domingo, 8 de diciembre de 2013

Elevado desempleo e insuficiente creación de puestos en el mercado laboral mundial

GINEBRA.- La persistencia de elevados niveles de desempleo y la insuficiente creación de puestos de trabajo caracterizaron al mercado laboral en el orbe durante el año 2013. Las desigualdades por regiones y países es uno de los elementos que llama la atención y preocupa a los académicos.

Algunos especialistas advirtieron una recuperación gradual del empleo, la cual consideran un desafío para la mayoría.

Muchas de las llamadas naciones en desarrollo experimentaron un incremento de la ocupación y una disminución de las desigualdades de los ingresos, en contraste con los países de altos ingresos, según un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

Las desigualdades de los ingresos aumentaron en las economías avanzadas durante los dos últimos años, en un contexto de incremento del paro mundial, que se prevé trepará desde los actuales 200 millones a cerca de 208 millones para 2015, subrayó.

También las diferencias económicas subieron a medida que las pequeñas empresas quedaron rezagadas con respecto a las más grandes, en términos de ganancias e inversiones productivas.

Tal situación constituye un problema para la recuperación del empleo en la actualidad y afecta las perspectivas a largo plazo.

El documento de esa agencia de Naciones Unidas muestra que los grupos de ingresos medios en muchas naciones avanzadas se redujeron, una situación incentivada, en parte, por la desocupación por largo tiempo, el debilitamiento de la calidad del empleo y el abandono del mercado laboral por parte de los trabajadores.

Por el contrario, en muchos de estos países la remuneración de los directores ejecutivos se comportó al alza.

Ante dicha situación, la OIT opinó que son necesarios más y mejores trabajos de manera que pueda haber una mejor distribución de los ingresos a nivel global.

En los países en desarrollo, el desafío más importante es consolidar los progresos recientes en la reducción de la pobreza y las desigualdades. Las inversiones productivas, el salario mínimo y la protección social han contribuido con ese esfuerzo en Brasil, Costa Rica, India, Indonesia, Turquía y Vietnam.

La incapacidad de transformar las ganancias en inversiones en las economías avanzadas retarda la recuperación del empleo, un hecho que constituye uno de los principales señalamientos de los analistas.

Los expertos plantean que mejorar la actividad de inversión es fundamental en aras de permitir que las empresas aprovechen las nuevas oportunidades y contraten a más personas.

En los llamados países desarrollados, el crecimiento de la ocupación sigue débil y los niveles de empleo permanecen por debajo de los niveles anteriores al inicio de la crisis en 2008.

En el caso de las emergentes, éstas representan aproximadamente el 47 por ciento de las inversiones mundiales, en contraposición con sólo 27 por ciento en 2000.

La reducción del acceso al crédito, en especial para las pequeñas empresas, es un gran obstáculo para las inversiones, las cuales son inhibidas por la insuficiencia de la demanda de bienes y servicios en general, así como por una falta de confianza en el futuro de la economía.

En tal sentido, la OIT defendió la necesidad de centrarse en la economía real y de adoptar medidas dirigidas a reducir la incertidumbre y a estimular el crecimiento, que tienen repercusiones positivas sobre la demanda agregada y la creación de empleo.

Estudios especializados muestran que el crecimiento de los salarios continúa muy por debajo del período anterior a la crisis a nivel mundial y que es negativo en las economías desarrolladas, pero aumentan en las emergentes.

Los sueldos mensuales crecieron 1,2 por ciento en 2011, frente a tres por ciento en 2007 y 2,1 por ciento en 2010, situación que impacta negativamente sobre los trabajadores.

Un elemento remarcado es que los salarios crecieron a un ritmo menor que la productividad laboral durante la última década.

Esta tendencia, alertan las investigaciones, ha generado un cambio en la distribución de ingresos, lo cual significa que los trabajadores se benefician menos de los frutos de su faena mientras que los propietarios del capital se favorecen más.

En Estados Unidos, por ejemplo, la productividad laboral por hora en las firmas no agrícolas aumentó en cerca de 85 por ciento, mientras que las remuneraciones ascendieron en sólo cerca de 35 por ciento desde 1980.

En Alemania, la llamada locomotora europea, la productividad laboral subió en casi un cuarto a lo largo de las dos últimas décadas, mientras que los sueldos se mantuvieron estables.

La OIT instó a sus 185 Estados miembros a adoptar políticas sobre salario mínimo como un medio para reducir la pobreza laboral y ofrecer protección social a los trabajadores vulnerables, un problema presente en todo el orbe.

Aunque el número de trabajadores pobres en los países en desarrollo sigue siendo alto, en naciones como Brasil, el gobierno aumentó considerablemente el sueldo mínimo, una medida que mantuvo en los peores años de la crisis.

Más allá de las diferencias regionales, cifras recientes evidencian que la tasa de desempleo entre los jóvenes a nivel mundial sigue creciendo y está previsto que alcance 12,8 por ciento en 2019, con lo cual se ratifican como uno de los sectores más perjudicados en materia laboral.

Expertos alertan que el impacto a largo plazo de la crisis del empleo juvenil podría hacerse sentir durante décadas creando una generación en peligro de no encontrar nunca un trabajo decente, por lo cual ya muchos hablan de una "generación perdida".

Tras lo alarmante de los datos, sobresale la persistencia de la cesantía, la proliferación de empleos temporales, el creciente desaliento, las ocupaciones de baja calidad, informales y de subsistencia.

En el caso de las naciones desarrolladas, la tasa de desempleo juvenil en 2012 fue de 18,1 por ciento. Los pronósticos apuntan a que es probable que permanezca por encima de 17 hasta 2015 y no está previsto que disminuya por debajo de 17 puntos antes de 2016.

El caso de Europa es especialmente preocupante debido al recrudecimiento de la situación desde el estallido de la crisis de deuda en 2009. En Grecia y España, más de la mitad de la población juvenil económicamente activa está parada.

Por ello, la OIT llamó a favorecer un crecimiento con alto coeficiente de empleo y la creación de trabajo decente a través de políticas macroeconómicas, políticas del mercado laboral y derechos de ese sector poblacional, para abordar las consecuencias sociales de la crisis y al mismo tiempo garantizar las sostenibilidad financiera y presupuestaria.

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