MADRID.- El progreso experimentado en la productividad y competitividad
española en los últimos años se ha debido más a la peor cara de la
crisis económica que al esfuerzo del país por dirigirse hacia estándares
mundiales más avanzados en ambas materias.
Desde una perspectiva macroeconómica, analistas creen que la
mejora de la productividad del factor trabajo ha venido de la mano de la
continuada erosión del mercado laboral de los últimos años, cuando el
objetivo debe ser el crecimiento de ambas variables como síntoma de
salud económica.
"En una buena medida la mejora en términos de productividad se ha
debido a la parte más fea de la crisis. Hasta ahora, ha sido una
consecuencia de la desaceleración de nuestra economía", dijo Santiago
Sánchez Guíu, coordinador de economía del Instituto Flores de Lemus de
la Universidad Carlos III.
Con la tasa de paro más elevada de la zona del euro, España ha
destruido más de tres millones de puestos de trabajo netos desde que
comenzara la crisis en 2008, cuya primera derivada ha sido un aumento de
la productividad por trabajador. La productividad habría aumentado en
España un 11 por ciento desde comienzos de 2008, según datos recogidos
en un informe de BBVA Research, que destacaba un crecimiento de los
salarios inferior a la productividad.
En base a datos de Eurostat de septiembre, España desplazó a
Grecia en el primer puesto de países de la eurozona por tasa de paro al
superar el 25,8 por ciento de su población activa.
Pero si la productividad es un elemento clave para la adecuada
lubricación del engranaje económico de un país, no lo es menos para
refrendar la sostenibilidad de su capacidad de competir en los mercados
internacionales.
Hay consenso entre analistas de que la crisis de la economía
global desatada por la quiebra de Lehman Brothers y el desplome del
sector inmobiliarios español - principal motor de crecimiento del país
hasta 2008 - reveló la vulnerabilidad de una economía que había crecido
sobre unas bases muy endebles y, desde luego, yermos desde la óptica de
su mejora competitiva.
"España ha avanzado mucho, pero su patrón de crecimiento en la
última década ha resultado frágil e insostenible a largo plazo", según
un informe de la Fundación BBVA-Ivie de 2011, titulado 'Trayectoria y
Perspectivas de la Economía Española'.
El desplome del consumo privado en un contexto de fuerte recesión
económica, ha llevado aparejado una drástica reducción de las
importaciones españolas cuyo efecto más directo ha sido un salto
comparativo de las exportaciones, mejorando el saldo de la cuenta
corriente vía balanza comercial, principalmente.
Los últimos datos difundidos por el Banco de España mostraron una
mejora de la balanza corriente gracias a la balanza comercial que,
hasta agosto, arrojó un crecimiento de las exportaciones del 7,4 por
ciento interanual, mientras las importaciones se contrajeron un 2,6 por
ciento.
"Es evidente que las exportaciones han mejorado, pero no está tan
claro si han mejorado más por un proceso maduro de ganancia de
competitividad vía racionalización de costes y producción o por el
efecto de la crisis", dijo un analista, que pidió la confidencialidad.
El crash económico español, que ha llevado al país a su segunda
recesión en tres años, ha obligado a las empresas a buscar negocio en el
exterior, que, junto con la depreciación del euro en el mercado de
divisas, han supuesto factores de apoyo para las exportaciones
domésticas indisociables a la crisis.
En ámbito cambiario, el euro ha experimentado una depreciación de
un 25 por ciento frente al dólar entre marzo de 2008 y los cambios de
este martes.
El último informe sobre el índice de tendencia de competitividad
(ITC) -ajustado en función de los precios al consumo- divulgado este
martes por el Ministerio de Economía, mostró una mejora de casi 15
puntos, es decir un 13,3 por ciento, en comparación con la OCDE sin
incluir la Unión Europea desde 2008 hasta junio de este año.
En comparación con la OCDE incluyendo los socios europeos -que
también se han beneficiado, obviamente, de la depreciación de la moneda
única-, la mejora fue del 2,3 por ciento.
