MADRID.- España se esforzó mucho para abordar los puntos principales de un
plan de reforma impuesto por Europa, pero los analistas dudan de que el
segundo plan de reformas que presentará el Ejecutivo a finales de abril
será lo suficientemente ambicioso para lograr que la economía salga de
una profunda recesión.
Las reformas que el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ha
puesto en marcha en su primer mandato se dirigieron a los problemas más
acuciantes del país, una tasa de desempleo del 26 por ciento, los
elevados niveles de deuda privada y pública y un sector bancario
deprimido, pero fueron tímidas de cara a unos ciudadanos agobiados por
la crisis y desilusionados.
Gracias al notable descenso de los costes de financiación y el
mejor acceso a los mercados internacionales de capital desde que el
Banco Central Europeo dijo el año pasado que haría lo que fuera
necesario para apoyar las economías de la zona euro con problemas, el
Gobierno español se siente menos presionado para implementar medidas
duras.
Es probable que ante el creciente malestar en las calles y con
las elecciones de 2015 en el horizonte, Rajoy intente ahora evitar
nuevas protestas en vez de implementar las reformas necesarias para que
la economía española retome la senda de crecimiento lo antes posible.
Estas requerirían una reforma de calado en el mercado laboral,
una nueva reorganización del sector financiero, la completa
reestructuración de un ineficiente sistema de administración pública y
del estado del bienestar, así como una reestructuración del sistema
fiscal.
"El hecho de no aprobar reformas estructurales y de no
desarrollar una estrategia creíble para lograr el ajuste fiscal
necesario podría poner la deuda de España en un camino insostenible",
dijo Rubén Segura-Cayuela, economista de Merrill Lynch y ex asesor
económico del gobierno de centro-izquierda de José Luis Rodríguez
Zapatero.
"Veo voluntad política para contentar a Bruselas y seguir la hoja
de ruta marcada, pero eso no quiere decir que implementen unas reformas
lo suficientemente ambiciosas", agregó.
La cautela mostrada por las agencias de calificación sobre el
progreso de la consolidación fiscal de España impulsó a Merrill Lynch a
descontar una nueva rebaja del rating soberano en la segunda mitad del
año debido a lo que calificó como inacción gubernamental y complacencia.
Rajoy ha indicado que la actualización del plan de reformas que
presentará a Bruselas se centrará en medidas para impulsar el
crecimiento, como financiación y exenciones fiscales para pymes y en
acabar reformas incompletas como la del sector energético y el sistema
de pensiones.
Gran parte de las mismas serán presumiblemente un refrito de las
medidas estructurales prometidas el año pasado, que se vieron retrasadas
mientras el Gobierno se concentraba en anuncios presupuestarios de
emergencia dirigidos a aliviar el nerviosismo de los inversores durante
el clímax de la crisis de deuda de la eurozona.
La necesidad de recortar el déficit público en al menos otros
40.000 millones de euros significará subidas de impuestos temporales y
que las rebajas salariales se conviertan en permanentes, a pesar de las
afirmaciones del Gobierno en sentido contrario.
Otras medidas - centradas en las pensiones, el sector eléctrico,
una autoridad fiscal independiente, pequeños cambios en el sistema
fiscal y una reforma de la administración pública a nivel nacional y
local - no serán suficientes para devolver la economía a la senda de
crecimiento o para crear puestos de trabajo para los seis millones de
desempleados.
Los analistas no creen que Rajoy va a sorprender positivamente a
los mercados ya que comienza a cortejar a unos votantes enfurecidos por
los recortes y los escándalos de corrupción de cara a los comicios en
2015,
"Los conservadores tienen algo muy raro y muy valioso, que es la
mayoría absoluta. Ellos pueden hacer lo que quieran", dijo Javier
Díaz-Giménez, economista de la escuela de negocios IESE de Madrid.
Y por si no fuera poco que los últimos planes sean probablemente modestos, también hay dudas sobre su aplicación.
