"La UE no debe ser inmune a las presiones que tenemos para reducir el
gasto" advirtió el primer ministro británico, David Cameron.
La jefa del gobierno alemán, Angela Merkel, tampoco se mostró
demasiado optimista sobre esta segunda ronda de negociaciones, tras el
fracaso del Consejo Europeo en noviembre, que terminó sin acuerdo sobre
el presupuesto.
"Las posturas son muy distantes", afirmó.
"Esperamos alcanzar un acuerdo. Es nuestro deber", dijo el presidente
del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, al iniciar la cita que podría
prolongarse hasta la madrugada.
Bajo la presión de los países más ricos del bloque, el presidente del
Consejo Europeo prevé recortes adicionales de más de 15.000 millones de
euros a su anterior propuesta sobre el presupuesto comunitario, que lo
dejaría ahora en unos 958.000 millones de euros para los siete años
(menos del 1% del PIB europeo).
Pero Reino Unido quiere rebajarlo más aún, hasta dejarlo al menos en unos 945.000 millones de euros.
Las divisiones son claras: de un lado están los contribuyentes netos
que quieren gastar poco (Reino Unido, Dinamarca, Suecia, Alemania,
Austria, Holanda y Finlandia) y de otro, los amigos de la cohesión,
liderados por Francia e Italia, que quieren que este presupuesto ayude a
compensar los recortes que se les exigen en los presupuestos nacionales
y sirvan para reactivar el crecimiento.
Italia, de hecho, amenazó con vetar cualquier acuerdo que "no respete las líneas rojas" que estableció.
El presidente francés, Francois Hollande, advirtió que no dará su
visto bueno a ninguna propuesta sobre el presupuesto que "olvide la
agricultura e ignore el crecimiento". Francia, Italia y España están
alineadas en defensa de la PAC (Política Agrícola Común, principal
partida del presupuesto comunitario).
Van Rompuy deberá hacer malabarismos para dejar a todos contentos.
Pero como dijo un diplomático, la idea es que todos regresen a sus
países "lo menos insatisfechos posible".
La gran incógnita es saber cuánto están dispuestos a ceder.
Londres quiere mantener también intacto el "cheque británico", la
compensación que Reino Unido recibe de sus socios de la UE desde 1984
por no beneficiarse de la PAC.
El primer ministro británico, David Cameron, se encuentra en una
situación incómoda: hace quince días anunció un referéndum para que los
británicos decidan, en principio, antes de que termine 2017 si desean
permanecer en la UE.
Tras el anuncio, el premier británico aumentó su popularidad en los
sondeos y logró calmar a la creciente ala antieuropea de su Partido
Conservador.
Pero ahora no querrá perder los apoyos ganados.
Alemania ¿impulsora de la austeridad en Europa? ve también con buenos
ojos los recortes presupuestarios que exigen los británicos.
España acude mejor parada a esta cumbre que a la de noviembre, en la
que el presidente del gobierno logró compensaciones específicas para el
sector agrario (500 millones de euros) y las políticas de cohesión
(2.800 millones de euros), las partidas que más fondos recibe su país de
los europeos.
El presidente del gobierno español no hizo declaraciones a la prensa,
en medio del escándalo de corrupción que involucra a su gobierno.
Ahora la cuarta economía de la zona euro intentará "salir bien en los puntos que nos interesan", indicó una fuente diplomática.
Van Rompuy prevé anunciar además la ayuda de unos 5.000 millones de
euros para fondos destinados a fomentar el empleo juvenil en las
regiones más afectadas de la zona euro.
Todo indica que los nuevos recortes se concentrarán en
infraestructura (transporte y telecomunicaciones) asuntos exteriores y
la administración de la UE (especialmente sueldos y pensiones de los
funcionarios), que podría sufrir una reducción de entre 2.000 y 2.500
millones de euros.
Y el capítulo llamado Connecting Europe (conectando Europa) "es el
que sufrirá un buen tajo" de 10.000 millones de Euros, dijo una fuente
europea.
Pero incluso en caso de que los veintisiete alcancen un acuerdo --que
debe se aprobado por unanimidad--, éste tendrá que ser sancionado por
el Parlamento Europeo (PE).
"Si se concreta la propuesta actual, sería un retroceso en nuestro
plan presupuestario", advirtió el presidente de la Eurocámara, Martin
Schulz.
"Con los números que están sobre la mesa, nos dirigimos hacia una unión deficitaria", advirtió.