MADRID.- El sector financiero español recordará 2012 como un
año clave para sanear el empacho de 'ladrillo' originado durante la fase
de expansión económica y de inflado de la burbuja inmobiliaria. Un
saneamiento que obligó a España a solicitar un rescate a la UE, que ha
aportado unos 39.000 millones de euros en ayudas a cambio de fuertes
ajustes de personal y oficinas.
La afirmación de que España tenía el sistema financiero "más sólido"
del mundo se desvanecía y la banca española sufría en los mercados. El
año se iniciaba con la primera reforma financiera del ministro de
Economía, Luis de Guindos, con la que se obligaba a elevar las
provisiones y fijar un colchón de capital de 54.000 millones para cubrir
el riesgo inmobiliario.
Pero las dudas de los inversores sobre el sector financiero se
trasladaban a la deuda pública, con la prima de riesgo disparada. Esto
llevaba a De Guindos tan solo tres meses después a exigir unos 28.000
millones adicionales para afrontar eventuales pérdidas por el pinchazo
de la burbuja inmobiliaria. La cobertura total del sector financiero
alcanzaba los 137.000 millones, es decir, el 45% de los 304.000 millones
vinculados al ' ladrillo'.
El objetivo de De Guindos II, como se conoce de forma oficiosa a
las medidas para limpiar los balances bancarios, era atajar la
incertidumbre surgida a raíz de la dimisión del por entonces presidente
de Bankia, Rodrigo Rato, y la consiguiente nacionalización de la
entidad. Un banco sistémico que requería la rápida intervención del
Gobierno y que precipitaría un cambio sin precedentes en la banca
española en los siguientes seis meses.
Un mes después del rescate de Bankia, el Gobierno tuvo que
solicitar a la UE una ayuda para recapitalizar la banca, ante las
dificultades que encontraba el Estado español para financiarse en los
mercados. Bruselas entonces puso a disposición del Ejecutivo español
hasta 100.000 millones que perseguían romper el vínculo entre el sector
financiero y la prima de riesgo. Pero el rescate financiero español
implicaría duras condiciones a la banca nacionalizada.
Unas exigencias que se recogerían en un Memorandum de
Entendimiento (MoU) y cuyas líneas generales pasaban por escanear los
balances y determinar las necesidades de capital de cada una de las
entidades. El Gobierno tendría además que crear la Sociedad de activos
procedentes de la reestructuración bancaria (Sareb), el 'banco malo'
español.
La clave para conocer cuánto de los 100.000 millones puestos a su
disposición iba a utilizar el Gobierno para reestructurar el sistema
financiero español sería el resultado de las pruebas de estrés que
elaboraría la consultora Oliver Wyman. El déficit de capital de la banca
española se quedó en hasta 53.745 millones teniendo en cuenta los
procesos de fusión hasta el momento y en un escenario muy adverso y con
sólo un 1% de probabilidad de cumplimiento. Y la mejor noticia: siete
entidades (Santander, BBVA, Caixabank+Banca Cívica, Kutxabank,
Sabadell+CAM y Unicaja+Ceiss) no tendrían dificultades para encarar un
futuro muy poco halagüeño.
La piedra angular para liberar la ayuda de la UE sería también la
creación de la Sareb. En un proceso inicial de saneamiento que apenas
arrancaba con fusiones y que no se traducía en una mejora del crédito
bancario, el 'banco malo' tendría que culminar la limpieza de balances.
El total de crédito y activos 'tóxicos' de la banca nacionalizada hacia
la Sareb ascenderá a unos 36.085 millones, que posteriormente alcanzará
entre 50.000 y 55.000 millones una vez que en febrero de 2013 las
entidades del Grupo 2 (con ayudas públicas pero no en manos del Estado)
completen el trasvase.
El 'banco malo' será en el próximo año el mejor termómetro para
medir la confianza en el devenir del sector financiero y en las medidas
del Gobierno. Tras contar en una fase inicial con la ausencia destacada
del BBVA, el proyecto arrancaba con la entrada de 14 nuevos inversores,
de los que la mayoría son accionistas privados (55%) y el resto, capital
público (45%). Está por ver si los inversores extranjeros se interesan
más en una sociedad en la que cuestionan la rentabilidad de entre el 14%
y el 15% para los 15 años que se estima perdure el proyecto. Cómo
contribuirá el 'banco malo' a restablecer el crédito y dinaminzar el
sector inmobiliario se comenzará a vislumbrar en 2013.
La reordenación del mapa bancario estará determinada por la
imposición de la Comisión Europea de reducir tamaño en más de un 60% a
la banca nacionalizada (Bankia, Catalunya Caixa, Novagalicia Banco y Banco de Valencia) hasta 2017, lo que supondrá recortar a la mitad su red de oficinas.
Esta es la condición que exigía Bruselas para autorizar la
inyección de capital de 37.000 millones de euros del fondo de rescate de
la UE (MEDE) con el fin de garantizar su viabilidad. En concreto, Bankia
ha recibido 17.960 millones de euros; Cataluña Caixa, 9.080 millones de
euros; Novagalicia Banco, 5.425 millones; y Banco de Valencia, 4.500
millones. De momento, el mayor ajuste lo protagonizará Bankia, que ha planteado inicialmente despedir a unos 5.000 empleados y cerrar alrededor de 1.100 oficinas.
La Comisión Europea además exigirá un recorte de tamaño del 30% de
media a Banco Mare Nostrum (BMN), Banco Ceiss y Liberbank hasta 2017 y
forzará la absorción de Caja3 por parte de Ibercaja. Nuevas exigencias
ante una factura de ayudas que se incrementa hasta los 41.333 millones,
con 2.500 millones para capitalizar el 'banco malo'.
La concentración del sector seguirá adelante en el próximo curso,
tras recibir unas ayudas de alrededor 52.000 millones desde que se
iniciara la crisis. En 2012 se han adjudicado las entidades con
problemas de solvencia por un simbólico euro ante el reto que supone
integrar sus deteriorados balances: la CAM fue a parar a Banco Sabadell,
Unnim a BBVA y Banco de Valencia a Caixabank. La competencia por
mantener posiciones entre la gran banca hace pensar que Santander pujará
por Catalunya Banc, cuya subasta se prevé quede finalizada en el primer
trimestre.
La otra entidad en liza para ser subastada será Novagalicia Banco,
cuyo proceso de venta podría iniciarse nada más culminar el de la
antigua caja catalana. Aunque está por ver si las ambiciones de José
María Castellano de seguir en solitario se imponen a la celeridad
impuesta por Bruselas para buscar inversores privados.
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