NICOSIA.- Al final ni siquiera fue un paseo, mucho menos aún las carreras que
muchos habían previsto para retirar los depósitos bancarios en Chipre.
Los analistas creían que apenas reabrieran sus puertas los bancos
el jueves al mediodía, después de que Chipre firmara un rescate con la
Unión Europea para evitar la quiebra nacional, habría escenas de caos.
Los expertos tenían razón, pero no fueron los chipriotas los que
causaron el pandemonio. Equipos de televisión de todo el mundo se
amontonaron en la pequeña plaza Eleftheria, en el centro de Nicosia,
donde convenientemente se encuentran dos de los principales bancos de la
capital.
Si había una docena de chipriotas esperando pacientemente para
sacar dinero, probablemente había el doble de cámaras, todos ellos
nerviosos, mientras que los chipriotas permanecían en calma.
Las razones de esta actitud no son difíciles de encontrar en
conversaciones con los habitantes de Nicosia, una ciudad soleada y
acogedora, con una vibrante cultura de cafés.
Los grecochipriotas se describen a sí mismos como más relajados
que sus primos en Grecia, donde la reacción a la austeridad decretada en
su propio acuerdo de rescate de la UE fue el caos en la calles de
Atenas.
Si bien es cierto que una bomba explotó el día en que los bancos
de Chipre terminaron su cierre de dos semanas, el estallido de hecho
ocurrió en Grecia.
Los chipriotas dicen que han pasado por cosas peores, como la
guerra de 1974, cuando la isla fue dividida tras una invasión militar
turca.
Jean Kelly-Christou, redactor jefe del Cyprus Mail, el diario más
viejo de la isla, dijo que la gente hizo uso de las lecciones de la
crisis económica que siguió a la guerra.
"La mayoría de la gente está siendo pragmática y entiende que las
manifestaciones y la furia pueden empeorar las cosas", dijo
Kelly-Christou, un irlandés.
El analista político de la Universidad de Nicosia Hubert
Faustmann insistió en la naturaleza no violenta de los chipriotas, que
además viven en un país pequeño - 800.000 habitantes en la parte griega,
1,1 millones en total - en el que si sales a la calle a protestar,
"podrías estar tomándola con el cuñado de tu vecino".
Esta semana se impuso un estricto régimen de límites a las
transacciones bancarias, como un tope diario de 300 euros a los
retiradas de dinero, en lo que se ha calificado de una medida sin
precedentes.
Pero eso será en la breve historia de los rescates de la zona
euro, puesto que los chipriotas recuerdan que tuvieron que soportar años
de controles cambiarios tras la guerra de 1974.
En cualquier caso, gran parte de la indignación en Chipre
probablemente se gastó antes de que se firmara el lunes el acuerdo en
Bruselas.
Una versión inicial preveía un impuesto a todos los depósitos
bancarios, pequeños y grandes, y eso enfureció a los pequeños
ahorradores en la isla. El acuerdo final, que afectó a solo aquellos con
más de 100.000 euros en el banco, fue mejor recibido.
Las restricciones a las transacciones bancarias también quizá
ayudaron a calmar el clima. Después de todo, si la gente no puede sacar
más de 300 euros por día, es difícil tener una fuga bancaria total.
La mayoría de la gente no tiene 100.000 euros en el banco y en
cualquier caso se tranquilizaron por el hecho de que los depósitos
inferiores a ese nivel estuvieran protegidos por el seguro.
Muchos de los que hacían cola en la reapertura de los bancos eran
personas mayores que se habían quedado sin efectivo. Decían que se
sentían cómodos con las tarjetas de crédito y que no las podían usar en
los cajeros automáticos, que siguieron operando todo el tiempo.
Unos probablemente se dieron cuenta de que tenían la misma probabilidad de retirar el dinero más adelante que en el primer día.
Otros estaban resignados o quizás agobiados por la sensación de
que había cuestiones de altas finanzas en el trasfondo, con las que
ellos no podían hacer mucho.
Picados en su orgullo, muchos pidieron en las redes sociales una
reacción medida que no diera a los medios extranjeros la satisfacción de
ver al país descontrolarse.
"Puede que tengáis los euros, pero nosotros tenemos la cultura",
dijo el titular de portada del diario Politis, encima de unas fotos de
gente haciendo cola en los bancos.
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