PARÍS.- Extraemos una imagen de la historia. Se produjo hace 50 años
en el Palacio de El Elíseo en París. El presidente francés, Charles de
Gaulle, y el canciller alemán, Konrad Adenauer, se reunían una fría
mañana del 22 de enero de 1963. Los jefes de gobierno y sus delegaciones
se sentaron una frente a la otra en el salón principal. Después de unas
pocas declaraciones finales, Adenauer y De Gaulle firmaron el acuerdo
que asentó la cooperación franco-alemana: el Tratado del Elíseo, o
Tratado de Amistad.
Una firma que se convirtió en un hito decisivo en la historia de
ambos países. El acercamiento entre Alemania y Francia fue un paso
fundamental para convertir «eternos enemigos» enfrentados en guerras
atroces, en los socios más importantes de Europa. Los dos países se
comprometieron a consultarse sobre cualquier tema exterior importante
como la seguridad, la juventud y las políticas culturales.
También se comprometieron a celebrar cumbres en intervalos fijos y
regulares. En 1988, dos pesos pesados de la política europea, François
Mitterrand y Helmut Kohl, completaron el proceso creando los consejos
franco-alemanes para la seguridad y la política económica y monetaria.
En 2003 las cumbres se convierten en un consejo de ministros conjuntos. A
pesar de las diferencias políticas, en ningún otro lugar del mundo dos
estados tienen unas estrcucturas bilaterales tan densas y amplias.
Cincuenta años después, esta vez en Berlín, el presidente francés,
Francois Hollande, y la canciller alemana, Angela Merkel, junto con los
miembros de los parlamentos de los dos países conmemoran esa fecha. Las
dos cámaras quieren intensificar su cooperación en temas comunes como la
entrada de nuevos países en al UE, la transición energética o el
intercambio de colaboraciones entre ambas instituciones. El Bundestag y
la Asamblea Nacional , quieren así «sellar la reconciliación» y
aprobarán este martes una declaración conjunta.
No son los mejores momentos de entendimiento político entre los
máximos líderes de ambos países. La llegada hace un año del socialista
Hollande al Elíseo, cuando Merkel había apoyado públicamente a Nicolas
Sarkozy, y las diferencias en algunos temas económicos, han salpicado
las relaciones entre estos dos pesos pesados de la política europea. En
su mensaje semanal en internet,
Angela Merkel, decía este sábado que «sé que en algunas cuestiones
tenemos posturas muy divergentes, pero es la sal de las relaciones
franco-alemanas, aún así cuando cerramos acuerdos, por lo general sale
una nueva solución satisfactoria».
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