El pasado 16 de diciembre 2013 la Unión Europea y Marruecos se reunieron en el marco del “Consejo de Asociación” para evaluar el estado de las relaciones entre las dos partes y, en concreto, el Acuerdo de Libre Intercambio Completo y Profundo (ALECA), siglas en su versión francesa. De la misma manera, dicho Consejo precedió la tercera ronda de conversaciones sobre ALECA del 20 al 24 de enero 2014. El bloque de las negociaciones sitúa el año 2017 como horizonte para rubricar dicho acuerdo, después de los diversos procesos negociadores sobre los distintos campos de actuación de interés común. De la relevancia de estas relaciones da una idea que el presidente de la Comisión Europea haya definido a Marruecos como “algo menos que miembro pero más que un socio”.
No ha habido temas ni asuntos vetados. De la misma manera que se
abordó el estado de los acuerdos comerciales, de aranceles, de
fiscalidad, de convergencia de las legislaciones además de la
circulación de capitales y de personas, se tocaron también otros que
conciernen a la sociedad, a las gentes y a los actores sociales.
Las distintas instituciones de la Unión Europea, después de sus
cuestionadas relaciones con regímenes autoritarios de la orilla sur del
mediterráneo, que ya no existen tras las movilizaciones populares de la
primavera árabe, y otros que están en proceso de cambio, se han visto
obligadas a poner en marcha otro modelo de relación. Entonces ni la UE
ni los gobiernos europeos tomaban en cuenta las denuncias sobre
situaciones de corrupción y de violaciones graves de los derechos
humanos que desde las organizaciones sociales de esos países y de otras
de países de la UE no habían cesado de lanzar.
Ahora parece que la UE quiere que se incluyan en las negociaciones de
cualquier acuerdo comercial o de asociación con los países del sur
mediterráneo los compromisos con los derechos humanos y la gobernanza democrática, que ya estaban aceptados formalmente desde 1995 en el llamado “Proceso de Barcelona”.
Después de las revoluciones populares árabes la UE tendría que ser
más exigente en la aplicación de la política de ayudas a sus socios
mediterráneos, en función de la evolución de los derechos sociales
fundamentales, la lucha contra la corrupción (aunque en la ribera norte
no estamos ahora para dar lecciones), la igualdad de género y el papel
de las organizaciones de la sociedad civil.
En el caso de Marruecos hay que reconocer que el proceso de reformas
democráticas ha avanzado de forma sostenida. Una iniciativa popular ha
conseguido que el Parlamento de Marruecos apruebe una ley aboliendo la
posibilidad de que un violador eluda la cárcel casándose con la mujer
violada. Esto es una muestra del alcance de los cambios, si bien estos
aún deben profundizarse para alcanzar una democracia plena.
Entre Marruecos y la UE es preciso fraguar un nuevo modelo de
asociación y de cooperación basado en la confianza mutua y en los
valores universales, y no sólo en los intereses coyunturales y/o
particulares. Con ello sus respectivas sociedades se volcarían en la
instauración de esas relaciones que serían un modelo para una región
ávida de paz, de democracia, de desarrollo económico sostenible y de
creación de empleo, y de estabilidad política y social.
En el 2017 se sitúa el límite para la culminación de todo el proceso
de asociación avanzada entre Marruecos y la UE, asociación que por boca
del presidente de la Comisión y por el impulso de los hechos sitúa a
Marruecos en casi un socio de pleno derecho.
El dictamen que está elaborando el Comité Económico y Social Europeo
sobre las relaciones comerciales con Marruecos incide en la necesidad de
asociar a las organizaciones de la sociedad civil de los dos lados,
exigiendo que éstas participen realmente en todas las tareas de
seguimiento y control. Para ello, el CESE reclama que las
organizaciones de la sociedad civil sean autónomas, tengan capacidad
legal y material y sobre todo con credibilidad contrastada.
El CESE aborda cómo tejer vínculos económicos en condiciones
favorables desde el punto de vista comercial para las dos partes, pero
sin desdeñar los otros factores que legitiman socialmente dichos
vínculos. El dictamen ha contado con las aportaciones del Consejo
Económico y Social Marroquí, y ambos órganos consultivos podrían
constituir en el futuro un Comité Consultivo Mixto del Acuerdo de
Asociación UE-Marruecos según demanda el dictamen.
(**) Coponente y experto del Dictamen del CESE sobre las relaciones comerciales UE-Marruecos respectivamente
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