De las cerca de 90 medidas que contuvo el plan de reformas del
año pasado, dos tercios todavía no están en funcionamiento, o por seguir
atrapadas en trámites parlamentarios largos o porque aún no han sido
aprobadas por el Ejecutivo.
Una de las reformas de Rajoy más aplaudidas hasta la fecha ha
sido la reforma laboral, cuyo objetivo era recortar los elevados costes
de despido y facilitar a las empresas una renegociación de los
convenios.
La reforma ha sido calificada como paso en la dirección correcta,
sobre todo por parte de las empresas internacionales, y seis de los 11
fabricantes de automóviles extranjeros presentes en España anunciaron
nuevas inversiones y contrataciones en los últimos meses.
Sin embargo, algunas empresas también mostraron recelos. Un
ejecutivo de Grupo Roca, una empresa líder en cerámica sanitaria y con
gran presencia internacional, dijo que si bien el objetivo de la reforma
era racionalizar los despidos durante una recesión, seguían vigentes un
gran número de obstáculos y su compañía aún no ha notado las ventajas
de la nueva ley.
También la reestructuración del sector bancario ha despertado preocupaciones.
España recibió 41.000 millones de sus socios comunitarios para
sanear los activos tóxicos inmobiliarios de la banca, pero algunos
dijeron que el frente sigue abierto al comenzar a notarse en los
balances de los bancos también un deterioro en los créditos de empresas y
de consumo en medio de la prolongada recesión económica.
Bruselas, por su parte, quiere ver una implementación más
rigurosa de la nueva ley que permite al gobierno castigar a las regiones
que incumplan sus objetivos de recorte de gasto. El año pasado, los
déficit de Valencia y de Murcia se situaron más de un 100 por cien por
encima del objetivo estipulado, sin que ninguna de las dos regiones se
viera penalizada por el gobierno central.
Mientras que persiste la presión para afinar estas reformas, el
presidente del Gobierno tendrá dificultades de poner en marcha sus
próximos proyectos teniendo en cuenta los problemas de calendario y el
estado de ánimo de la nación.
Entre las prioridades en su programa se sitúan las pensiones, un
tema sensible para muchos de sus votantes, y temas complicados como el
adelgazamiento de las administraciones públicas y las reformas de la
energía y del transporte.
La reforma de la burocracia y el recorte del estado del bienestar
son otros hitos para el gobierno, pero es una tarea monumental que a
pesar de realizarse sólo paso por paso, provoca protestas diarias en
todo el país.
La liberalización de los sectores de la energía, las
telecomunicaciones y el transporte se ha dificultado en gran medida por
las enmiendas presentadas por los grupos de presión industriales.
"El gobierno está preocupado por el déficit (eléctrico)
tarifario, pero no toma las medidas necesarias, lo que sería el enfoque
correcto", dijo Gerard Llobet, economista de la escuela de negocios de
Madrid CEMFI.
Pese a sus elogios en público al proceso de reformas en España,
Bruselas pidió a mediados de abril a Madrid que tome medidas urgentes
para corregir los desequilibrios de su economía que, a su juicio,
presentan serios riesgos para el crecimiento y la estabilidad
financiera.
Más de un tercio de los 17 millones de desempleados de la zona
euro viven en España y el altamente endeudado sector privado español
tardará años en hacer frente a su deuda, lo que tiene repercusiones
adversas para la inversión y asfixia el consumo doméstico.
Mientras tanto, los bancos, recuperándose de las secuelas e la
concesión desenfrenada de créditos durante la burbuja inmobiliaria, se
muestran ahora reticentes a prestar dinero a las pocas empresas y
consumidores dispuestos a asumir más deuda.
"España se enfrenta a una tasa de desempleo que hubo en EEUU
durante la Gran Depresión y unas perspectivas económicas abismales, lo
que exige fuertes sacrificios a los ciudadanos", dijo Bill Adams,
economista del banco estadounidense PNC.
"España todavía puede estar uno o dos años en el purgatorio antes
de que la economía tenga la esperanza de volver a la normalidad",
sentenció este experto.