LONDRES.- La estrategia del primer ministro británico, el
conservador David Cameron, respecto a la Unión Europea ha suscitado un
acalorado debate dentro y fuera del Reino Unido, con el mayor careo en
años entre europeístas y euroescépticos.
En un intento de aplacar al ala derecha de su partido, que aprovecha
la crisis del euro para pedir una salida de la UE, Cameron ha indicado
que planea renegociar la relación con Bruselas e incluso convocar un
eventual referéndum para que los británicos refrenden la pertenencia al
bloque comunitario.
A la espera de que el líder "tory" concrete sus ideas en un esperado
discurso que, según la prensa, tendrá lugar el 22 de enero en Holanda,
son estas indicaciones, aún confusas y ambiguas, las que han desatado
las alarmas en todo el continente por el temor a que el Reino Unido
acabe forzando su marcha de la Unión.
Varios políticos europeos y estadounidenses, así como destacados
empresarios, han avisado en los últimos días de las consecuencias de
celebrar un referéndum o dejar la UE, mientras que los conservadores
euroscépticos elevan la presión para alejarse de Bruselas, apoyados,
según las encuestas, por la mayoría de los británicos.
El último en intervenir en el debate fue hoy el influyente exministro
"tory" y asesor de Cameron, Michael Heseltine, que en declaraciones al
"Financial Times" advierte de que comprometerse a un referéndum sobre la
pertenencia a la UE en relación con cambios que aún no se han producido
sería "una quiniela".
Heseltine, a quien el primer ministro ha encargado un informe sobre
cómo promover el crecimiento, señala que el camino tomado por el líder
conservador "crea incertidumbre", y las conjeturas sobre la posible
salida de la UE "alejarán la inversión".
El lord conservador, conocido eurófilo, parafrasea a la antigua
primera ministra Margaret Thatcher, en cuyos Gobiernos trabajó, para
recordar que "nunca se debe entrar en una habitación si no se sabe cómo
salir de ella".
Este mismo mensaje es el que esta semana envió el viceprimer ministro
y líder liberaldemócrata, Nick Clegg, al afirmar que el Reino Unido se
arriesga a convertirse en "un Estado subsidiario" si acaba celebrando un
referéndum "sobre nada en particular", dado que aún se desconoce el
alcance de la reforma que acometerá la Unión Europea en sus esfuerzos
por apuntalar el euro.
Cameron ha insinuado que renegociaría la relación con Bruselas,
incluida una repatriación de competencias, si se modifica el tratado de
Lisboa -la Constitución europea-, lo que el propio presidente del
Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, ha considerado improbable que
suceda.
En todo caso, la estrategia política de Cameron ha puesto nerviosos a
otros países, que han elevado el tono para avisar al Reino Unido de las
consecuencias que tendría una salida de la UE.
Así, esta semana el subsecretario de Asuntos Europeos del
Departamento de Estado de Estados Unidos, Philip Gordon, indicó que su
Gobierno no vería con buenos ojos un referéndum, y señaló que, en lugar
de cuestionarse la pertenencia, preferiría que el Reino Unido mantuviera
su influencia y fuera "una voz fuerte" en la Unión Europea.
Una delegación de diputados alemanes de visita en Londres liderada
por Gunther Krichbaum advirtió a su vez el jueves de que desmarcarse de
la UE implicaría "perder influencia global" y acceso al mercado único
europeo.
Por otra parte, el canciller de Austria, Werner Faymann, denuncia hoy
en el periódico "Der Standard" que Cameron dice cosas diferentes en
Bruselas y en el Reino Unido.
No solo los políticos, incluida la oposición laborista, critican la
indefinición de Cameron, sino también los empresarios británicos, que
temen un eventual aislamiento económico.
En una carta abierta esta semana, destacados magnates como Richard
Branson (Virgin), Michael Blake (BT) o el presidente de la patronal CBI,
Roger Carr, pidieron al primer ministro que, en lugar de renegociar la
pertenencia a la UE, abogue por "un Reino Unido fuerte en una Europa
fuerte".
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