domingo, 29 de septiembre de 2013

China abre una zona de libre comercio en Shanghái

SHANGHAI.- China pretende dar un paso histórico en la apertura al mundo de su sistema económico y financiero, con el comienzo oficial de la nueva zona de libre comercio de Shanghái, un área experimental llamada a revolucionar su propio peso en la economía internacional.

Shanghái, que ya es la capital financiera y comercial de China y cuenta con el puerto mercante más activo del mundo, se dota así de un área donde experimentará, fuera de las fronteras chinas, qué ocurre si permite el libre cambio del yuan o deja los tipos de interés en manos del mercado.
Este "mini-Hong Kong" en las afueras de Shanghái, como lo ha llamado la propia prensa hongkonguesa, será la primera zona de este tipo en territorio continental chino bajo el Convenio de Kioto, y competirá con otras zonas similares asiáticas, como la de la ex colonia británica, la surcoreana Busán o la propia Singapur.
Como Convenio de Kioto se conoce a la Convención Internacional para la Simplificación y la Armonización de los Procedimientos Aduaneros, de 1974, que establece que en una zona de libre comercio se puede depositar, manejar, fabricar, reconfigurar y volver a exportar productos sin la intervención de las aduanas locales.
Su creación, anunciada por sorpresa en julio, aprobada en agosto y puesta en marcha hoy, en apenas tres meses, sólo se explica porque nace con instalaciones logísticas ya existentes, y porque se trata de un proyecto defendido como una necesidad por el nuevo Gobierno chino, aunque ha tenido que afrontar una fuerte oposición interna.
El propio primer ministro Li Keqiang, cuyo Ejecutivo tomó posesión en marzo, arriesgó todo su capital político para hacer posible la nueva zona, a pesar de la fuerte resistencia que encontró entre los propios organismos económicos chinos, como los reguladores del mercado de valores y del sector bancario.
Esto señala la determinación del nuevo Gobierno por hacer reformas económicas y dar pasos en la apertura del mercado chino difíciles de imaginar durante la década anterior.
El primer ministro parece querer demostrar con Shanghái cómo su plan económico puede salvar a China de un aterrizaje forzoso, después de tres décadas de un crecimiento rápido y continuado.
Su receta económica (no a los estímulos ni a la inyección de capital desde Pekín, como se hizo ante el inicio de la crisis internacional, en 2008, y reformas estructurales para la apertura del mercado) puede suponer ahora una ventana de apertura, en Shanghái, para la inversión extranjera en sectores antes vedados.
Los bancos extranjeros podrán abrir filiales controladas completamente por ellos dentro de los límites de la zona franca, al igual que las operadoras de telecomunicaciones, mientras que los mercados internacionales de materias primas, como la Bolsa de Metales de Londres, podrán tener allí sus propios depósitos.
De ahí la fuerte oposición de los reguladores, aunque Li parece pretender sobre todo estimular la economía china interviniendo menos desde el Estado y facilitando más la inversión extranjera.
Algunos analistas señalan que Li y el presidente Xi Jinping están condenados a reformar el sistema económico chino, ante el riesgo de un frenazo repentino de su crecimiento de las últimas décadas, que podría llevar a un descontento social poco deseable para la estabilidad del Partido Comunista (PCCh) al frente del país.
Todo mientras ese crecimiento chino tiende a ralentizarse por la caída de sus exportaciones, por lo que Pekín quiere evolucionar hacia una economía más orientada a los servicios y al consumo, a la vez que trata de que su moneda, el yuan, hoy la novena divisa más utilizada del planeta, llegue a ser tan usada como el euro y el dólar.
De ahí el proyecto oficial de que Shanghái sea uno de los principales centros financieros y comerciales del planeta en 2020, con una influencia mundial comparable a la de Londres o Nueva York, aunque eso sólo será posible con un sistema financiero y jurídico abierto y transparente capaz de competir con ellas.
Queda por ver ahora hasta qué punto será Pekín capaz de soltar las riendas de su crecimiento en la nueva zona, como para que Shanghái consiga de verdad ese lugar en la economía mundial.

No hay comentarios:

Publicar un comentario