una mejor plataforma para mejorar la competitividad del país.
Pero la persistente presión de los precios energéticos ejercida por el coste del petróleo y las distintas medidas fiscales - entre ellas la subida del IVA - adoptadas por el Gobierno español para mejorar el saldo de su déficit público, han vuelto a empujar a los precios en España, llevando nuevamente su diferencial a un nivel positivo frente a la eurozona.
En septiembre, este diferencial se situaba en +0,2 puntos frente a un mínimo de -0,9 puntos en marzo de 2012.
"El problema es que el consumo se ha debilitado tanto que los precios (no regulados) apenas tienen margen de subida. La mejora de la inflación comparada también es atribuible a la crisis más que a un proceso de transformación estructural de la economía", agregó el analista.
Pese a todo, es comúnmente reconocido que el proceso de ganancia de competitividad es lento, haciendo visibles sus resultados a largo plazo mediante la adopción de medidas estructurales fundamentalmente.
Según analistas, el Gobierno español ha hecho avances en esta materia desde su llegada al poder, ahora hace un año, introduciendo cambios profundos en el ámbito laboral.
"El Gobierno va en el buen camino y tiene hecho un buen diagnóstico, pero este camino es lento y no da réditos en el corto plazo. Pero debe ir más rápido en esta materia", dijo Rafael Pampillón, director de IE Business School y catedrático de la Universidad de San Pablo.
Una parte trascendental de los avances en el terreno de la competitividad deben venir de la educación y de la inversión en investigación y desarrollo.
Una opinión extendida entre analistas es que la crítica situación de la economía española y el compromiso del país para reducir su déficit excesivo representan un torpedo contra la misma línea de flotación en el avance de la competitividad de España en el más largo plazo.
En este sentido, la responsable de estrategia y economía de Cortal Consors, Estefanía Ponte, sostiene que las restricciones presupuestarias en el campo de la educación y la escasa inversión del país en investigación y desarrollo, junto con los pobres niveles de inversión de las empresas en bienes de equipo, presagian un sombrío panorama en este campo.
Los intensos recortes abordados por las distintas administraciones públicas para cumplir con sus compromisos presupuestarios, ha expulsado del ámbito doméstico de la investigación a no pocos profesionales, que han tenido que salir del país para encontrar un futuro más prometedor.
Pero si el análisis macroeconómico de la evolución de la competitividad no arroja resultados muy satisfactorios, distinto es el corolario desde la óptica microeconómica.
No pocos analistas comparten la tesis de que el estudio de la actividad empresarial ofrece un panorama más saludable sobre la evolución de la competitividad en España.
"Se ha puesto de manifiesto en 2010, 2011 y en menos medida en 2012, que la competitividad en España viene sobre todo de las empresas y que éstas han hecho de la necesidad una virtud", dijo Emilio Ontiveros, presidente de Analistas Financieros Internacionales.
De entre los principales grupos empresariales que cotizan en el Ibex 35 de la bolsa española, varios de ellos concentrar la mayor parte de su negocio en el ámbito exterior.
Es el caso de Telefónica, un 75 por ciento de su negocio está basado en el exterior.
Con relación a los dos grandes bancos, un 84 por ciento del beneficio de Santander procede del segmento internacional y en el caso de BBVA, el 71 por ciento de su margen bruto procede también del ámbito exterior.
OHL, un grupo dedicado básicamente a la concesión de infraestructuras y la construcción de obra pública, obtiene el 73 por ciento de sus ventas en los mercados exteriores, donde su presencia se extiende a más de 30 países.
No obstante, economistas sostienen que las empresas españolas aún deben diseñar su estrategia en el exterior bajo parámetros más acordes con la realidad que impone la globalización.
"Es importante avanzar más en materias tales como ajuste de márgenes, mejoras en los costes laborales y una mayor apertura, ahora incipiente, a los mercados de mayor crecimiento, sobre todo, concentrados en Asia", agregó Ontiveros.

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