Mientras la eurozona navega en las aguas turbulentas de la deuda y los
planes de austeridad la llevan a hacer agua por los cuatro costados, la
economía se hunde en un estancamiento que amenaza con llevar a Europa a una década perdida. Pese a que las bolsas aún festinan el plan de Mario Draghi
y la promesa del dinero barato, se sabe que esta cuerda no se puede
estirar por mucho tiempo. La inversión y el consumo se han desplomado y
esto no da ninguna alternativa real para el alivio del desempleo, el
gran cáncer de Europa, cuya metástasis se ha imbricado hasta la misma
locomotora alemana que en el último trimestre de 2012 sufrió un
significativo deterioro.
El PIB de Alemania se contrajo en -0,5 por ciento en
los últimos tres meses del año pasado producto de la fuerte reducción
de sus exportaciones a sus vecinos europeos. Con esto la expansión de su
PIB anual se ubicó en el 0,7 por ciento muy por debajo de las
expectativas y lejos del 3 por ciento alcanzado en 2011. Por eso El país
tituló ayer Alemania también sufre, confirmando lo que señalamos hace año y medio cuando indicábamos que Alemania no está inmune a la crisis.
Una economía que vive del consumo de sus vecinos no puede evitar el
impacto si el desplome de estos se acentúa. Es lo que ha ocurrido.
La debilidad del consumo que sufren varios países europeos está
golpeando con fuerza a Alemania y esto está demoliendo la inversión.
Para todos los países de la UE la inversión anual declinó en más de 350
mil millones de euros entre 2007 y 2011, un declive superior en 20 veces
a la caída del consumo privado y en cuatro veces la caída del conjunto
total de la economía europea. Dado que el consumo e inversión son dos
aspectos que se retroalimentan, una prolongada caída de la demanda, como la que ha sido potenciada con los planes de austeridad, no hace más que ahuyentar la inversión. Es decir, incrementar el deterioro.
Por eso que en Europa todos los pronósticos de crecimiento se han
corregido a la baja y mientras no exista un cambio de giro que revierta
el daño propagado por el austerismo no habrá ninguna luz de salida. La
situación es grave porque no se trata de dar pie atrás a todos los
recortes ya programados. La desaceleración está en marcha y el
despliegue de los bancos centrales con sus inyecciones de liquidez no
impulsa el crecimiento dado que el dinero no fluye hacia la economía
productiva. Conociendo el nivel de abuso, codicia y corrupción destapado
en las últimas semanas, el problema más grave que se enfrenta ahora es
la confianza. Y eso no es algo que se recupere de la noche a la mañana.
El desplome del crecimiento amenaza con prolongar el desempleo y
propagar la oleada recesiva que contraerá aún más la demanda y el
consumo. Los planes de austeridad y los precipitados recortes obligados
por la Troika han sido un fracaso en toda la linea. Un fracaso que no
sólo está generando una caída en el nivel de vida de muchos ciudadanos
europeos sino que también una década sombría y un futuro incierto.
Europa navega por aguas turbulentas que se hacen aún más convulsionadas
con el fraude generalizado y la corrupción masiva de sus líderes.
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