MÉXICO.- La Centroamérica a la que llega el presidente Barack Obama el próximo viernes es una región que mantiene múltiples vasos comunicantes con Estados Unidos,
incluida una relación comercial creciente que en 2012 ascendió a 40.000
millones de dólares, aunque muy favorable a la potencia norteamericana.
En Costa Rica,
tras su visita a México, Obama abordará el tema comercial, además de
los de seguridad y migración, con los presidentes de Centroamérica,
quienes han apostado a vigorizar las relaciones económicas en el marco
del Tratado de Libre comercio (TLC).
El acuerdo comercial entre Estados Unidos y Centroamérica (CAFTA, por
sus siglas en inglés), que entró en vigencia en 2006, parece haber
marcado un punto de inflexión. A partir de entonces las cifras han
crecido de manera sostenida, con una breve interrupción en 2009, en el
pico de la crisis financiera mundial.
Mientras en 2005 la relación comercial entre Estados Unidos y el bloque formado por Costa Rica, Honduras, El Salvador,
Guatemala y Nicaragua (Panamá tiene convenio aparte) sumaba poco más de
25.000 millones de dólares, el año pasado los intercambios se
incrementaron en casi un 60%, según datos oficiales de la región.
Norman Caldera, ex canciller nicaragüense, considera que el TLC ha
traído importantes beneficios a la economía centroamericana y resalta la
seguridad para los inversionistas y el aumento del comercio como los
más importantes.
"Nicaragua es el país de Centroamérica que más se ha beneficiado con
el tratado, las exportaciones, que se han multiplicado" desde 2006,
puntualizó Caldera.
Sin embargo, otros analistas estiman que el verdadero ganador del acuerdo comercial ha sido Estados Unidos.
En 2005, un año antes de la entrada en vigencia del TLC,
Centroamérica exportó a Estados Unidos productos por valor de 11.434,7
millones de dólares e importó bienes por 14.326,5 millones, lo que
representó para el istmo un déficit comercial de 2.891,3 millones.
Pero en 2012, la brecha fue mucho más desigual: de los 40.653
millones que alcanzó el intercambio, 13.570,5 millones correspondieron a
exportaciones centroamericanas y 27.146,2 millones a importaciones de
productos estadounidenses. En cinco años el saldo comercial negativo
para Centroamérica casi se quintuplicó.
"El TLC no ha significado una salida a los problemas de
Centroamérica, como prometieron los impulsores. El déficit comercial es
creciente en el marco de una relación económica cada vez más estrecha,
lo cual es preocupante porque nos hacemos más dependientes del
crecimiento de Estados Unidos", dijo a la AFP el economista y ex
ministro costarricense Helio Fallas.
Otra de las aristas del tratado es el flujo de inversión
norteamericana a Centroamérica, que ha venido creciendo al amparo de las
protecciones que el convenio otorga en términos de exenciones de
impuestos y protecciones a la propiedad intelectual.
Sin embargo, el ritmo de crecimiento no se equipara con el del
intercambio comercial. Según cifras de los bancos centrales
centroamericanos, el flujo de inversiones estadounidenses pasó de 3.681
millones de dólares en 2007 (un año después de la puesta en vigor del
TLC) a 4.541 millones en 2011.
Además, "mucha de la inversión norteamericana corresponde al sector
de la maquila, una industria de poco valor agregado" y que poco
contribuye a dinamizar las economías regionales, apuntó Fallas.
Un análisis reciente de la Red Centroamericana de Monitoreo del
CAFTA, integrada por centros de investigación y conglomerados de la
sociedad civil regional, va más allá y asegura que el TLC ha implicado
un debilitamiento de la producción de granos básicos en el istmo, ante
el empuje de las importaciones provenientes de Estados Unidos.
En contraste, hay "un crecimiento desmedido de la producción
azucarera para la producción de agrocombustibles, principalmente en
Guatemala, El Salvador y Nicaragua; crecimiento de la producción de
palma aceitera en Honduras y Guatemala, y de la producción de piña en
Costa Rica", señala el informe.
"Los únicos ganadores con el CAFTA a nivel agrícola han sido las
transnacionales importadoras, y los perdedores obviamente son los
pequeños y medianos productores centroamericanos de granos básicos y los
consumidores que enfrentan altos precios en los alimentos", agregó.
En buena medida, el abultado déficit comercial se ve compensado por
el peso determinante del flujo de remesas que unos cinco millones de
centroamericanos residentes en Estados Unidos envían a sus países,
especialmente Guatemala, El Salvador y Honduras (más de 12.600 millones
de dólares en 2012).
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