BRUSELAS.- La cumbre nueva sobre el presupuesto que se abre el
jueves en Bruselas será la oportunidad para David Cameron de encontrarse
por primera vez con sus pares desde que anunció un referéndum sobre la
pertenencia del Reino Unido a la Unión Europea y la recepción corre el
riesgo de ser dispar.
El primer ministro británico será uno de los dirigentes que exigirán
recortes en el presupuesto plurianual 2014-2020. Una demanda que ya
suscitó fuertes divisiones entre los 27 en una primera cumbre celebrada
en noviembre.
Pero Cameron llega a la mesa de negociaciones en una posición
incómoda, 15 días después de haber anunciado que pretendía negociar las
relaciones de su país con Bruselas para repatriar ciertas competencias y
someter el nuevo acuerdo a votación popular antes de finales de 2017.
Una apuesta arriesgada en un país en el que la opinión pública se
interroga sobre el interés de pertenecer a la UE y que irrita a algunos
mandatarios europeos.
Queda por saber si para tranquilizar a sus socios, Cameron estará dispuesto a moderar sus pretensiones presupuestarias.
El presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, llega con una
propuesta de compromiso, un presupuesto de 973.000 millones de euros,
alrededor de 80.000 millones menos que el proyecto inicial de la
Comisión Europea.
El secretario de Estado británico para Europa, David Lidington,
declaró esta semana que Londres no aceptaría un acuerdo presupuestario
"a cualquier precio", señalando que había "mentes abiertas" a las
demandas británicas sobre modificaciones en los tratados europeos.
Apostando por el referéndum, Cameron consiguió subir en los sondeos a
su favor y calmar a la creciente ala antieuropea de su Partido
Conservador.
Pero necesita el respaldo de otros Estados miembros para renegociar
las relaciones de su país con Bruselas y querrá seguramente ganárselo.
Entre los 27, muchos no ocultan su hartazgo ante el trato especial
exigido por los británicos, sobre todo cuando ya se contempla
abiertamente la posibilidad de una salida del Reino Unido de la UE.
Cameron tiene la sensación de haber construido una "alianza sólida"
con algunos países contribuyentes netos al presupuesto europeo, como
Holanda y Suecia, y "espera un resultado más positivo" en las
negociaciones del jueves y el viernes, según una fuente próxima a
Downing Street.
La canciller alemana, Angela Merkel, parece ver también con buenos
ojos los recortes presupuestarios que exige Londres, según la misma
fuente.
Desde su gran discurso sobre Europa, Cameron se ha encontrado con
algunos dirigentes europeos, incluida Merkel, en el marco más distendido
del Foro Económico Mundial de Davos (Suiza) a finales de enero.
Su homólogo irlandés, Enda Kenny, cuyo país asegura la presidencia de
turno de la UE, pareció conciliador, asegurando que el bloque de los 27
sería "más fuerte si el Reino Unido formara parte" de él.
Pero sus socios no olvidan que en diciembre de 2011, Cameron
desempeñó un papel de aguafiestas negándose a adherirse al pacto
presupuestario adoptado en el peor momento de la crisis de la deuda en
la eurozona.
Las tribulaciones británicas en la UE son seguidas también muy de
cerca por Estados Unidos, que mira con preocupación las veleidades de
emancipación de su aliado tradicional. El vicepresidente de EEUU, Joe
Biden, reafirmó antes de reunirse el martes con Cameron su deseo de que
Londres siga jugando un papel importante dentro de la UE. "Creemos que
el Reino Unido es más fuerte por su pertenencia" a la UE. "Y pensamos
que la UE es más fuerte con el Reino Unido", aseguró en una entrevista
con la prensa británica.