WASHINGTON.- La Administración Obama está envuelta en una nueva ronda de contactos diplomáticos para empujar a los dirigentes europeos a tomar medidas decisivas con el fin de evitar que el empeoramiento de la crisis europea repercuta negativamente en la recuperación estadounidense y en la global.
Responsables oficiales en Washington creen que el sistema
bancario estadounidense es lo suficientemente fuerte pero saben, por la
quiebra de Lehman Brothers en 2008 y la crisis asiática de una década
antes, que las crisis tienen la mala costumbre de asestar golpes
difíciles de pronosticar y con consecuencias mundiales.
El mensaje a los políticos de la Unión Europea de representantes
del Tesoro estadounidense y del Fondo Monetario Internacional, que van
de capital europea a capital europea y celebran reuniones en Washington,
es doble: recapitalicen el sistema financiero rápidamente con el fin de
estabilizar los bancos y establezcan un plan claro para el futuro
político de la unión monetaria.
Los funcionarios temen que una salida desordenada griega de la
zona euro o una huida de los bancos en España o Italia, podría desatar
unas consecuencias desconocidas, con el consiguiente efecto debilitante
para una de por sí templada recuperación estadounidense, a pocos meses
de que Obama enfrente unas elecciones presidenciales.
Los funcionarios estadounidenses son reservados acerca de los
consejo que proporcionan a Europa. Pero responsables financieros
internacionales y expertos en Washington, que están en contacto regular
con el FMI y con el Tesoro estadounidense, dicen que existe la sensación
de que a Europa se le está acabando el tiempo.
"Están diciendo, hagan lo que hagan, resuélvanlo y esta vez háganlo correctamente", dijo un funcionario.
Esta urgencia también resonó en Bruselas el jueves, cuando los
más altos funcionarios, Mario Draghi, presidente del Banco Central
Europeo, y Olli Rehn, Comisario de Asuntos Económicos y Monetarios,
emitieron advertencias sobre la necesidad de acción o el riesgo del
colapso de la unión monetaria.
España tampoco se reserva nada. "Se trata del futuro del euro",
dijo durante una entrevista la vicepresidenta del Gobierno
Soraya Sáenz de Santamaría.
España se ha convertido en el foco de la crisis de la zona euro.
Sus bancos enfrentan unas necesidades de 184.000 millones de euros y
Madrid ha realizado varios intentos fallidos para sanearlos, al tiempo
que intenta controlar el déficit público.
Los mercados se han asustado y las rentabilidades de la deuda
española se han acercado al 7 por ciento, el nivel que forzó a Grecia,
Irlanda y Portugal a recurrir al rescate de la UE y el FMI.
La directora gerente del FMI, Christine Lagarde, dijo que no
existían planes ni ninguna solicitud española en torno a una ayuda
financiera del organismo.
El tema principal de las conversaciones con Sáenz de Santamaría,
que estuvo en Washington el jueves, era encontrar la forma de persuadir a
Bruselas para inyectar capital directamente en los bancos españoles, un
tema que la vicepresidenta habló con el secretario del Tesoro de EEUU,
Timothy Geithner.
Durante meses, funcionarios estadounidenses estuvieron diciendo a
sus homólogos europeos que la recapitalización de los bancos
directamente con dinero federal era una estrategia eficaz que se utilizó
para estabilizar el sistema bancario durante la crisis financiera de
2007-2009. En abril, el FMI pidió unas inyecciones de capital de la UE.
Alemania se opone a que la UE asuma más responsabilidades,
consciente de que como primera economía de Europa, asumiría el gasto.
Sin embargo, la alternativa que retratan EEUU y el FMI de una recesión
profunda y un colapso monetario podría persuadir a Alemania a dar marcha
atrás.
El tiempo claramente se está agotando.
El dinero ha salido de las acciones globalmente y ha buscado la
seguridad de los bonos estadounidenses, rebajando las rentabilidades
hasta mínimos históricos, mientras que el euro ha caído un 7 por ciento
contra el dólar en el último mes.
Los inversores han perdido confianza en la capacidad de los
dirigentes de la UE de encontrar la voluntad política para reparar los
dos fallos de la unión monetaria - la ausencia de una autoridad bancaria
centralizada que evite una huida de los bancos y la ausencia de una
autoridad fiscal central.
Sin estos poderes, el mensaje que viene de Washington es que el
mercado único y la moneda única seguirá vulnerable y que no hay
austeridad fiscal, la medicina preferida por Alemania, que pueda salvar a
la unión monetaria.
"El día del juicio final se acerca", expresó una fuente en
Washington con una profunda experiencia en las finanzas internacionales.
Después de la cumbre del G-8 en Camp David hace dos semanas, el
presidente Obama proclamó un amplio consenso entre los líderes europeos
en torno a una estrategia de cuatro puntos para resolver la crisis de
deuda.
En lo que quizás sea el camino más claro, planteado hasta el
momento, dijo que Europa debe recapitalizar sus bancos; adoptar una
estrategia de crecimiento para revitalizar las economías; proporcionar
apoyo monetario para ayudar a países como España, Italia y Grecia a
implementar unas duras medidas de austeridad y continuar con la
disciplina fiscal.
Desde que los dirigentes europeos volvieron a casa, se han visto
pocos avances. Una cena en Bruselas la semana pasada convocada para
hablar sobre el camino a seguir no arrojó resultados tangibles. Mientras
tanto, la crisis bancaria española ha escalado.
No es ninguna sorpresa que los mercados se hayan vuelto
volátiles, dijo Hung Trean, vice director gerente del Instituto de
Finanzas Internacionales.
"Lo que hace falta ahora es que los líderes acuerden unos pasos
básicos. Deben utilizar el Mecanismo Europeo de estabilidad (el nuevo
fondo de rescate) para recapitalizar los bancos españoles. Si eso
ocurre, podría calmar las condiciones del mercado", expresó Tran.
Obama celebró una teleconferencia el miércoles con Alemania,
Francia e Italia como continuación de las conversaciones del G8.
Asimismo, el vice secretario del Tesoro de Asuntos Internacionales, Lael
Brainard, visita Atenas, Fráncfort, Madrid, Berlín y París esta semana
con el fin de proporcionar consejos sobre la crisis.
En Atenas, su mensaje fue duro. Expresó que los partidos que se
disputan la presidencia en las elecciones del 17 de junio no tienen
alternativa a las difíciles reformas económicas contenidas en el plan de
rescate de la UE y el FMI. En caso contrario, la financiación se
cortará.
Si Grecia se queda sin dinero, se verá obligada a renunciar al euro, desatando una gran incertidumbre en los mercados.
Una crisis tan profunda podría ser el catalizador para que Europa
realice grandes cambios políticos necesarios para salvar la unión
monetaria, según fuentes en Washington.
JP Morgan dijo el jueves que desde marzo, los problemas de Europa
han causado tal temor que las bolsas han caído un seis por ciento,
causando una pérdida de 1 billón de dólares en el patrimonio particular. Esta
pérdida del poder adquisitivo y una subida del dólar, que daña a las
exportaciones, ha rebajado el PIB estadounidense medio punto porcentual
este año.
"Si esta situación en la zona euro sigue desarrollándose, no sólo
tendrá consecuencias serias para la zona euro, sino que tendrá
consecuencias incluso más severas para la economía global, incluyendo
EEUU", dijo esta semana el ex secretario del Tesoro, Robert Rubin ante
el Consejo de Relaciones Exteriores.