LISBOA. Portugal cierra 2013 con su deuda presionada por
menores intereses que un año antes, aunque la rentabilidad exigida por
los inversores se considera todavía demasiado alta para poder regresar a
los mercados con garantías.
El país se encuentra a sólo seis meses de concluir su programa de
asistencia financiera y de dejar de recibir la ayuda de la UE y el Fondo
Monetario Internacional (FMI), por lo que debe ser capaz de volver a
colocar su deuda a largo plazo a cambio de intereses sostenibles para
recuperar su autonomía sin un segundo rescate.
La salida de la llamada "troika" no supondrá el cese de las políticas
de ajuste y de reformas, ha advertido el gobierno conservador luso,
aunque otorgará un mayor margen de maniobra a un Ejecutivo que ha tenido
que pactar con sus acreedores internacionales todas y cada una de sus
medidas de austeridad.
Desde que negoció un préstamo con ellos de 78.000 millones de euros,
en mayo de 2011, el país encadena tres años consecutivos en recesión,
aunque en 2014 las previsiones oficiales ya apuntan para un regreso al
crecimiento que, no obstante, no mejorará sustancialmente los altos
niveles de desempleo.
La mayoría de analistas y expertos observan aún con inquietud a
Portugal, preocupados por la cotización de sus títulos en el mercado
secundario, cifras que utilizan como referencia para prever el resultado
de sus subastas públicas.
Las obligaciones lusas a diez años se vendían hoy en este mercado al
6,1 % de interés, prácticamente un punto menos que al cierre de 2012,
aunque durante el año oscilaron entre el 5,5 % (en el mes de mayo) y el
7,5 % (en julio, por la crisis política originada en el seno de la
alianza conservadora en el Gobierno).
Este descenso contrasta con el registrado el pasado ejercicio, cuando la caída respecto a diciembre de 2011 fue de seis puntos.
El propio ministro de Exteriores luso, Rui Machete, señaló a finales
de octubre que estas tasas deben bajar del 4,5 % para que el país no
precise de más ayuda internacional, un objetivo que todavía se vislumbra
lejano.
Portugal se mira en el espejo de Irlanda, cuya deuda cotiza hoy al
3,5 % y que ya logró cerrar su programa de asistencia financiera con
éxito y en el plazo previsto, a mediados de este mes de diciembre.
Los inversores también exigen a los portugueses más rentabilidad para
comprar sus títulos que a españoles e italianos (actualmente, en torno
al 4,1 %).
Entre los países del sur de Europa, apenas Grecia presenta peores
tasas que Lisboa, ya que su deuda continúa por encima del 8,4 %,
mientras que el valor de referencia, el de Alemania, ronda el 1,9 %.
En este contexto de incertidumbre, el Tesoro luso tiene previsto
volver a emitir deuda a largo plazo -es decir, con un vencimiento
superior a dos años- durante los primeros meses de 2014, lo que supondrá
la verdadera "prueba de fuego" para el país.
La estabilidad política y social es uno de los puntos fuertes de
Portugal desde el punto de vista de la troika, y es considerada por el
propio Gobierno como un requisito imprescindible para lograr dejar atrás
estos tres años bajo la supervisión financiera de la UE y el FMI.
La contestación social a las medidas de austeridad se ha reflejado en
el elevado número de protestas y huelgas convocadas por sindicatos y
organizaciones civiles, aunque de carácter siempre eminentemente
pacífico.
El principal cambio desde que pidió la ayuda financiera internacional
fue protagonizado por el principal partido de la oposición, el
socialista, que pasó de firmar el memorando de entendimiento con la
troika a censurar duramente las draconianas medidas de austeridad
impuestas al país.
De cara a 2014 Portugal afronta el reto de recuperar su independencia
financiera, aunque para llevar a cabo ese proceso ya se estudia la
posibilidad de que sus socios europeos creen algún tipo de mecanismo de
apoyo que funcione como una "red de seguridad" hasta que logre su pleno
regreso a los mercados.
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