MADRID.-
En La Zarzuela se trabaja desde hace semanas, sin prisa pero sin pausa,
en el supuesto táctico de la abdicación, según fuentes conocedoras de
la situación, que matizan que el Rey aprovechará su convalecencia para
ir cerrando los apoyos estratégicos al Príncipe, tanto del mundo
político como económico, y de potencias extranjeras interesadas en
nuestra estabilidad. Una vez completado ese proceso, se abordaría el
planteamiento legislativo previsto en la Constitución para hacerla
efectiva, según las mismas fuentes consultadas por 'Monarquía coronada'.
Diversas
instancias han trasmitido ya a La Zarzuela la conveniencia de la
abdicación en cuanto las circunstancias del país lo permitan al objeto
de conjurar una posible inestabilidad institucional, que agravaría, aún
más, la crisis por la que atraviesa España en varios órdenes. Sin
embargo, el propio monarca parece entender que la fruta de la sucesión
hereditaria no estaría madura sin asegurar y consolidar primero
determinados apoyos previos, incluso de los que hoy goza el propio Juan
Carlos I. Ahí estarían las claves del silencio, del retraso y de los
desmentidos para evitar dar sensación de una interinidad nada buena para
España.
El
Príncipe Felipe, con 45 años y un largo recorrido como auxiliar de la
Jefatura del Estado, se encuentra teóricamente en el momento ideal para
acceder a la sucesión de su padre, con recurrentes problemas de salud
que merman sus capacidades funcionales precisamente en unos momentos en
que se necesita la imagen de un vértice en pleno vigor y de un liderazgo
que asegure la salida inmediata de un sistema político absolutamente
inválido para las nuevas exigencias y necesidades de la sociedad
española.
Ese
esfuerzo, que parece titánico, corresponde más a un hombre de la edad
del Príncipe que a un monarca septuagenario con su ciclo cerrado más que
de sobra pero que, conocedor en profundidad del código genético de su
reino, trata de asegurar a su manera el comienzo del reinado de su hijo
con él todavía en vida para poder ejercer su autoridad residual llegado
el caso.
Ninguna
otra razón de fondo, con excepción de la coyuntura político-económica
del país y la ruptura del pacto tácito de la Corona con los
nacionalistas catalanes, estaría condicionando los tiempos de una
abdicación para la que se buscará -y encontrará- el momento más adecuado
o menos inoportuno en los próximos meses y, si hiciera falta, hasta
semanas si la evolución de los acontecimientos así lo aconsejara,
siempre según las mismas fuentes.
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