WASHINGTON.- El debate dentro de la Reserva Federal sobre la política monetaria de
Estados Unidos podría comenzar a alejarse de la posibilidad de reducir
el estímulo y centrarse en cómo hacer más, dadas las señales de
debilidad económica y la ralentización de la inflación.
Pero los funcionarios aún no están en ese punto.
En una reunión de dos días que concluye mañana miércoles, se espera que el banco central estadounidense (Fed) mantenga sus compras mensuales de 85.000 millones de dólares en bonos para apoyar una
recuperación económica que lleva casi cuatro años, pero sigue siendo
demasiado débil para que el mercado laboral sane de verdad.
Mientras la medida favorita de inflación de la Fed cede y el
crecimiento del empleo vacila, los funcionarios del banco podrían volver
a encontrarse en la incómoda posición de tener que pasar de hablar
sobre frenar el estímulo a la posibilidad de tener que hacer más.
Actualmente, los analistas ven a la Fed comprando un total de un
billón de dólares en bonos del Tesoro y valores respaldados por
hipotecas durante la actual tercera ronda de estímulo cuantitativo,
conocida como QE3. Hasta hace poco, los analistas pensaban que la Fed
comenzaría a soltar el pie del acelerador en la segunda mitad del año.
Ahora, las cosas están son un poco menos seguras.
El mercado de la vivienda sigue mostrando señales de fortaleza,
con los precios de las casas viendo su mayor subida anual desde 2006,
año en que el mercado comenzó un declive histórico que degeneró en una
crisis financiera global.
Sin embargo, el sector industrial no es tan positivo. Los pedidos
de bienes duraderos registraron su mayor caída en siete meses en marzo,
mientras que un índice de manufactura en el centro-oeste del país
mostró una inesperada contracción en el sector de abril.
El crecimiento económico rebotó en el primer trimestre después de
un final sombrío de 2012, pero la tasa anual de expansión de un 2,5 por
ciento incumplió las estimaciones de los economistas y estos ya se
están preparando para un segundo trimestre más débil.
Al mismo tiempo, la inflación ha ido disminuyendo de manera
constante. La medida preferida de la Fed de la inflación subyacente, que
excluye los costes más volátiles de alimentos y los de energía, subió
apenas un 1,1 por ciento en el año a marzo. La inflación general subió
un 1 por ciento, el menor incremento en tres años y medio.
La Fed apunta a la inflación del 2 por ciento.
A pesar del tono más débil de la economía, una actitud de esperar
y ver qué pasa parece el método más probable por ahora. Se espera que
la Fed se refiera al decepcionante desempeño de la economía cuando
anuncie su decisión, aún si mantiene
su curso.
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