CIUDAD DEL VATICANO.- El papa Francisco reorganizó al banco del Vaticano este
miércoles al decidir finalmente la salida de cuatro de los cinco
cardenales de un comité de supervisión, en una ruptura con la elite
clerical financiera que heredó de su predecesor.
Esta fue la última medida en pos de solucionar los problemas de una
institución plagada de escándalos que ha sido con frecuencia fuente de
vergüenza para la Santa Sede y que Francisco se había comprometido a
reformar o cerrar.
Los cuatro cardenales fueron eliminados de sus cargos apenas once
meses después de que se iniciaran sus mandatos de cinco años como
comisarios durante el papado de Benedicto XVI, quien renunció en febrero de 2013.
Los cambios llegaron en momentos en que Francisco se acerca al
primer aniversario de un pontificado marcado por la austeridad y la
sobriedad, y respaldado por su decisión de abandonar los departamentos
papales para instalarse en una modesta habitación.
El nuevo equipo incluye a dos cardenales, Christopher Collins, de
Toronto, y Christoph Schoenborn, de Viena, de diócesis relativamente ricas
que han tenido amplios acuerdos financieros.
Los otros integrantes son el arzobispo Pietro Parolin, nuevo
secretario de Estado del Vaticano que será elevado al rango de cardenal
el mes que viene, y Santos Abril y Castillo, un español establecido en
Roma y amigo cercano del Papa.
El único miembro que permanece en la institución es el cardenal francés Jean-Louis Tauran.
Entre los cuatro religiosos que no fueron confirmados se encuentran el exsecretario de Estado, el cardenal Tarcisio Bertone.
Algunos funcionarios de la Iglesia y comentaristas responsabilizaron
a Bertone de un control laxo que llevó a una serie de escándalos
durante el pontificado de Benedicto XVI, incluida una filtración de
documentos personales del entonces Papa por parte de su mayordomo.
Bertone se ha defendido diciendo que era víctima de "acusaciones anónimas y rumores".
También quedó fuera el cardenal Domenico Calcagno, jefe de otro
departamento financiero del Vaticano en el que magistrados italianos
sospechan que se han producido irregularidades financieras y que la
Santa Sede convocó a una firma externa para auditar.
Francisco no ha descartado cerrar el banco, que formalmente recibe
el nombre de Instituto para las Obras de Religión (IOR), si no puede ser
reformado.
La comisión de cardenales revisa las cuentas y aprueba estrategias.
Actúa como un lazo entre el Papa y el Comité de Superintendencia, que
está integrado por cinco miembros laicos de todo el mundo.
El banco ha experimentado fuertes cambios desde la llegada en
febrero de 2013 de su nuevo presidente, el alemán Ernst Von Freyberg.
Su equipo ha cerrado muchas cuentas y contratado a una firma externa
para ayudar a que la entidad vaticana cumpla con los estándares
internacionales de transparencia que apuntan a combatir el blanqueo de
dinero.
Aún está en marcha una investigación por supuesto blanqueo en el banco del Vaticano, que niega las acusaciones.
El mes pasado, un comité de control del Consejo de Europa llamado
Moneyval dijo que la Santa Sede había logrado avances importantes en las
reformas financieras, pero que aún corría riesgo de ser usado para el
blanqueo de dinero a menos que fortalezca sus controles internos.
En julio, el director del IOR Paolo Cipriani y el vicedirector
Massimo Tulli renunciaron, tres días después del arresto del monseñor
Nunzio Scarano.
Scarano, que trabajaba como contable en el departamento dirigido por
Calcagno, uno de los cardenales despedidos y que tenía contacto cercano
con el banco, se enfrenta actualmente a un juicio en Roma por cargos
ligados al envío ilegal de 20 millones de euros en efectivo de Italia a
Suiza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario