domingo, 21 de abril de 2013

Unos 860 millones de personas sobreviven en favelas en el mundo, según ONU-Hábitat

NAIROBI.- Unos 860 millones de personas sobreviven hoy día en favelas en el mundo debido a la rápida urbanización del planeta, según el director ejecutivo del Programa de la ONU para los Asentamientos Humanos (ONU-Hábitat), el médico español Joan Clos, ex alcalde socialista de Barcelona y ex ministro.

"Es una cifra espectacular que se está incrementando", afirma Clos durante la XXIV Reunión del Consejo de Administración de ONU-Hábitat, que se celebró esta semana en Nairobi, sede de ese organismo de Naciones Unidas.
"No se ha conseguido aún contener el crecimiento del chabolismo en el mundo", admite el director ejecutivo, al subrayar que ese fenómeno se agudiza en el contexto actual de "creciente demanda de urbanización".
A comienzos del siglo XIX, sólo el 2 % de la población mundial residía en urbes, cifra que "ahora está ya por encima del 50 %", explica el también exministro español de Industria y exalcalde de Barcelona (noreste de España).
"Esto -recalca- implica que 3.500 millones de habitantes del planeta Tierra viven en ciudades o zonas urbanas. Pero lo importante no es tan sólo el número, sino la velocidad a la cual la población se urbaniza. El proceso de urbanización crece no aritméticamente, sino exponencialmente de una forma muy acelerada".
Esa aceleración se manifiesta con mayor fuerza en los países en vías de desarrollo, donde millones de personas abandonan el campo por la ciudad en busca de un futuro más prometedor y se instalan en favelas, empujados por la pobreza y la desesperación.
La población mundial hacinada en poblados chabolistas ha pasado de 760 millones de personas en el año 2000 a unos 860 millones en la actualidad, según los datos de ONU-Hábitat.
A juicio de Clos, se trata de "un proceso explosivo, porque la gente cambia de mentalidad rápidamente. Y entonces empiezan, legítimamente, las demandas de mejores servicios" básicos.
"Y aquí -asevera- empieza el conflicto urbano, que es un fenómeno que hemos visto en la Primavera Árabe y que veremos seguramente en otras partes del mundo, en la medida en que las sociedades no son capaces de proveer servicios a la velocidad a la que se urbanizan".
Para el director ejecutivo, la realidad de esos asentamientos informales "no es algo desconocido", pues ya aplicó, como alcalde de Barcelona (1997-2006), "programas de lucha contra el chabolismo".
Como jefe de ONU-Hábitat desde octubre de 2010, Clos ha visitado favelas en África y Latinoamérica, lugares en los que las duras condiciones de vida le han dejado "absolutamente de piedra".
En esas favelas, relata, "una chabola típica tiene entre ocho o nueve metros cuadrados. Una cama. Dos o tres taburetes. Un hornillo. No hay lavabo. En algunas partes hay una ventanita. Y en este espacio, viven dos o tres generaciones. Abuelos, padres e hijos".
"Uno de los problemas más graves -apostilla- es que la combustión imperfecta de los hornillos produce neumonías en la población infantil. La mortalidad infantil por neumonía es tres o cuatro veces mayor en los barrios de favela que en el resto de la ciudad".
En su opinión, el también denominado barraquismo podría solucionarse con una adecuada planificación urbana, si bien, "para planificar las ciudades, se necesita voluntad política y también una mínima capacidad técnica".
Clos considera que la urbanización presenta asimismo desafíos en los países ricos, donde está emergiendo una "nueva pobreza urbana en los países desarrollados, con desempleo y segregación social", que provoca "casos de violencia descontrolada".
Además, las sociedades avanzadas afrontan "un reto ambiental, que es el consumo excesivo de energía", recalca el jefe de ONU-Hábitat.
"Somos ya -explica- 7.000 millones de habitantes (en el planeta) y no podemos vivir todos al estilo de la casa, el jardín y la piscina. Esto es lo que consume más energía".
Sobre el impacto medioambiental del consumo energético de las ciudades, el director ejecutivo piensa que "es el modelo de producción el que afecta al cambio climático, no la urbanización".
"Para consumir menos energía -advierte-, no hay que desurbanizar. La urbanización, cuando está bien hecha, consume menos energía".
Preguntado por la urbe perfecta, el exministro español confiesa que no cree en la "ciudad ideal", ya que, "afortunadamente, ninguna ciudad del mundo es igual que otra", aunque exista el denominador común de ser "piedras, personas y reglas".
A su modo de ver, el futuro de la Humanidad pasa por "una urbanización bien diseñada" que permita "vivir de una forma digna".
"La urbanización -concluye Joan Clos- es un fruto positivo de la cultura, pero a la vez hay que establecer unas normas de convivencia y un diseño atractivo para que esto no se convierta en un infierno en la Tierra. Y este es el gran reto...".

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