LONDRES.- La escasez de recursos, el estancamiento
económico y el cambio climático global lideran por primera vez la
clasificación del ranking 'Riesgos Extremos' elaborado por Towers
Watson, que categoriza acontecimientos excepcionales que tendrían un
gran impacto en el crecimiento económico global y la rentabilidad de los
activos si se produjeran.
Tras liderar los rankings de 2009 y 2011, la depresión ha
descendido tres puestos y deja la primera posición a la escasez de
recursos, entendida como una crisis de alimentos, agua o energía, que
asciende diez posiciones respecto a 2011. Por su parte, el cambio
climático sube del quinto al tercer puesto.
El impago de la deuda externa y la crisis de seguros, segundo y
octavo riesgos más importantes en 2011, han caído cinco puestos, hasta
el séptimo y el décimo tercero. Además, el riesgo de una crisis de
divisas ha bajado del quinto al octavo puesto y de una crisis bancaria,
del cuarto al sexto.
Entre los que debutan por primera vez entre los 15 riesgos que
identifica el ranking se encuentran el estancamiento económico, el
fracaso de medicamentos, la contaminación nuclear, la longevidad extrema
y el terrorismo.
Por el contrario, han abandonado el top 15 este año la
desaparición del euro, la hiperinflación, la crisis política, la llegada
de una gran guerra, el fin del sistema monetario (papel/plástico) y la
pandemia asesina.
"Ha habido un alto nivel de rotación en el top 15 de este año.
Esto se debe en gran parte a que hemos expandido nuestro análisis sobre
los riesgos no financieros extremos, de modo que ahora tenemos una lista
completa de 30", explica el director de 'Thinking Ahead Group' de
Towers Watson, Tim Hodgson.
En este sentido, añade que a priori es bueno ver la pandemia
asesina y la llegada de una gran guerra caer fuera del top 15, aunque
advierte de que hay que tener en cuenta que están sólo por debajo de la
línea de corte (en el 17 y 18 respectivamente).
De los nuevos ingresos en las primeras posiciones, incide en el
terrorismo y la longevidad extrema, que suben en la clasificación, ya
sea por su evaluación de que es más probable (un gran ataque terrorista
en lugar de la III Guerra Mundial) o por una menor incertidumbre sobre
el impacto (la longevidad extrema frente a la pandemia asesina).
"Esto ilustra el desafío al que se enfrentan los inversores
institucionales sobre cómo deberían realmente adaptarse a las
evaluaciones cambiantes de los riesgos extremos. Sugerimos dar prioridad
a los 'pre mortems', a tratar de determinar de antemano lo que podría
coloquialmente "matarte", es decir, aquellos riesgos extremos que de
ocurrir supondrían poner en peligro permanentemente la misión de un
inversor", añade.
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