sábado, 9 de noviembre de 2013

Los sobresaltos vuelven a la economía francesa

PARÍS.- La baja de calificación de la deuda pública francesa es sólo el último episodio de una serie de malas noticias para la economía gala, que sigue sin dar muestras concretas de la anunciada y deseada recuperación. De acuerdo con la agencia norteamericana de notación Standard and Poors, las obligaciones del Estado francés bajaron un escalón, de "doble A positiva" a "doble A simple", debido a la incertidumbre sobre el futuro a corto y mediano plazos.

Un comunicado de esa firma señala que las reformas en el mercado laboral, el régimen fiscal y el sector de los bienes y servicios no mejoran sensiblemente las posibilidades de crecimiento.

Además, agrega, el persistente desempleo debilita el apoyo popular y limita las posibilidades de maniobra del gobierno para hacer nuevos ajustes presupuestarios.

Apenas en el verano reciente las sonrisas afloraban en Bercy, como se le conoce popularmente aquí al ministerio de Economía y Finanzas, cuando el jefe de esa cartera, Pierre Moscovici, anunció buenas nuevas sobre la marcha en los principales indicadores.

"Yo digo que estamos en camino de salir de la recesión, el crecimiento del segundo trimestre será de 0,2 por ciento y los indicadores de comportamiento de los hogares y las empresas me dejan pensar que estamos en el inicio de la reactivación", aseguró el 10 de julio el titular.

Casi cuatro meses después, la realidad muestra un panorama muy diferente y sombrío respecto al dibujado por Moscovici.

En los primeros días de noviembre la Comisión Europea publicó sus proyecciones de otoño, donde asegura que el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) francés será débil este año, con 0,2 puntos porcentuales, y moderado el próximo, de 0,9 por ciento.

Según el comisario para asuntos económicos y financieros Olli Rehn, estos valores son insuficientes para estimular la reactivación y, en consecuencia, otras obligaciones de París con sus socios europeos tampoco se alcanzarán.

Una de ellas es el equilibrio fiscal. Francia terminará el año con un déficit de 4,1 por ciento, el cual se reducirá a 3,8 en 2014 y 3,7 en 2015, es decir, por arriba de los niveles exigidos en los tratados de austeridad presupuestaria.

Esos convenios establecen que ninguno de los miembros de la eurozona puede tener un desbalance superior al tres por ciento del PIB y la deuda pública debe estar por debajo de los 60 puntos.

Quienes no cumplan estos requisitos sufrirán sanciones financieras y sus cuentas quedarán bajo control de Bruselas, lo cual equivale a perder la soberanía presupuestaria.

Para Francia, segunda potencia de la zona euro y quinta del planeta, esta sería una situación muy embarazosa, pero todo parece indicar que hacia allí se dirige.

De hecho, tras la decisión de Standard and Poors el economista alemán Holger Schmieding, del banco Berenberg, comentó que, al parecer, el verdadero problema de Europa está en Francia.

Menos incisivo, pero sin dejar de marcar el tema, fue Daniel Gros, director del Centro de Estudios Políticos Europeos, de Bruselas, quien expresó: "por el momento Francia representa más un problema potencial, que un problema concreto", y llamó al gobierno de François Hollande a cambiar el rumbo.

El asunto es que no hay muchas opciones porque el Ejecutivo tiene el más bajo nivel de apoyo popular para una administración durante los últimos 50 años, debido al creciente nivel del paro y del costo de la vida.

Muestra de ello fueron las recientes manifestaciones de protesta en la región de Bretaña, donde pequeños y medianos propietarios se unieron a sindicalistas y trabajadores para rechazar los aumentos de impuestos y reclamar la defensa del empleo.

En la actualidad hay más de tres millones 290.000 personas sin trabajo y se multiplican los anuncios de despidos masivos en numerosas empresas, incluidas grandes corporaciones.

Para colmo, el último informe del servicio de aduanas revela que las exportaciones cayeron y el déficit comercial creció en 5.800 millones de euros en septiembre.

Ante esta andanada de datos negativos, la inquietud y los sobresaltos vuelven a rondar en Bercy y el futuro se avizora complicado para un Gobierno urgido de noticias positivas.

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