Desde que se iniciara la crisis económica, España ha bajado
sustancialmente su diferencial de inflación frente a la media de la zona
del euro - su principal socio comercial - llegando incluso a ser
negativo en meses recientes y suponiendo una mejor plataforma para
mejorar la competitividad del país.
Pero la persistente presión de los precios energéticos ejercida
por el coste del petróleo y las distintas medidas fiscales - entre ellas
la subida del IVA - adoptadas por el Gobierno español para mejorar el
saldo de su déficit público, han vuelto a empujar a los precios en
España, llevando nuevamente su diferencial a un nivel positivo frente a
la eurozona.
En septiembre, este diferencial se situaba en +0,2 puntos frente a un mínimo de -0,9 puntos en marzo de 2012.
"El problema es que el consumo se ha debilitado tanto que los
precios (no regulados) apenas tienen margen de subida. La mejora de la
inflación comparada también es atribuible a la crisis más que a un
proceso de transformación estructural de la economía", agregó el
analista.
Pese a todo, es comúnmente reconocido que el proceso de ganancia
de competitividad es lento, haciendo visibles sus resultados a largo
plazo mediante la adopción de medidas estructurales fundamentalmente.
Según analistas, el Gobierno español ha hecho avances en esta
materia desde su llegada al poder, ahora hace un año, introduciendo
cambios profundos en el ámbito laboral.
"El Gobierno va en el buen camino y tiene hecho un buen
diagnóstico, pero este camino es lento y no da réditos en el corto
plazo. Pero debe ir más rápido en esta materia", dijo Rafael Pampillón,
director de IE Business School y catedrático de la Universidad de San
Pablo.
Una parte trascendental de los avances en el terreno de la
competitividad deben venir de la educación y de la inversión en
investigación y desarrollo.
Una opinión extendida entre analistas es que la crítica situación
de la economía española y el compromiso del país para reducir su
déficit excesivo representan un torpedo contra la misma línea de
flotación en el avance de la competitividad de España en el más largo
plazo.
En este sentido, la responsable de estrategia y economía de
Cortal Consors, Estefanía Ponte, sostiene que las restricciones
presupuestarias en el campo de la educación y la escasa inversión del
país en investigación y desarrollo, junto con los pobres niveles de
inversión de las empresas en bienes de equipo, presagian un sombrío
panorama en este campo.
Los intensos recortes abordados por las distintas
administraciones públicas para cumplir con sus compromisos
presupuestarios, ha expulsado del ámbito doméstico de la investigación a
no pocos profesionales, que han tenido que salir del país para
encontrar un futuro más prometedor.
Pero si el análisis macroeconómico de la evolución de la
competitividad no arroja resultados muy satisfactorios, distinto es el
corolario desde la óptica microeconómica.
No pocos analistas comparten la tesis de que el estudio de la
actividad empresarial ofrece un panorama más saludable sobre la
evolución de la competitividad en España.
"Se ha puesto de manifiesto en 2010, 2011 y en menos medida en
2012, que la competitividad en España viene sobre todo de las empresas y
que éstas han hecho de la necesidad una virtud", dijo Emilio Ontiveros,
presidente de Analistas Financieros Internacionales.
De entre los principales grupos empresariales que cotizan en el
Ibex 35 de la bolsa española, varios de ellos concentrar la mayor parte
de su negocio en el ámbito exterior.
Es el caso de Telefónica, un 75 por ciento de su negocio está basado en el exterior.
Con relación a los dos grandes bancos, un 84 por ciento del
beneficio de Santander procede del segmento internacional y en el caso
de BBVA, el 71 por ciento de su margen bruto procede también del ámbito
exterior.
OHL, un grupo dedicado básicamente a la concesión de
infraestructuras y la construcción de obra pública, obtiene el 73 por
ciento de sus ventas en los mercados exteriores, donde su presencia se
extiende a más de 30 países.
No obstante, economistas sostienen que las empresas españolas aún
deben diseñar su estrategia en el exterior bajo parámetros más acordes
con la realidad que impone la globalización.
"Es importante avanzar más en materias tales como ajuste de
márgenes, mejoras en los costes laborales y una mayor apertura, ahora
incipiente, a los mercados de mayor crecimiento, sobre todo,
concentrados en Asia", agregó Ontiveros.