PARÍS.- El presidente francés electo, François Hollande,
recibió este martes un espaldarazo de las autoridades europeas a sus
planes en favor del crecimiento económico, aunque seguían llegándole
advertencias para que respete los compromisos de austeridad fiscal
asumidos por París.
El presidente de la Unión Europea (UE), Herman Van Rompuy, anunció
este martes una cumbre informal de dirigentes europeos para el 23 de
mayo, en la que se debatirán medidas para reactivar el crecimiento. Será
la primera reunión de jefes de Estado y de Gobierno de la UE a la que
asistirá el socialista Hollande como presidente francés.
En una conferencia de prensa en Bruselas, el presidente de la
Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, alentó a "aprovechar la
dinámica actual para aplicar las medidas planteadas" por sus servicios y
"reactivar el motor averiado del crecimiento europeo".
"Debemos intensificar nuestros esfuerzos para reforzar el
crecimiento, debemos aumentar las inversiones públicas y hacer un buen
uso" de ellas, abundó el comisario de Asuntos Económicos, Olli Rehn.
Más allá del marco de la UE, el director de la Organización Mundial
de Comercio (OMC), el francés Pascal Lamy, próximo a Hollande, abogó por
un "presupuesto europeo de crecimiento" en la Eurozona, en un artículo
publicado este martes por el sitio 'web' del diario Le Monde.
La Comisión Europea propone emitir obligaciones europeas que
servirían para financiar proyectos de infraestructura, aumentar el
capital del Banco Europeo de Inversiones (BEI) para ayudar a las
pequeñas y medianas empresas, e imponer una tasa a las transacciones
financieras. Durante su campaña, Hollande incorporó estas medidas a su
batería de propuestas.
Desde el estallido de la crisis de la deuda soberana en la Eurozona a
comienzos de 2010, el recorte del gasto fue la doctrina aplicada por
doquier para reducir un endeudamiento público inflado al calor de la
crisis financiera de 2008.
Algunos de los países donde más se aplicaron los recortes, como
Grecia, Portugal y España, se encuentran actualmente en recesión, un
espectro que este año amenaza al conjunto de la Eurozona.
Frente a esto, Hollande propugna incluir un capítulo con medidas en
favor del crecimiento en el pacto acordado en marzo por 25 de los 27
Estados de la UE, que contempla entronizar en la legislación de cada
país el principio del equilibrio presupuestario.
Pero su iniciativa suscita un fuerte debate con Berlín, opuesto a
renegociar el pacto fiscal y más partidario de reactivar el crecimiento
con reformas estructurales y no a base de gasto público.
Asimismo, un responsable del Banco Central Europeo (BCE), Joerg
Asmussen, llamó este martes a Francia -así como a Grecia- a cumplir sus
compromisos de reducción del déficit público, después del rechazo a los
ajustes expresados en las elecciones de esos dos países de la Eurozona.
"Espero que Francia aplique sin cambios el pacto fiscal", dijo
Asmussen, de nacionalidad alemana, al diario Handelsblatt, que las
publicará en su edición del miércoles.
El responsable cerró así la puerta a la propuesta de Hollande de
renegociar el pacto fiscal de la UE para dar más cabida a las políticas
de desarrollo.
No obstante, Pierre Moscovici, que dirige la transición en el equipo
de Hollande, se mostró confiado en un compromiso con la canciller
alemana, Angela Merkel, con quien el socialista se reunirá tras asumir
su cargo el 15 de mayo.
"Encontraremos un compromiso. Y estoy convencido de que las cosas empiezan bien", dijo a la radio RTL.
Moscovici recalcó que el presidente electo "desea una construcción
europea en un sentido más favorable al crecimiento", y no quiere
"ratificar este tratado (de disciplina fiscal) tal como está, sino
completarlo con un capítulo de crecimiento".
A la espera de las iniciativas de Hollande, las cifras de la deuda
pública francesa, que podría escalar hasta cerca del 90% del PIB el año
próximo, apremian.
El anterior gobierno francés se comprometió con Bruselas a reducir a
3% del PIB el déficit público en 2013, tras el 5,2% alcanzado el pasado
año y el 4,4% esperado en 2012. Hollande quiere reducir a cero el
déficit en 2017, lo que sería una novedad en Francia desde 1974.