BRUSELAS.- Los ministros de Economía de los 27 han
logrado este jueves, tras 14 horas de negociaciones, un acuerdo para
convertir al Banco Central Europeo (BCE) en supervisor bancario de la
eurozona. No obstante, el BCE sólo controlará directamente a los grandes
bancos, mientras que las entidades más pequeñas seguirán bajo la
responsabilidad de las autoridades nacionales, tal y como quería
Alemania.
El comisario de Servicios Financieros, Michel Barnier, ha cifrado
en alrededor de 200 los bancos que serán supervisados por el BCE del
total de 6.000 que hay en la eurozona.
La creación de un supervisor bancario único es la condición previa
para la recapitalización directa de la banca a cargo del fondo de
rescate (MEDE) y el primer paso para poner en marcha una unión bancaria,
cuyo objetivo es romper el "círculo vicioso" entre riesgo bancario y
riesgo soberano.
Los líderes europeos ratificaran el compromiso en la cumbre que
comienza este jueves, y en la que se acordará una hoja de ruta para el
futuro de la eurozona. El presidente de la Comisión, José Manuel Durao
Barroso, ha dicho que la creación del supervisor único es el paso más
importante para aumentar la integración.
El acuerdo supone una victoria para Alemania, que quería mantener
el control de sus cajas y que el BCE se ocupara sólo de las entidades
sistémicas.
En contraste, Francia y España habían defendido hasta el último
momento que el órgano presidido por Mario Draghi supervisara a todos los
bancos, alegando que también las entidades pequeñas provocan problemas
sistémicos. Pero han acabado renunciando a sus exigencias para lograr un
compromiso.
El compromiso final, pendiente de ratificación por parte de la
Eurocámara, encomienda al BCE la supervisión directa de los bancos cuyos
activos superen los 30.000 millones de euros o el 20 por ciento del PIB
del país en el que estén establecidos.
No obstante, el BCE tendrá derecho a asumir en cualquier momento
el control directo de un banco pequeño si lo considera necesario.
Alemania y Holanda han logrado además retrasar a marzo de 2014 la
entrada plena en funcionamiento del supervisor único, y por tanto de la
recapitalización directa. No obstante, Barnier ha asegurado que el MEDE
podría decidir inyectar fondos de forma directa en un banco en crisis
antes de esa fecha, en cuyo caso pediría al BCE que asumiera la
supervisión de la entidad en cuestión.
Para separar la política monetaria de las nuevas tareas de
supervisión, se creará un nuevo consejo de supervisión en el BCE en el
que se garantiza además la igualdad de trato a los países de fuera del
euro. No obstante, la última palabra la seguirá teniendo el consejo de
gobierno de la autoridad monetaria, donde sólo están representados los
países euro, porque así lo marca el Tratado.
Por ello, el compromiso final sugiere que cuando haya una reforma
del Tratado se adoptarán las medidas necesarias para crear la "muralla
china" de separación que exigen Alemania, Suecia o Austria entre
política monetaria y supervisión.
Por lo que se refiere al reparto de poder en el seno de la
Autoridad Bancaria Europea (EBA), que seguirá siendo la responsable de
elaborar los estándares técnicos para todos los bancos de la UE, Reino
Unido ha logrado su propósito de lograr derechos especiales para no
quedar siempre en minoría frente a los países del euro.
En este sentido, se instaura un nuevo sistema de votación que
obligará a que las decisiones se tomen por una doble mayoría de países
que están en el mecanismo de supervisión único y de los que no
participan. Ello da más peso al voto de Londres.
El Ejecutivo comunitario espera que todos los países de fuera del
euro se sumen al mecanismo de supervisión única, excepto Reino Unido,
Suecia y República Checa.
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