BUENOS AIRES. Un 25 por ciento de la población urbana argentina (unos diez millones de personas) vive en condiciones de pobreza y la
marginalidad estructural afecta a uno de cada cuatro habitantes pese al
crecimiento económico, según un informe difundido hoy por el
Observatorio de la Deuda Social Argentina.
Pese al crecimiento continuado del PIB durante la década de gobierno
del kirchnerismo, la pobreza y las desigualdades sociales perviven como
males estructurales de la sociedad argentina.
Tal es el caso del empleo precario -que creció de un 32,1 por ciento
en 2007 al 35,3 por ciento en 2011- o el hecho de que dos de cada diez
hogares necesitasen asistencia pública permanente según los últimos
datos recogidos en 2012.
El estudio del ODSA, titulado "Heterogeneidades estructurales y
desigualdades sociales persistentes", sintetiza los datos de la Encuesta
de la Deuda Social Argentina para el período 2004-2012 y apunta que,
pese a que la mayoría de indicadores ha ido a mejor, desde 2007 hay una
importante desaceleración en la erradicación de los principales
problemas sociales.
"Más de una década de crecimiento no ha sido suficiente para resolver
los problemas de marginalidad estructural que afecta al menos a uno de
cada cuatro argentinos", según el Observatorio, perteneciente a la
Universidad Católica Argentina.
Se trata de "familias en situación de pobreza estructural que, aunque
han ganado 'derechos', no pueden acceder a un empleo de calidad ni a un
hábitat digno, tampoco a servicios de salud ni de educación
satisfactorios", explica el informe.
Además, el 37 % de los jóvenes no logra terminar la secundaria, el 20
% no estudia ni trabaja y el 12 % de los niños de entre 5 y 17 años
debe realizar alguna actividad laboral para cubrir necesidades
económicas del hogar, según los datos recabados durante el último
periodo de estudio.
Por otro lado, pese a que Argentina es uno de los principales
productores mundiales de alimentos, uno de cada diez hogares urbanos
(unos tres millones de personas) experimenta casos de malnutrición por "no
disponer de los recursos económicos suficientes para acceder a los
alimentos necesarios para la subsistencia".
Las últimas cifras oficiales sobre la pobreza, difundidas por el
Instituto Nacional de Estadísticas y Censos, fijan menores tasas de
pobreza, de en torno al 4,7 % del total de la población (casi 450.000 hogares) para 2013, mientras que en 2003 era del 54 %.
El Observatorio señala la inflación como la principal causa de la
pervivencia de las diferencias sociales, ya que según sus propios datos
el alza de los precios se mantuvo alrededor del 10 % entre 2003-2006,
trepó a 18,5 % en 2007, a 22,4 % en 2010 y a 25,9 % en 2012.
En cuanto a la calidad de la vivienda, en 2012 uno de cada diez
domicilios no contaba con agua corriente y tres de cada diez no disponían de
servicio de cloacas.
El Observatorio pone el acento en que el incremento del PIB de una
nación no es incompatible con el sostenimiento o incluso el aumento de
la desigualdad económica y de condiciones de heterogeneidad y exclusión
social.
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