sábado, 14 de diciembre de 2013

Pese al pacto presupuestario, el ambiente en el Congreso de EEUU es tóxico

WASHINGTON.- Cualquiera que espere una nueva era de buenas sensaciones en el Congreso de Estados Unidos como resultado del acuerdo de presupuesto bipartidista alcanzado esta semana en Washington, seguramente tendrá que olvidarse de ello.

Este fue el claro mensaje de la mayoría de legisladores entrevistados, así como de los observadores cercanos del Congreso, luego de que el acuerdo fuera aprobado por la Cámara de Representantes de Estados Unidos el jueves en su camino hacia el Senado.
El proyecto de ley de presupuesto, negociado por el representante republicano, Paul Ryan, y la senadora demócrata, Patty Murray, es vago y poco específico, evitando temas difíciles y divisivos.
Pero la agenda del Congreso para el próximo año esta cargada de temas específicos, incluyendo el aumento del techo de la deuda, el financiamiento de programas individuales del Gobierno, la reforma a la inmigración y la aprobación de un proyecto de ley agrícola.
"Creo que el próximo año será más difícil", dijo el senador republicano de Nebraska, Mike Johanns. "Es un año electoral. Decenas de millones de dólares serán invertidos desperdiciando gente, y es difícil olvidar eso", agregó.
El acuerdo fue "único", dijo Norm Ornstein, un investigador del Congreso del conservador Instituto Americano de Empresa.
El pacto podría evitar la parálisis del Gobierno, asumiendo que sea aprobado en el Senado la próxima semana como está previsto, dijo. Pero "no veo ninguna señal de que los fundamentos hayan cambiado", agregó.
Ese fue también el mensaje en el Senado de Estados Unidos, donde los republicanos, algunos encolerizados, siguieron reprendiendo a los demócratas el viernes por quitarles el derecho a bloquear las designaciones judiciales del presidente Barack Obama usando tácticas dilatorias, un obstáculo de procedimiento.
"Todo el ambiente está totalmente envenenado", dijo el senador, John McCain, al ser consultado acerca de si el acuerdo de presupuesto cambia algo.
"No hay cooperación, no hay respeto. Y es lo que es", pese al hecho de que los demócratas y republicanos se unieron para aprobar el proyecto de ley de presupuesto.
"No puede empeorar mucho más", agregó.Este no es un buen presagio para los problemas que afronta el Congreso a medida que entra en la segunda mitad de su periodo, de cara a una elección en noviembre del próximo año para elegir todos los escaños en la Cámara de Representantes, liderada por republicanos, y un tercio en el Senado, de mayoría demócrata.
La ventaja política del acuerdo presupuestario fue su imprecisión.
El pacto estableció niveles de gastos generales para dos años, un significativo cambio frente a una reciente tendencia a alcanzar proyectos de ley de financiación a corto plazo, que requieren de una extensión cada ciertos meses, siempre bajo la amenaza de una parálisis del Gobierno como la de 16 días que se produjo en octubre.
Pero no abordó los temas más irascibles, como las demandas demócratas de llevar a cabo alzas impositivas y los esfuerzos republicanos por controlar el gasto en "subsidios", como el programa de atención medica para personas de la tercera edad, Medicare, o las prestaciones por jubilación del seguro social.
Aunque fijó una meta de 1,012 billones de dólares en gastos, no especificó cómo se dividiría la suma entre los programas individuales, cada uno de los cuales tiene una circunscripción.
Además, una vez que el proyecto de ley de presupuesto sea aprobado por el Senado, como se espera la próxima semana, comenzará un proceso de asignaciones más desafiante y potencialmente mordaz que podría desatar un conflicto entre los defensores de intereses particulares.

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