sábado, 29 de diciembre de 2012

Desperdicio de alimentos, otro récord de Estados Unidos

WASHINGTON.- Estados Unidos exhibe hoy la cifra récord de echar a la basura 165.000 millones de dólares en comida, el 40% de la producida, según cálculos del Consejo de Defensa de los Recursos Naturales. Esa organización, conocida también como Onda Verde, afirmó en un informe que esa cantidad desperdiciada representa una cuarta parte del agua consumida en ese país para el cultivo y elaboración de alimentos.

De acuerdo con sus especialistas, los consumidores estadounidenses, como en tantos otros países industrializados, están muy desligados de la cadena alimenticia y los volúmenes de recursos que en ella se invierten, por lo que es escasa la conciencia individual y colectiva sobre el tema.

Cuando botan a la basura no piensan en la cantidad de agua, ni el abono, ni la tierra fértil que se invirtió en la producción, afirma el documento en sus conclusiones.

Datos de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, (FAO) refieren que a nivel mundial casi el 30% de los alimentos son tirados o estropeados, cifra equivalente a 1.300 millones de toneladas producidas en vano.

En los países de la Unión Europea aproximadamente 90 millones de toneladas van a parar a la basura, o sea, 280 kilogramos por persona.

Asimismo, un 20% de esas pérdidas tiene lugar en la agricultura (cosecha y selección de productos), otro 40% ocurre en el transporte, el comercio y el procesamiento y casi el mismo porcentaje cuando ya está en manos de los consumidores.

Es inaceptable desperdiciar tanta comida cuando 900 millones de personas, uno de cada siete habitantes en el mundo, muere de hambre o sufre desnutrición crónica en un planeta en el que se produce el doble de los alimentos que se necesitan.

Caludio Bereta, científico adjunto de la Escuela Politécnica Federal de Zúrich, Suiza, afirmó que el origen del problema está en la distribución absolutamente desigual del poder adquisitivo.

En su opinión, las personas adineradas usan los productos alimentarios para el combustible de sus automóviles, mientras que la gente pobre no tiene dinero suficiente para cubrir ni siquiera sus necesidades elementales.

"Mientras persista esa diferencia de recursos financieros, sería bueno que el mercado mundial ofreciera los alimentos básicos a precios módicos. No puede haber competencia entre los productos alimentarios utilizados para fines energéticos y los empleados para comer", aseguró.

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