LISBOA.- El primer ministro portugués, Pedro Passos Coelho,
restó importancia hoy a la caída de la economía lusa de los últimos dos
años y aseguró que este retroceso está dentro de los límites previstos
cuando se solicitó el rescate financiero.
En un acto de su partido, el Social Demócrata (PSD) celebrado en el
archipiélago luso de las Azores, Passos rechazó una vez más cualquier
tipo de comparación entre Portugal y Grecia, y recordó que el país
heleno acumula un descenso del PIB de casi el 25 % en un lustro, en
contraste con el 4,6 % que bajó la economía lusa entre 2011 y 2012.
"No es verdad que la dimensión de la recesión sea mayor de la
esperada (...) Ya lo sabíamos cuando pedimos ayuda financiera externa
porque éramos conscientes de que íbamos a tener que aplicar medidas de
austeridad con efectos recesivos", subrayó.
El primer ministro portugués recalcó que su gobierno está decidido a
implementar "cambios profundos y reformas duraderas", que permitan
garantizar la sostenibilidad del Estado.
Passos señaló que esta estrategia se enmarca dentro de la necesidad
de empezar a pensar más allá de junio de 2014, cuando Portugal dejará de
estar bajo la asistencia financiera de la Unión Europea y el Fondo
Monetario Internacional.
"Es importante decirle a todos los portugueses que si queremos
inspirar confianza a los inversores tenemos que hablar de futuro (...)
Es lo que quieren ver nuestros socios comunitarios y también las
agencias de calificación de riesgo", consideró.
Passos Coelho repitió una vez más que Portugal cumplirá con el
memorando de entendimiento acordado con la troika a cambio de su
rescate, e insistió en que el país "no necesitará de más dinero".
La actualidad política en Portugal está centrada en el debate abierto
por el Gobierno conservador luso sobre cómo debe el país reformar el
Estado para ahorrar en 2014 más de 4.000 millones de euros y asegurar
así unas cuentas públicas saneadas.
A instancias del propio Ejecutivo, el FMI elaboró un informe
divulgado esta semana en la que recomienda al país recrudecer las
medidas de austeridad a través de la reducción de la plantilla de
funcionarios, despedir profesores y subir el precio de la sanidad
pública, entre otras propuestas.
La reacción al documento no se hizo esperar y durante toda la semana
tanto los partidos de la oposición como sindicatos y diferentes
organizaciones sociales se han declarado abiertamente en contra del
dictamen del FMI.
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