martes, 8 de enero de 2013

Basilea III otorga margen de maniobra a la banca española, pero el crédito seguirá cerrado

MADRID.- La relajación de los requisitos de liquidez que ha traído consigo la entrada en vigor del nuevo marco regulatorio de Basilea III ha insuflado ánimos a estas entidades en las principales bolsas europeas, hasta el punto de que muchos no dudan en afirmar que es el momento de la banca. Sin embargo, si Europa ha dado un respiro a su sector financiero es porque, en un contexto de recesión generalizada como el actual, exigir más liquidez supondría dejarle prácticamente al borde del ahogamiento.

Riesgo evidente sobre todo en España, a la vista del severo proceso de reestructuración que sufren nuestros bancos. Basilea III les aportará más holgura en sus balances de cara a los problemas que puedan surgir durante los próximos meses, pero no traerá consigo una reactivación del crédito, que seguirá congelado, al menos, otros dos años. “La liquidez es fundamental para la estabilidad de los bancos y respaldar la recuperación económica”. Así lo aseguró este lunes el comisario europeo de Mercado Interno, Michel Barnier, quien recibió con los brazos abiertos la decisión del Comité de Basilea. En un principio, los bancos estaban obligados a tener en 2015 una ratio de liquidez del 100% para afrontar hasta un mes de ‘estrés agudo’ en los mercados. Con los cambios introducidos, la ratio será solo del 60% y se irá incrementando en diez puntos porcentuales durante un período de cuatro años, hasta 2019.
Medidas para mantener la calma
Dicha prórroga viene acompañada de la posibilidad de contabilizar como activos líquidos a las cédulas hipotecarias o algunos títulos de renta variable. Ahora bien, tampoco había otra alternativa. Tal y como indica un portavoz de la Asociación Española de Banca (AEB), de haber optado por mantener los requisitos vigentes hasta ahora, estas exigencias regulatorias podrían haber tenido “un impacto muy negativo sobre la capacidad de los bancos de prestar a la economía real”. También habrían afectado a la reestructuración financiera, que en España puede traer consigo la pérdida de cerca de 50.000 puestos de trabajo, y, además, podrían haber causado “tensiones en los mercados financieros”, apunta la analista de Renta 4 Nuria Álvarez.
El crédito sigue estancado
Por lo tanto, a primera vista estas medidas parecen ventajosas para todos. Aparte del alivio que conllevan para los mercados, también lo serían para el Gobierno, que tendría que inyectar menos capital público a la banca rescatada, y, en última instancia, también beneficiarían al contribuyente.
Pero todo esto no acarreará un impacto significativo para los bancos. Si bien es cierto que, según el estratega de Citigroup, José Luis Martínez Campuzano, las entidades tendrán “más holgura para actuar en sus balances”, el cambio en los requisitos de liquidez apenas se percibirá en el proceso de reestructuración del sector bancario español, a juicio del profesor del Centro de Estudios Financieros (CEF) Juan Fernando Robles. Este experto recuerda que estas modificaciones no afectan en lo más mínimo a la ratio de recursos propios o ‘core capital’ que el Banco de España ha empezado a aplicar el pasado 1 de enero.
Basilea III tampoco ofrecerá una solución al problema del crédito. Esto es precisamente lo que desea la AEB, que espera que estos cambios “sirvan para asegurar que la ratio de liquidez se pueda introducir sin alterar la capacidad de financiación de la economía, algo esencial dadas las actuales circunstancias de dureza y prolongación de la crisis”. Si el crédito no se recupera, no se podría decir que la liquidez y el capital estén garantizando la estabilidad del sistema financiero, tal y como apunta un informe de la consultora PwC.
Lo malo es que uno de los factores que más han influido en el estrangulamiento del crédito han sido, precisamente, “las duras exigencias de capital” que la Unión Europea (UE) ha establecido desde 2010. Todos los expertos coinciden en que, si a esto se le suman la elevada morosidad y las malas perspectivas macroeconómicas, lo más probable es que, pese a la relajación introducida por Basilea III, los bancos no vuelvan a conceder financiación durante bastante tiempo.
Un ‘parche’ frente a la recesión
Aun así, estos requisitos, que según Robles se han establecido pensando en los peores escenarios para 2013 y 2014”, han hecho que la banca española haya sido “sobrecapitalizada en función de unas pérdidas que ni siquiera se han producido”. Otros analistas destacan que, en ningún caso, ni este año ni el que viene las pérdidas de los bancos serán tan elevadas como las de 2012, que rondaron los 15.000 millones de euros.
Por ello, el sector financiero estaría teóricamente preparado para afrontar “una primera mitad de año especialmente dura”. Así, la posibilidad de incorporar nuevos tipos de activos líquidos será “poco más que un parche” frente a los problemas que se puedan derivar de la recesión en la Eurozona. Y es que, como sucede con las cédulas hipotecarias, se está tratando de contabilizar como activos líquidos un tipo de productos que en realidad tienen muy poca liquidez, puesto que han sido diseñados con vistas al largo plazo y están estrechamente ligados al sector inmobiliario.
En esta situación, varios analistas resaltan que los principales beneficiarios de la prórroga de Basilea III serán los dos mayores bancos españoles: Santander y BBVA. Estas dos entidades esperaban con inquietud la entrada en vigor de la nueva normativa, porque tenían serios problemas para cumplir con lo que se les exigía.
Por lo que respecta a la empresa de los Botín, ya en 2010 un informe de Barclays cifraba en 15.000 millones de euros las necesidades de capital que el banco debe cubrir si pretende mantener su ratio de ‘core capital’ del 10,2%. En cuanto al BBVA, sus necesidades eran menores, pero ascendían a cerca de 7.000 millones. Ahora, tendrán cuatro años más para captar sus respectivos ‘colchones’ de liquidez, algo que también ha agradecido la Bolsa española, donde las acciones se han revalorizado ampliamente a lo largo de la última semana.

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