WASHINGTON.- El presidente de EE.UU., Barack Obama, realizó una
enérgica defensa en Michigan de los sindicatos como una fuerza que ha
construido a la clase media del país, en vísperas de una marcha
multitudinaria en contra de una ley estatal que limitaría la influencia
de los gremios.
"Lo que no deberíamos estar haciendo es intentar eliminar los
derechos de ustedes de negociar mejores salarios y condiciones
laborales", dijo Obama al visitar una fábrica de motores de Daimler en
las afueras de Detroit (Michigan).
"Estas leyes denominadas como 'derecho al trabajo' no tienen que ver
con la economía, tienen que ver con política, y (sus promotores) lo que
quieren es darte el derecho a trabajar por menos dinero", ironizó Obama.
Interrumpido por aplausos, Obama señaló que tan sólo en Michigan los
trabajadores fueron clave en la resurrección de la industria
automovilística, y que los sindicatos "han ayudado a construir a una
clase media más fuerte y a un EE.UU. más fuerte".
Según Obama, la "ventaja comparativa" de Estados Unidos no yace en
una clase trabajadora sin derechos y con bajos salarios porque, a fin de
cuentas, "siempre habrá algún otro país que trate aún peor a sus
trabajadores".
En ese sentido, el mandatario urgió abandonar situaciones en las que
"se fabrican crisis" con motivaciones políticas porque, a su juicio, eso
"conduce a menos certidumbre, más conflicto" y no al crecimiento
económico.
Aunque el propósito de su visita a la fábrica de Daimler fue
continuar su ofensiva a favor de una prórroga de los recortes
tributarios para la clase media, esta es la defensa más enérgica que ha
hecho Obama de los sindicatos tras los comicios de noviembre pasado.
Pero su alocución probablemente llega demasiado tarde, ya que la
legislatura estatal someterá mañana a un voto definitivo la medida que
establecería a Michigan como el 24 estado de la nación en contar con una
ley que debilita a los sindicatos.
La aprobación de la ley estatal, que está prácticamente asegurada,
tendría una gran carga simbólica y sería un duro revés para el
movimiento sindical en EE.UU., que mostró su peso en las urnas en
noviembre pasado.
Para sus partidarios, la ley le da a los trabajadores la "libertad"
de decidir si quieren unirse o no a un sindicato -y pagar la debida
cuota- como condición de empleo.
El gobernador republicano de Michigan, Rick Snyder, se ha
comprometido a promulgar la ley en cuanto la reciba, tan pronto como
esta semana.
Los detractores de la ley han convocado para mañana una gran
manifestación en Lansing, capital de Michigan, para la que se esperan
miles de personas frente a la legislatura estatal, bajo control
republicano.
De ser aprobada hoy, la legislación entraría en vigor en abril de
2013 pero no afectaría a los contratos colectivos ya existentes.
Michigan es cuna de la industria automovilística y los "Tres Grandes"
del motor estadounidense, General Motors, Chrysler y Ford, tienen
contratos vigentes con el Sindicato de Trabajadores del Automóvil (UAW,
en inglés) hasta septiembre de 2015.
Obama elogió que, hoy mismo, Daimler anunció una inversión de 120
millones de dólares para su fábrica en Redford (Michigan), que creará
115 empleos para construir transmisiones y turbocompresores, todos
protegidos por un sindicato.
Pero la protección de los contratos vigentes es magro consuelo para
los detractores de la ley, entre ellos la mayoría de la maquinaria
demócrata, que arguyen que ésta deprime aún más los salarios y
beneficios de los trabajadores.
Se apoyan, por ejemplo, en un análisis reciente del Instituto de
Política Económica, de corte progresista, que señaló que los
trabajadores en estados con las denominadas leyes de "derecho al
trabajo" ("right-to-work", en inglés) suelen ganar 1.500 dólares anuales
menos que sus pares en estados donde no existen esas leyes.
La mayoría de estados que permite la voluntariedad de unirse a un
sindicato en el sector privado están en el sur, y Michigan podría
convertirse en el segundo gran estado industrial, tras Indiana a
comienzos de 2012, en sumarse a medidas como ésta.
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