domingo, 2 de febrero de 2014

Muchos enfermos crónicos de EEUU no pueden pagar comida y medicamentos

NUEVA YORK/WASHINGTON.- Uno de cada tres estadounidenses con una enfermedad crónica, como la diabetes, la artritis o la hipertensión, no puede comprar sus alimentos, medicamentos o ambos.

En un nuevo estudio publicado en la revista The American Journal of Medicine, esa imposibilidad aumentaba cuatro veces el riesgo de que los pacientes se saltaran algún medicamento por el costo con respecto de los que tenían acceso a la comida.
"Esto genera una tensión obvia entre 'leche' o 'medicamentos'", dijo el coautor del estudio, doctor Niteesh Choudhry, del Hospital de Brigham y las Mujeres en Boston. "Con un ingreso fijo, ¿se trataría o comería?", agregó.
Los resultados surgen del estudio de 2011 conocido como National Health Interview Survey, que es un relevo de la salud de la población estadounidense. Unos 10.000 mayores de 20 años respondieron que tenían una o más enfermedades crónicas, como cáncer, asma, enfisema o algún trastorno psiquiátrico.
El 23 por ciento de esos participantes tomaba sus medicamentos con una frecuencia menor de la indicada debido al costo de los fármacos. El 19 por ciento no podía pagar la comida y el 11 por ciento no podía acceder a la comida y los remedios.
Al final, uno de cada tres participantes tenía problemas para comprar comida, medicamentos o ambos.
Estos valores son altos, pero similares a los hallados en estudios previos, según comentó el autor principal, doctor Seth Berkowitz, del Hospital General de Massachusetts, Boston.
Pero la relación entre la dificultad para comprar comida y medicamentos es nueva.
"Esta cuestión de las prioridades que deberían fijar las personas (entre comprar los medicamentos o la comida) es algo que nunca habíamos observado", agregó Berkowitz.
Ser hispano o afroamericano aumenta un 58 por ciento el riesgo de no poder comprar alimentos y medicamentos.
Por cada enfermedad crónica informada, el riesgo de no poder comprar remedios y comida crecía un 56 por ciento, según publica el equipo en The American Journal of Medicine.
Todos los que no podían comprar medicamentos y alimentos eran un 30 por ciento menos propensos a tener una cobertura de salud pública, ser beneficiarios de seguros como Medicaid, y un 60 por ciento menos propensos de participar en el Programa Especial de Asistencia Nutricional para Mujeres, Bebés y Niños.
A la población que no puede comprar alimentos o medicamentos, los autores le recomendaron consultar si reúnen los requisitos para inscribirse en los programas de asistencia. En cuanto a los medicamentos, existen alternativas más económicas o programas para asistir a los pacientes bajo tratamiento.
"Lo más importante es hablar con el médico sobre este problema", afirmó Berkowitz.


Los republicanos priorizan el plan de salud

El líder de la mayoría republicana en la Cámara de Representantes estadounidense, Eric Cantor, anunció hoy la intención de su partido de priorizar una reforma migratoria y cambios en el sistema de salud en 2014.

Durante una intervención en el programa dominical "Face the Nation", de la cadena televisiva CBS, el congresista señaló que ambos temas son vitales para sus correligionarios con vistas a las elecciones legislativas de medio término en noviembre próximo.

Cantor añadió que los jefes de los principales comités de la Cámara baja trabajan unidos para lograr un plan alternativo al programa de salud aprobado en 2010 por el presidente Barack Obama, conocido como Obamacare.

Añadió que la reforma migratoria constituye una prioridad para sus correligionarios y reiteró la posición anunciada por el partido rojo la semana pasada, que por primera vez aceptó la posibilidad de que los indocumentados regularicen su estatus para permanecer y trabajar en Estados Unidos.

Sin embargo, Cantor eludió una pregunta acerca de si la propuesta republicana descarta la posibilidad de que los más de 11 millones de inmigrantes sin documentos puedan aspirar a la ciudadanía norteamericana.

El Senado estadounidense aprobó en 2013, con una votación de 68 a favor y 32 en contra, un proyecto que daba un plazo de 13 años a los indocumentados para naturalizarse como estadounidenses, pero la iniciativa fue rechazada de inmediato por la mayoría republicana en la Cámara de Representantes.

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