lunes, 25 de febrero de 2013

Europa vuelve a temblar con el 'no' a la austeridad

BRUSELAS.- La UE de la disciplina y la austeridad se estrelló ayer en las urnas italianas. Las interpretaciones sobre el auténtico vencedor oscilarán, pero no hay duda de quién es el gran derrotado. Mario Monti, el tecnócrata idolatrado por Bruselas y los inversores internacionales, fue barrido por sus adversarios. Su debacle supone en gran medida un nuevo grito de protesta contra la receta de ajustes a ultranza dictada por Angela Merkel y convertida en la política económica de toda la zona euro. La consecuencia de este sonoro batacazo se calibrará hoy con mayor nitidez. Los mercados amenazan con una nueva oleada de inestabilidad que podría afectar a España y resucitar los peores fantasmas de la crisis del euro.

El resultado de los comicios sigue la estela de otras elecciones celebradas el año pasado en Europa. La comparación más directa es Grecia, que necesitó una segunda cita con las urnas hasta que los conservadores lograron una mayoría suficiente. La izquierda radical encarnada por Syriza obtuvo el segundo puesto al capitalizar buena parte del descontento social provocado por la crisis. Con una posición ideológica completamente distinta, la 'ultra' Marine Le Pen captó un 20% de los sufragios en la primera vuelta de la pugna electoral francesa. En este caso, las lecturas pueden ser más amplias, pero se insistió en que su avance hundía también sus raíces en el malestar ciudadano con los tijeretazos.
En Italia, Beppe Grillo resulta la cara más visible del cabreo de los votantes. Su éxito contrasta con el desplome de Monti, el primer ministro soñado por la UE. Antiguo comisario europeo, su nombre siempre ha sonado para cargos de primera línea como el de presidente de la Unión. Su caída se traduce en un golpe frontal a las políticas de ajuste y reformistas alentadas desde Bruselas. En línea con los argumentos de Merkel, las instituciones comunitarias insisten en que la rigurosidad presupuestaria resulta vital para salir de la recesión. Pese las críticas del FMI por meter la tijera con excesiva intensidad, la Unión empuja para que los socios aprieten ahora ante el temor de que se relajen en el futuro.
Paul Krugman, Premio Nobel de Economía en 2008, fue uno de los primeros en reaccionar ante el hundimiento de Monti. El especialista norteamericano, muy crítico con la austeridad, admitió que su derrota era de esperar porque el líder tecnócrata ejercía como «precónsul nombrado por Alemania». La UE tenía claro a su candidato ideal, pero eludió inmiscuirse en la campaña. El único que se dejó ver fue el presidente de la Eurocámara, el alemán Martin Schulz. El mandatario socialdemócrata cargó contra Berlusconi y recordó a los italianos la inestabilidad que provocó en el país con su «irresponsable comportamiento en el Gobierno y sus escapadas personales». El líder transalpino comparó en 2003 a Schulz con un guarda de campo de concentración.

Foco de inestabilidad 
 
Más allá de la reflexión política que tiene por delante la UE, el gran temor es la reacción de los mercados. Ayer, ya se registró un pequeño adelanto con una fuerte volatilidad tanto en la prima de riesgo italiana como la española. Ambas cayeron notablemente con las encuestas a pie de urna que auguraban un Ejecutivo de centroizquierda y repuntaron de inmediato ante la escasa fiabilidad de los datos. Durante semanas, la zona euro ha reconocido que las elecciones transalpinas eran el mayor reto para la estabilidad de la moneda única. La UE remarca a menudo que si la confianza de los inversores en la divisa única no arraiga definitivamente la recuperación y el despegue serán casi imposibles.
En los últimos meses, España se había convertido en el foco de la inestabilidad, pero Italia siempre ha sido un riesgo de mayor envergadura. Socio fundador de la UE y tercera economía de la zona euro, su desplome en los mercados sería catastrófico. A finales de 2011, Europa se asomó al abismo ante la negativa de Berlusconi a aplicar ajustes y reformas, lo que finalmente acabó costándole el puesto. La gran esperanza es que ahora se cuenta con el dique de contención del Banco Central Europeo. A diferencia de lo que sucedía al principio de la crisis, el emisor del euro está dispuesto a comprar deuda de un país masivamente si pide el rescate. Hoy puede ser la prueba de fuego de este escudo articulado por otro italiano, Mario Draghi.

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