LA HAYA.- El holandés Jeroen Dijsselbloem tiene fama de discreto y
perspicaz, dos cualidades de las que tendrá que servirse a fondo en su
nuevo cargo de presidente del Eurogrupo, el órgano que reúne a los
diecisiete países que integran la zona euro, para el que fue elegido
hoy.
Antes de ser ministro de Finanzas en Holanda y de convertirse ahora
en el segundo "Mr Euro" al sustituir en el cargo al primer ministro de
Luxemburgo, Jean-Claude Juncker, el laborista Dijsselbloem (Eindhoven,
1966) se especializó en asuntos sociales y en temas relacionados con la
juventud, la educación especial y el profesorado.
Su escasa experiencia ministerial no ha sido un obstáculo para llegar
a la presidencia del Eurogrupo, aunque algún país se lo ha puesto más
difícil de lo esperado para ocupar un puesto desde el que dirigirá las
reuniones de los ministros de Finanzas de la eurozona en tiempos de
profunda crisis.
Alemania ha sido su principal aval, mientras que Francia pidió más
garantías y le solicitó aclaraciones sobre su visión específica de la
política económica europea.
El resto lo ha hecho la posición de Holanda como uno de los tres
países, junto con Alemania y Finlandia, que aún tienen la nota "Triple
A" de las agencias de calificación crediticias, y que ha sido uno de los
respaldos de más peso para llegar a la presidencia del Eurogrupo.
Quienes le conocen, desde colegas a analistas políticos, destacan su
discreción, su aparente modestia, su sentido del consenso y su
perspicacia. Una combinación de cualidades necesarias para la mediación.
Dijsselbloen llegó a la escena política europea el pasado 5 de
noviembre, cuando se estrenó como ministro de Finanzas en su país y
comenzó a participar en las reuniones del Eurogrupo sobre asuntos tan
relevantes como el rescate financiero de Grecia o la supervisión de la
banca europea.
A Dijsselbloem, de 46 años, no le asusta el volumen de trabajo que
implica combinar su nuevo cargo con la labor a la cabeza del ministerio
de Finanzas en Holanda, donde recientemente señaló que ya ha
"sobrevivido a las largas reuniones del Eurogrupo".
También ha asegurado al Parlamento en su país que cumplirá con las
dos funciones, y que en el caso de que no haga bien alguna de ellas, "le
pidan cuentas".
Desde ese puesto, además, Holanda espera combatir el creciente
euroescepticismo dentro de sus fronteras, y demostrar a su ciudadanía
que su voz cuenta en la UE.
Educado en una familia católica e hijo de un profesor de inglés y de
una maestra de primaria, Dijsselbloem se licenció en ingeniería agraria
en la universidad de Wageningen, cercana a su Eindhoven natal.
Trabajó primero para el Partido Laborista ocupándose de temas
europeos y después en el ministerio de Agricultura, acorde con su
licenciatura.
Su vocación política se despertó a los 19 años, cuando se afilió al
Partido Laborista (PvdA) y su primera responsabilidad en ese campo le
llegó como concejal de la localidad de Wageningen (este de Holanda).
El salto a la política nacional lo dio en el año 2000 como diputado
laborista en el Parlamento hasta su designación como ministro de
Finanzas.
Como diputado se encargó de temas relacionados con la política de extranjería, seguridad e integración.
En materia económica defiende a capa y espada el mantenimiento del
déficit público en el límite del 3 % del Producto Interior Bruto (PIB),
aunque según expertos, lo hace con una cara más afable y una actitud más
accesible que Jan Kees de Jager, su predecesor al frente de las
finanzas holandesas.
De su vida privada se sabe únicamente que no está casado pero que vive en pareja y tiene dos hijos.
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