viernes, 16 de noviembre de 2012

La recesión de Europa no es tan mala como parece / Richard Barley

Una recesión nunca es una buena noticia, aunque sea esperada. La economía de la eurozona encaja perfectamente con la definición que aparece en los libros de texto: sufrió una contracción del 0,1% en el tercer trimestre después de caer un 0,2% en el segundo.

Al parecer, la recesión comenzó en el tercer trimestre de 2011, según el CEPR (Centre for Economic Policy Research) de Londres, que mide los ciclos de negocios basándose en tendencias económicas más generales. Aun así, hay una noticia positiva que indica que la recesión no es tan grave como muchos temían.

Tanto Alemania como Francia crecieron un 0,2% en el tercer trimestre del año, lo que resulta más sorprendente en el caso de la economía gala. Italia se contrajo sólo un 0,2%, una importante mejora con respecto a la caída del 0,7% del segundo trimestre. En España, los datos de la recesión prácticamente no han variado; el país sufrió una contracción del 0,3%. Estos cuatro países representan un 75% del PIB de la eurozona; juntas, sus economías se mantuvieron estables, en términos generales. Por una vez, los sobresaltos no han llegado de los estados más débiles del sur de Europa. Tanto Portugal como Grecia siguen inmersos en la recesión, pero los datos de su PIB no ofrecen motivos para alarmarse.

En su lugar, fue el PIB holandés el que cayó un preocupante 1,1% en el trimestre, muy por encima de lo previsto. Sin embargo, el dato es reflejo de algunas características peculiares: los hogares holandeses son los más endeudados de Europa, y han visto caer el precio de la vivienda un 16% desde su máximo de 2008, lo que ha supuesto un duro golpe para la confianza de los consumidores. La economía holandesa también es muy abierta, lo que convierte las exportaciones en una importante vía de crecimiento especialmente vulnerable al estancamiento de la eurozona.

Es verdad que el cuarto trimestre parece incierto. En Francia, la consolidación fiscal se hace sentir, lo que implica que los consumidores podrían reducir el gasto. Las sólidas cifras de producción industrial en el tercer trimestre pueden invertirse en el cuarto. Los sondeos y los datos de confianza pintan un panorama sombrío. El desempleo ha escalado hasta marcar un récord desde la entrada del euro del 11,6%.

Pero hasta el momento, los malos datos de los sondeos que sugerían una rápida propagación del malestar por la eurozona se han visto contrarrestados por una situación real más sólida. Por otra parte, las condiciones de financiación para los bancos y las empresas han mejorado significativamente desde julio, lo que sugiere una mejora de la situación financiera. En algunos países, como Italia, las presiones fiscales deberían relajarse. La economía de la eurozona no va a experimentar un rápido repunte. Pero el miedo a que esté sumida en una espiral descendente parece exagerado.

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