lunes, 27 de mayo de 2013

El paso de la austeridad al crecimiento en la Unión Europea, solo semántico / Paul Taylor

Escuchando a algunos dirigentes europeos, especialmente en Francia, uno pensaría que la era de la austeridad ha terminado y la zona euro avanza a toda velocidad para reanimar el crecimiento económica.
En un sorprendente cambio de tono, el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, dijo el mes pasado que la austeridad - la reducción del endeudamiento público mediante recortes de gastos y subidas de impuestos - había llegado a los límites de lo aceptable por el público.
Pero el cambio es más en las palabras que en los hechos. En la práctica, no ha habido un giro de 180 grados en las políticas.
Es cierto que la Comisión Europea está ampliando los plazos para que los gobiernos reduzcan sus déficit presupuestarios a los niveles establecidos por Bruselas, sobre todo porque la recesión ha vuelto esas metas inalcanzables.
Además, los estados de la eurozona tienen cierto margen de maniobra, pues los mercados de bonos superaron el pánico desde que el Banco Central Europeo dijera el año pasado que si fuera necesario actuaría decididamente para preservar el euro.
El énfasis de la UE está ahora en reducir los "déficit estructurales" - una medida elástica que se supone tiene en cuenta el ciclo económico - y en reformar los mercados de trabajo y los sistemas de pensiones, abriendo más sectores a la competencia y desregulando la actividad empresarial para mejorar el potencial de crecimiento de los países.
En medio de una gran fanfarria, se han lanzado pequeñas iniciativas para combatir la explosión del paro entre los jóvenes, que amenaza con dejar una generación perdida en el sur de Europa.
El BCE está buscando formas de facilitar el crédito a las pequeñas empresas en los países de la periferia de la zona euro, los más golpeados por la crisis. Y aunque los bancos continúan teniendo acceso a liquidez, no tiene intención de seguir los pasos de Reino Unido y Japón de imprimir enormes cantidades de dinero para fomentar el crecimiento.
"No es que estemos abandonado las políticas de austeridad", dijo Carsten Brzeski, un economista del ING en Bruselas. "Se trata sólo del ritmo del ajuste y de un cambio hacia reformas estructurales para evitar terminar en una espiral descendente de austeridad.
Aunque el BCE podría quizás hacer algo más para aumentar la oferta de crédito para las empresas en el deprimido sur de Europa, el principal inhibidor de inversiones en esa zona ha sido la falta de demanda y para eso no existe una solución fácil, añadió.
Los políticos y banqueros centrales de la UE dicen que durante muchos años, los países más endeudados no tendrán más alternativa que reducir el gasto público y el tamaño del Estado, por muy impopular que sea.
"El crecimiento es la clave para salir de la crisis. Todos estamos de acuerdo en eso", dijo el jefe del Bundesbank alemán, Jens Weidmann, un conservador en cuanto a los préstamos del BCE, en un discurso a empresarios franceses la semana pasada. "Pero renunciar a la consolidación fiscal no nos acercará a ese objetivo".
El reconocimiento de Barroso sobre los límites políticos de la austeridad recordó los comentarios de su predecesor Romano Prodi en 2002 de que las leyes presupuestarias de la UE eran "estúpidas" porque eran demasiado rígidas.
"Aunque creo que esta política es fundamentalmente correcta, creo que ha llegado a sus límites", dijo Durao Barroso el 22 de abril. "Para ser exitosa, una política no sólo tiene que estar adecuadamente diseñada. Tiene que tener un mínimo de apoyo político y social".
Para algunos eso sonó un poco como si el Papa cuestionara la existencia de Dios. Los comentarios dispararon una ola de titulares sobre el fin de la austeridad en países como Irlanda, que han sufrido duros recortes, al tiempo que irritaron a varios gobiernos europeos.
En Bruselas, un alto cargo con contactos frecuentes con los dirigentes de los estados miembros dijo que el ex primer ministro portugués se había expresado mal y que no hay alternativa a la austeridad, incluso aunque esa palabra no se mencionara.
"La idea de que ahora habrá un déficit de gasto, de que la era de la austeridad se ha terminado, es incorrecta", dijo el alto cargo, que habló a condición de no ser identificado debido a la sensibilidad de su cargo.
"Podemos posponer la consolidación fiscal por uno o dos años, pero esa no es realmente la respuesta. La respuesta es el crecimiento y eso sólo vendrá mediante una reforma estructural y mayor productividad", añadió.
La canciller alemana, Angela Merkel, que desde el comienzo de la crisis usó la influencia financiera de Berlín para presionar por una mayor disciplina fiscal, dejó claro que la austeridad y el crecimiento no eran contradictorios y que los ahorros presupuestales deben continuar.
En una crítica velada a su aliado Francia, que para reducir su brecha presupuesta ha aumentado sus ingresos hasta el momento en lugar de cortar el gasto público, Berlín dice que los gobiernos deben evitar aumentar la carga fiscal porque daña el crecimiento.

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